Bitácora de Viaje
Por Norma Y. Cortés
TIJUANA BC 28 DE JULIO DE 2014 (AFN).- Muchos bajacalifornianos todavía desconocen la existencia de Campo Alaska y se sorprenden más cuando escuchan que un lugar con este gélido nombre pertenezca al municipio de Tecate, exactamente en el poblado de La Rumorosa.
Llegar a Campo Alaska es fácil y accesible, a 75 kilómetros desde el centro de Tecate, tarda uno, aproximadamente 60 minutos para llegar por la Carretera Federal número 2.
El sitio, considerado Patrimonio Cultural del Estado, es resguardado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), te recibe con los vientos de La Rumorosa, el paisaje impresionante del lugar y restos de edificaciones que contrastan con el remodelado ex cuartel.
Para ubicar históricamente a Campo Alaska hay que remontarse al tiempo en que el General Esteban Cantú, en 1917, construyó el Camino Nacional que conecta a Mexicali con el resto del entonces Distrito Norte (denominación que tenía el hoy Estado de Baja California). Por este camino pasaban personas y mercancías que venían del sur y requerían llegar a la frontera.
Ya terminada la construcción del Camino Nacional y siendo gobernador el General Abelardo L. Rodríguez (1924-1927), éste mandó edificar, a la orilla del Camino, el llamado Campamento o Campo Alaska, con el propósito de trasladar anualmente las oficinas del Gobierno de Mexicali a La Rumorosa y así evitar lo extremoso de la estación calurosa del año, comprendida entre los meses de junio a octubre. Dicha práctica ocasionó trastornos, principalmente en el rápido despacho de negocios y asuntos de gobierno.
El campamento lo conformaban: La Casa de Gobierno, edificio de mampostería compuesto de ocho salones y corredor, dotado de todos los servicios y donde se despachaban los trámites de la administración.
El Cuartel Federal, (el único completamente restaurado) que acomodaba a la tropa y al Estado Mayor se complementaba con un fortín para almacenar las armas, pólvora y la dinamita necesarios para rehabilitar el Camino Nacional. Se contaba también con cocina y panadería. En el Campo se construyó también la Primaria “Agustina Ramírez de Rodríguez”, donde se preparaba a los hijos de los soldados.
Concluida la gestión del General Rodríguez, lo sucedió por un año en el gobierno, el General Brigadier José María Tapia Freydidng, (1930) quien convirtió el Cuartel Federal en manicomio mejor conocido como “la Casa de los Locos”, mientras que la Casa de Gobierno se utilizó como el Hospital Antituberculoso del Distrito Norte. Tanto el manicomio como el Hospital funcionaron hasta 1955 ya que el entonces gobernador, Braulio Maldonado Sández los trasladó a la Granja de Recuperación para Enfermos Mentales Crónicos en San Pedro del Monte, León, Guanajuato donde fueron atendidos por médicos especialistas gracias a un subsidio de 150 pesos por cada enfermo.
Por otro lado, en 1958 el entonces candidato a la presidencia de México, Adolfo López Mateos, anunció la clausura definitiva del hospital de La Rumorosa, encargándose de ello el Dr. Elihu´ Gutiérrez, Secretario de Salubridad durante la gubernatura del Lic. Braulio Maldonado en diciembre de 1958, dejando así a Campo Alaska en total abandono.
En 1998 el INAH-BC integró un expediente técnico con la finalidad de solicitar el reconocimiento al Mérito Histórico al Complejo.
Campo Alaska retomó vida poco a poco gracias a la iniciativa y coordinación de la Asociación Corredor Histórico CAREM A.C., el Fideicomiso Autopista Rumorosa (FIARUM), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto de Cultura de Baja California los que en 2004 se dieron a la tarea de rescatar y restaurar el entonces Cuartel General que hoy fue adaptado como museo de sitio y en el que se exhiben fotografías y objetos del periodo de su funcionamiento, quedando pendiente el crear una biblioteca o videoteca en el fortín y en la Casa de Gobierno u Hospital Antituberculoso una Casa de la Cultura.
Puedes visitar este sitio lleno de historia política y anécdotas de dolor, de miércoles a domingo de 9 a 5 p.m. Cuenta con amplio estacionamiento, servicio de guías y sanitario y una maravillosa vista a La Rumorosa.
La autora es asesora de empresas turísticas y catedrática de la U.A.B.C.