Columnista de la SillaRota: SIMÓN VARGAS
En aquella ocasión, el mandatario Vladimir Putin le dijo al presidente Xi Jinping: “Soy consciente de que ha acudido a Rusia en un período en el que China celebra el Año Nuevo, una fiesta familiar. Generalmente, en esta época en China se suele viajar para visitar a los familiares o amigos íntimos. Consideramos que es así, que usted ha venido a ver a sus amigos. Gracias por estar entre nosotros”, reseña el diario Russia Beyond the Headlines.
En el mismo tono, Xi Jinping respondió que en China, “cuando en casa de nuestro amigo o vecino se celebra un feliz acontecimiento, le hacemos una visita para felicitarle”.
Y es que, hoy en día, China es el líder indudable entre los socios comerciales de Rusia. De hecho, en el marco de la visita de Vladimir Putin a la República Popular China, la cadena televisiva rusa RT transmitió una entrevista en la que el líder ruso destacó que “en 2013, el comercio bilateral entre ambas naciones se aproximó a los 90 mil millones de dólares”, asegurando que tratarán de aumentar el intercambio hasta 100 mil millones para 2015 y 200 mil millones para 2020.
En este contexto, para la nación rusa, el hecho de ampliar sus lazos con el gigante asiático es una prioridad en su política exterior, ya que ambos países buscan “configurar una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo estable para la región Asia-Pacífico”. Misma que “debe fundamentarse en los principios de igualdad, respeto al derecho internacional, indivisibilidad de la seguridad y el rechazo a usar la fuerza o a amenazar con ella”.
Principios incluidos en el Concepto de la Política Exterior de la Federación Rusa, aprobado por Putin el 12 de febrero de 2013 y a través de los cuáles se destaca “una colaboración estratégica con China sobre las cuestiones clave de la política mundial con miras a mantener la estabilidad regional y global”.
Asimismo, desde la perspectiva del dirigente ruso, tanto China como Rusia han construido una interacción ejemplar, la cual debe convertirse en un modelo para las principales potencias, ya que se sostiene en el respeto de los intereses fundamentales mutuos y en el trabajo eficaz para el bien de los pueblos.
Cabe destacar que la reunión entre Xi Jinping y Vladimir Putin celebrada el 20 de mayo en Shanghái, se llevó a cabo en momentos en los que las relaciones de ambos países con Estados Unidos atraviesan dificultades. En el caso ruso, derivado de la crisis en Ucrania y en el caso chino, causado por las suspicacias en torno a sus disputas territoriales y la imputación estadounidense a cinco militares chinos por cargos de ciberespionaje.
Ante esto, Xi Jingping declaró que “su alianza es una opción inevitable” para el desarrollo de un mundo multipolar.
Al respecto, vale la pena resaltar que estos países están estudiando las cuestiones del aumento de pagos recíprocos en monedas nacionales. Además, se está negociando el establecimiento de una alianza energética estratégica, con valor de más de 60 mil millones de dólares, para suministrar petróleo ruso a China mediante el oleoducto Skovorodinó-Mohe, y así diversificar la exportación rusa de energéticos.
Aunado a que el consorcio gasístico ruso Gazprom y la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) firmaron un histórico acuerdo para la exportación de gas natural a la potencia asiática.
En virtud del acuerdo, Gazprom suministrará 38 mil millones de metros cúbicos de gas natural anualmente a China a partir de 2018 y en los siguientes 30 años.
Por otra parte, se están realizando proyectos conjuntos en 40 áreas prioritarias, con inversiones de cerca de 200 mil millones de dólares; entre éstos destaca el procesamiento de productos agrícolas, la minería, el desarrollo de infraestructura de transporte, la energía, la cooperación financiera, la protección al medio ambiente, la producción de medicamentos y equipos médicos, el desarrollo de tecnologías informáticas, la energía nuclear y la industria aeroespacial.
Pero, sobre todo destaca el proyecto conjunto que tienen en Nicaragua, de construir un canal alternativo al de Panamá; y al cuál, la prensa rusa califica como “una bomba geoestratégica” para los Estados Unidos, explicando que la labor de las empresas rusas y chinas en una zona cercana a Estados Unidos y la aparición de una vía alternativa al Canal de Panamá es un desafío directo para la nación norteamericana.
Bajo este escenario, no podemos olvidar que en la reciente visita del canciller ruso Serguéi Lavrov, a Managua, la nación rusa consolidó una alianza política, militar y estratégica entre ambos países.
Mientras que en abril pasado, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, visitó los cuatro países latinoamericanos con los que tiene relaciones comerciales y políticas privilegiadas: Cuba, Venezuela, Argentina y Brasil; entre los objetivos de las reuniones destacó la preparación de la visita del presidente Xi Jinping en julio, cuando participará en la cumbre de los BRICS que se llevará a cabo en Fortaleza, Brasil; así como la discusión de la futura creación de un foro entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Actualmente, Rusia y China comienzan a mover sus piezas en el tablero internacional con miras a lograr las mejores posiciones geoestratégicas para lograr que sus relaciones a nivel global se conviertan en un motor de un sistema internacional multipolar y de un bloque político, económico y militar que sirva de contrapeso al poder de Estados Unidos y la Unión Europea.
Analista en temas de Seguridad, Educación y Justicia
@simonvargasa
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