Columnista de la SillaRota: EDUARDO HIGUERA
Entre los que estamos interesados en los temas de la comunicación, al hablar de lenguaje nos referimos a un código establecido que ayuda a que todos tengamos una comprensión similar de la misma situación. Por ejemplo usted tiene aprendido el código por medio del cual unas formas negras en su pantalla (letras), le permiten acceder a las ideas de un servidor mientras escribe (lenguaje, en este caso particular el castellano).
El cine es y será el medio que por excelencia adapta sus temáticas de todo tipo de fuentes y lenguajes, es cierto, pero en los últimos años el número de reboots, adaptaciones, historias (semi) repetidas y refritos abundan de tal manera que, al menos en el circuito comercial de México, opacan muchas veces aquellas producciones que realizan el esfuerzo extra de crear un universo propio y especial.
De esta forma nos encontramos con ejemplos como Alice in Wonderland (Burton, 2010), que retoma una de las películas más extrañas y deleitables de Walt Disney Alice in Wonderland (Geromini, 1951) y la modifica en la particular visión del maestro de las historias de animación oscura de nuestro tiempo. Otro ejemplo de esto lo encontramos en la emotiva y bien realizada Saving Mr. Banks, (Hancock, 2013), donde de una forma completamente endogámica, los estudios Disney buscan en la historia detrás de la historia de Mary Poppins (Stevenson, 1964) y muestran los vericuetos que ocurren cuando ésta deja de ser un personaje literario para convertirse en la más dulce niñera londinense del cine del siglo XX.
Y así podríamos seguir toda la columna y hablar de espartanos, aventuras y guerras mágicas de la tierra media, homenajes de escenas míticas en películas espaciales y mucho más. Las adaptaciones son infinitas y en muchos casos, como ocurre en cualquier traducción de un lenguaje hablado o mediático a otro, se pierden muchos elementos en el proceso y los fanáticos de un medio y sus códigos se decepcionan o reniegan de los resultados de la versión realizada para otro formato o medio de su personaje favorito.
Hace unos días se estrenó en muchísimas salas de cine de nuestro país una película que ha generado animosas y encontradas discusiones entre los fanáticos de los cómics y los seguidores del universo Marvel del cine, Captain American: The Winter Soldier (Russo, Russo y Whedon, 2014).
La nueva entrega del universo Marvel juega aún más en su adaptación cinematográfica al retomar al hombre bandera, héroe de la segunda guerra mundial y fundamento moral de los Vengadores, Steve Rogers alias el Capitán América. En esta ocasión un viejo amigo, transformado en uno de los peores rivales regresa a amenazar un mundo “libre” que protegen SHIELD y el mismísimo Rogers en la forma del súper soldado soviético, el soldado de invierno.
Y aquí es donde la discusión inicia entre aquellos que aman los cómics y los que se sienten maravillados con la saga de los héroes más poderosos de la tierra en la pantalla de plata.
Y es que a pesar de la espectacularidad de los efectos visuales y la crítica que se hace en su historia hacia lo que significa una súperpotencia que interviene militarmente en el mundo para seguir un modelo de vida y una cultura en particular, Winter Soldier adolece en gran medida de lo que es el elemento principal de los cómics, una historia que al ser desarrollada capítulo por capítulo en diferentes ediciones, genera un arco de historia bien construido y significativo para sus personajes.
Y esto es lo que no le perdonan muchos fans de hueso duro de la versión impresa, los famosos marvelitas, al hablar del capitán cinematográfico. Ya era bastante que Chris Evans repitiera su rol como insulso superhéroe de la anterior película, el colmo es que ya no existe esa introspección que hace deleitable este personaje fuera de su propio tiempo.
Por su parte, los defensores de las versiones de la pantalla grande me han dicho que no se puede pensar en seguir paso a paso las historias clásicas de aquellos personajes, pues de hacerlo, el suspenso y la emoción serían nulos. Incluso me señalan que, para ellos, el modificar el universo original de papel le da un acercamiento más dinámico e interesante para las nuevas generaciones, acostumbradas a los FX espectaculares y las CGI en casi cada escena.
Yo por mi parte sólo diré que la historia no me habla de una buena traducción entre lenguajes creativos y que no la salva ni siquiera la espectacularidad de ver a Scarletth Johansson en el entallado traje negro de la viuda negra.
Lo peor de esta película es que me hace temer, aún más que antes, la próxima entrega de los X-Men, Days of the Future Past, en la cual cambiaron a la protagonista original de la historia creada por el equipo creativo Claremont, Byrne y Austin para colocar en su lugar a un Wolverine más comercializable, interpretado por Hug Jackman, como otro héroe más fuera de su tiempo. ¿Y ahora qué futuro no espera?
@HigueraB