LA BUFADORA
El Mosquito
ENSENADA BC 30 DE DICIEMBRE DE 2025.- Aunque el discurso oficial presume dinamismo económico, la realidad -terca como siempre- empieza a contradecir esa narrativa. Los números no mienten y el empleo formal se está desinflando más rápido que una promesa de campaña en año no electoral.
El lunes pasado, el Consejo Coordinador Empresarial de Ensenada (CCEE), que preside Julio Salinas López, decidió subirse -con todo y argumentos- al posicionamiento estatal para pedir algo que en cualquier otro Estado fronterizo parecería razonable: bajar el Impuesto Sobre Nómina (ISN) del 4.25% al 3%.
Nada radical, simplemente equipararse con Sonora, Chihuahua, Nuevo León y compañía, donde no castigan tanto el acto de generar empleo.
Pero aquí, en Baja California, se paga el impuesto más caro del país para contratar trabajadores.
Los empresarios no están hablando desde la ocurrencia, sino desde la preocupación. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) confirma lo que ya se siente en la calle: menos registros patronales, más cortinas abajo y una pérdida sostenida de empleos formales.
En números gruesos, más de 25 mil plazas perdidas en un año y más de 39 mil unidades económicas que han desaparecido en los últimos cuatro. Nada menor.
Y mientras tanto, el ISN sigue intacto, como si no tuviera nada que ver con el encarecimiento del empleo formal ni con el crecimiento de la informalidad. Porque sí: cuando contratar cuesta más, muchos optan por no contratar o por hacerlo fuera del sistema.
El argumento oficial suele ser el mismo: que bajar el impuesto afectaría las finanzas públicas, pero el propio sector empresarial pone los números sobre la mesa: cada punto del ISN representa unos 2 mil 800 millones de pesos y el Estado recauda más de 11 mil millones anuales por este concepto.
No se trata de vaciar la caja, dicen, sino de hacerla crecer con más contribuyentes, más empleo y más actividad económica.
No obstante, la pregunta incómoda es otra: ¿de verdad las autoridades quieren una economía más dinámica o prefieren una recaudación cómoda, aunque cada vez más pequeña en su base?
Porque insistir en mantener el impuesto más alto del país mientras el empleo cae.
El llamado del CCEE no es chantaje ni presión política, sino una advertencia. Y no para el próximo sexenio, sino para los próximos meses. La economía no espera, y las empresas tampoco.
Si el gobierno decide escuchar -y ajustar- podría todavía cambiar el rumbo, en el entendido que el problema no es la falta de diagnóstico.
Periodo extraordinario
Mientras el país sigue oficialmente en receso por las festividades de fin de año, la política nunca duerme.
El Senado de la República se prepara para un periodo extraordinario de sesiones en enero próximo, del 12 al 17, porque hay asuntos “urgentes” que no pueden esperar, entre ellos la eventual autorización para el ingreso de tropas estadounidenses con fines de adiestramiento -y la salida de militares mexicanos rumbo al vecino país del norte- vuelve a recordarnos que, aunque el discurso sea soberanista, la agenda militar sigue cruzando fronteras con bastante normalidad.
Lo curioso es que este movimiento ocurre justo cuando el Congreso está en pausa y la Comisión Permanente decidió tomarse vacaciones anticipadas hasta el 7 de enero.
Eso sí, cuando se trata de temas castrenses, el receso se vuelve flexible. No vaya a ser que el calendario legislativo estorbe a la cooperación bilateral, que suele avanzar más rápido que muchas reformas sociales pendientes.
Y como para que enero no pierda sabor político, el diputado Ricardo Monreal, líder de la bancada morenista en la Cámara baja, ya adelantó que por esas fechas llegará la iniciativa presidencial en materia electoral.
No se discutirá de inmediato, claro está, pero su sola llegada sirve para ir calentando motores rumbo al periodo ordinario que arranca el 1 de febrero.
Traducido al lenguaje parlamentario: el año arranca con Ejército, elecciones y una dosis segura de confrontación política.
Así que mientras algunos todavía guardan el arbolito y otros apenas regresan del recalentado, en el Congreso ya se prepara un enero movidito.
Porque en la política mexicana no hay vacaciones completas, sólo pausas estratégicas… hasta que el
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