MÉXICO DF 18 DE NOVIEMBRE DE 2015 (La Silla Rota).- El pasado viernes fue reportada la desaparición del párroco de Cuyoaco, Erasto Pliego de Jesús, este martes fue encontrado su cadáver en el municipio de Nopalucan.
Tras la denuncia por medio de una llamada anónima a la Policía Municipal sobre el hallazgo de los restos que estaban en El Silbato, donde la Procuraduría General de Justicia (PGJ) informó que el cuerpo presentaba lesiones de cráneo y quemaduras.
“Se llevaron a cabo las diligencias necesarias para la identificación por parte de los familiares, quienes refieren que sí podría tratarse de Erasto Pliego de Jesús, sin embargo, ante las condiciones del hallazgo, la PGJ Puebla realiza pruebas de genética para la plena identificación pericial”, informaron.
Familiares del sacerdote reconocieron el cadáver, sin embargo, la dependencia estatal realizó las pruebas genéticas para corroborar la versión, la cual se sustenta en algunas prendas de vestir encontradas en el lugar.
Desde el sábado 14, los pobladores de Cuyoaco comenzaron la búsqueda del párroco con distintos carteles que distribuyeron en las redes sociales y en los medios de comunicación, además de realizar brigadas de búsqueda para recorrer las comunidades aledañas.
Según familiares, el sacerdote fue visto por última vez el jueves por la tarde, cuando dos sujetos a los que reconoció como exseminaristas llegaron a buscarlo a su casa cuándo sostenía una reunión con integrantes del comité parroquial para organizar las posadas.
Al no presentarse a oficial misas el día viernes, los feligreses y trabajadores de la parroquia acudieron en su búsqueda, y se alarmaron cuando encontraron que el lugar estaba en desorden y había rastros de sangre.
El arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, lamentó la muerte del párroco, sobre todo, porque fue víctima de la violencia; además, indicó que la PGJ avisó a la arquidiócesis sobre el hallazgo, por lo que extendió sus condolencias a familiares y amigos del sacerdote.
En situaciones similares murieron los sacerdotes Habacuc Hernández, Joel Román Salazar y Ascención Acuña. Todos ellos trabajaban en las diócesis del estado de Guerrero.
Con información de Excélsior y Proceso