Por: Alejandro Ramírez
CIUDAD DE MÉXICO 9 DE JULIO DE 2025 (AFN).- El Estado mexicano debe insistir en la corresponsabilidad internacional para frenar el comercio ilícito de armas hacia nuestro país, aseguró José Guadalupe Medina Romero, profesor de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Afirmó además que, “mientras haya un arma más en manos del crimen, habrá un derecho menos garantizado para la ciudadanía”.
Destacó el catedrático que México está ante el reto del tráfico de armas. Durante la conmemoración del Día Internacional de la Destrucción de Armas de Fuego, expuso que esta efeméride no es sólo una jornada simbólica, es un llamado urgente para frenar el ciclo de violencia alimentado por la proliferación descontrolada de armas.
Abundó en que, en el caso mexicano dicho problema adquiere una dimensión particularmente crítica ya que la violencia armada está íntimamente relacionada con el tráfico ilícito de armas procedente de Estados Unidos, “configurando una grave violación estructural a los derechos humanos de millones de personas.”
Dijo que del 70% de las armas recuperadas en escenas del crimen en México, estas provienen del mercado estadounidense, muchas de ellas adquiridas legalmente en estados del sur de ese país y traficadas ilegalmente a través de la frontera.
Esa realidad no sólo refleja un problema de seguridad pública, sino un fenómeno que mina sistemáticamente el derecho a la vida, a la integridad personal, a la libertad y al acceso a la justicia.
Como profesor de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de la UNAM “puedo afirmar que este escenario exige un enfoque desde el corpus iuris internacional de los derechos humanos”.
Agregó que, la pasividad o inacción frente al tráfico de armas no puede entenderse sino como una omisión que viola la obligación de garantizar la seguridad y la vida digna de la población, dijo.
México ha suscrito instrumentos internacionales como el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), pero su eficacia depende de la cooperación bilateral y del compromiso real de países como Estados Unidos para frenar la venta indiscriminada de armas que terminan alimentando la violencia en la región.
Concluyó manifestando que “si los Estados Unidos no asumen un rol activo y coherente en frenar la producción y comercio de armas, toda acción civil se verá desbordada.”
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