Por Dianeth Pérez Arreola
MEXICALI BC 16 DE OCTUBRE DE 2025 (AFN).- El investigador bajacaliforniano, Manuel Vivanco Bercovich, ganó uno de los premios UNESCO-MAB para Jóvenes Científicos que se otorgan a nivel internacional para apoyar investigaciones sobre ecosistemas, recursos naturales y biodiversidad.
Por parte de la UNESCO en México, se informó que el galardonado formó parte de los 11 investigadores premiados de distintas partes del mundo, que tendrá lugar en Hangzhou, China durante la sesión del Consejo Internacional de Coordinación del programa “El hombre y la biosfera”.
Vivanco Bercovich obtuvo uno de los cinco Premios UNESCO-MAB para Jóvenes Científicos Príncipe Alberto I de Mónaco 2025, destinados en específico para estudios sobre cuestiones marinas, insulares y costeras en Reservas de Biosfera de la Red Mundial de la UNESCO.
"Es una gran motivación colectiva para seguir avanzando en el estudio y conservación de las praderas de pastos marinos”, dijo el científico, quien mediante el galardón económico del Premio y junto con un equipo de investigación, cuantificará y evaluará los servicios ecosistémicos que brindan los pastos marinos del género Phyllospadix, conocidos como pastos surferos (surfgrass), en la Reserva de Biosfera El Vizcaíno, donde también se encuentra el Sitio Patrimonio Mundial del Santuario de las ballenas de El Vizcaíno.
El proyecto, construido junto con el Laboratorio de Botánica Marina del Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad Autónoma de Baja California y el colectivo de jóvenes científicos Surfgrass Project, analizará el papel de las praderas marinas en el almacenamiento de carbono y nitrógeno azules, así como su función como hábitat para especies relacionadas con la pesca, para ofrecer indicadores de referencia sobre la salud del ecosistema, ayudar a orientar prioridades de conservación y respaldar estrategias de gestión específicas.
Al respecto, Vivanco Bercovich comentó que estos proyectos científicos invitan a reflexionar sobre los modelos de desarrollo y “entender el valor del océano, no como un recurso inagotable, sino como un tejido vivo que sostiene la vida, la cultura y la resiliencia de las comunidades costeras. En una época en la que tendemos a transformar todo en mercancía, estudiar y cuidar estos ecosistemas se convierte también en un acto de resistencia, una forma de reconectar con maneras más justas, conscientes y solidarias de habitar el planeta”.
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