Por: Alejandro Ramírez
CIUDAD DE MÉXICO 21 DE MARZO DE 2025 (AFN).- Cientos de personas se congregaron como cada año para experimentar en Teotihuacán la magia del equinoccio de primavera en la Pirámide del Sol. En un acto cargado de simbolismo en el que los visitantes reciben los primeros rayos del sol.
Aunque oficialmente el equinoccio inició el 20 de marzo a las 3;01 horas, multitud de seguidores acudieron durante la madrugada y las primeras horas de hoy a la zona arqueológica.
El evento de gran relevancia tanto histórica como cultural, marca el comienzo de la estación, y guarda una profunda conexión con las creencias y prácticas de las antiguas civilizaciones mesoamericanas, especialmente los habitantes de Teotihuacán.
La ciudad de Teotihuacán, ubicada en el Valle de México, fue una de las metrópolis más influyentes de Mesoamérica, y su arquitectura está alineada de manera precisa con eventos astronómicos, como los equinoccios.
Durante estos eventos, el Sol se encuentra exactamente sobre el ecuador terrestre, lo que provoca que la duración del día y la noche sea casi igual en todo el mundo.
En Teotihuacán, se cree que este fenómeno tenía un significado simbólico profundo, relacionado con la renovación, el ciclo de la vida y la conexión entre los humanos y los dioses.
Los antiguos habitantes de Teotihuacán consideraban que el Sol tenía una conexión directa con el ciclo de la vida y la muerte, y la llegada del equinoccio era una oportunidad para rendir homenaje a los dioses, particularmente a Tonatiuh, el dios solar.
El ritual de subida a la pirámide también tiene una fuerte carga espiritual y energética. Se cree que las personas que ascienden en este día reciben una especie de renovación o energía positiva", una creencia que persiste en la actualidad.
Además, muchos participan en danzas, ceremonias y ofrendas, buscando tanto el bienestar personal como colectivo.
El equinoccio de primavera en Teotihuacán es, sin duda, una manifestación del legado cultural y astronómico de las civilizaciones mesoamericanas, y cada año sigue siendo un testimonio de la conexión que los seres humanos tienen con los ciclos de la naturaleza.