Columnista de La Silla Rota JOSÉ LUIS CASTILLEJOS AMBROCIO
Desde hace décadas está inmerso en profundos problemas que repercuten en sus habitantes. Las propuestas oficiales para enderezar el rumbo no han sido suficientes y los pobladores comienzan a acusar un agotamiento de imprevisibles consecuencias. En los últimos 6 sexenios los gobiernos no han podido hacer un trabajo decente.
Pobreza, corrupción, delincuencia, inacción gubernamental, abandono, falta de inversiones, deficiente educación, pocas fuentes de empleo y el atraso debiera avergonzar a todos los diputados, senadores y gobernadores. Todos, sin excepción, han llevado agua a sus molinos y han concluido sus funciones, de una forma u otra, en medio del escándalo.
Ahora hay que ayudar a gobernar a Manuel Velasco Coello. A punto de cumplir diez meses, el próximo 8 de octubre, el mandatario más joven del país no ha podido dar un viraje profundo y sacar al Estado de la situación actual, que se agudiza, en medio de protestas magisteriales y con la espada de Damocles de que en cualquier momento la gente puede levantarse en contra de la gobernabilidad.
Técnicos, ingenieros, administradores, empresarios, comunicadores, políticos, líderes de sectores productivos y académicos deben poner el hombro para ayudar a establecer un pacto de gobernabilidad que permitan al actual gobernante hacer un papel decoroso.
Los chiapanecos pagan hoy elevadas tarifas de energía pese a que las hidroeléctricas, que hay en el Estado, son las que proporcionan de electricidad al país. Ha faltado una mejor gestión administrativa para conseguir que la riqueza se quede en la zona.
Los grandes yacimientos petroleros que posee y la riqueza que aportan las tierras del sur y la poco explotada costa debiera beneficiar a todas las comunidades. Pero no. Hay que recorrer la sierra y la selva para darse cuenta de que a Chiapas no ha llegado la modernidad. Ha llegado una plebe de saqueadores.
No vaya a ser la de malas que se dé una “rebelión” como la de los colgados de Bruno Traven. Según el libro de este escritor en el estado de Chiapas vivía un indio llamado Cándido con su esposa y sus dos hijos. Sin imaginar que su vida está por cambiar drásticamente cuando su esposa muere y él se ve obligado a trabajar en una montería de caoba, donde es explotado injustamente junto con otros indios igual de prisioneros que su familia. Cansados de los malos tratos de Don Félix, el capataz, quien se ha obsesionado con Modesta, la hermana de Cándido, se unen para revelarse y deciden luchar para obtener su libertad.
Los chiapanecos no están prestos a tomar las armas, pero no hay que andarse por las ramas para darse cuenta de que la inconformidad recorre de norte a sur. Cuatro son los problemas centrales por los que atraviesa: educación, salud, vivienda y empleo. A eso se suman otros como infraestructura y seguridad.
Chiapas está, para desgracia de sus habitantes, en el “mapa de la miseria” del país a pesar de que en el discurso oficial se haya dicho que ya superó los Objetivos del Milenio. Los problemas vienen, es cierto, desde el siglo pasado, pero poco se ha hecho en el actual tiempo por superarlos. En 1994 la rebelión armada del EZLN y los reclamos indígenas, se convirtió en una severa llamada de atención para los gobiernos Federal y Estatal. Ya pasó la presión y pareciera que en esa zona no ha ocurrido nada.
En ese Chiapas de contrastes es pertinente que los intelectuales, los prominentes políticos realicen sus aportes para ayudar al “Güero” Velasco a terminar su mandato porque la falta de atención y la escasez de soluciones hace difícil la gobernabilidad de un Estado donde la injusticia es moneda de cuño corriente.
La población rural y los comercios están en quiebra. No hay reactivación de la economía por los siguientes factores: designaron como responsables de áreas estratégicas a chiquillos improvisados, carentes de experiencia en gestión pública y tacto político y están más preocupados en el Facebook y en el Twitter o en aparecer en los periódicos que en administrar las áreas encomendadas.
Chiapas, con respecto de las 32 entidades restantes, ocupó según datos oficiales, el primer lugar en porcentaje de población en pobreza y en pobreza extrema. Por lo tanto, se ubica dentro de las tres entidades con mayor pobreza en el país. En 2010, del total de la población que habitaba en el estado, 78.5 por ciento se encontraba en situación de pobreza con un promedio de carencias de 3.2, lo cual representó 3,784,967 personas de un total de 4,819,742.
Su Población Económicamente Activa (PEA) de 14 y más años es de 1.7 millones de personas. La población ocupada alcanza 1.6 millones de personas (1.1 millones son hombres y 488 mil mujeres).
Más de la tercera parte de la población ocupada (45.5%) se concentra en localidades rurales (menores de 2 500 habitantes); 14.8% en áreas de 2 500 a menos de 15 mil habitantes; 16.3% en localidades de 15 mil a menos de 100 mil habitantes, y 23.4% en asentamientos de 100 mil y más habitantes.
En el año 2000, el municipio presentó un índice de analfabetismo del 7.66%, indicador que en 1990 fue de 10.68%. Actualmente la media estatal es de 22.91%.
No hay, por el momento, un plan estratégico para atraer las inversiones en esa frontera sur y no la hay porque la improvisación o el pago de favores primó sobre la necesidad de fomentar el comercio, potenciar la industria, y conseguir recursos para detonar la agroindustria.
Si el “güero” no se pone las pilas, se le irá el sexenio y sus sueños de emprender nuevos retos políticos quedarán en eso, en sueños.
Hay que ayudarlo a gobernar dándole razones valederas para hacerlo. Si no quiere escuchar. Ese será otro cantar y ese será su problema porque entonces el pueblo tiene la palabra.
Twitter: @jlcastillejos2