Por: Marco Antonio Samaniego

ENSENADA BC 9 DE FEBRERO DE 2024.- El paquete de reformas que se discute en estos días ha dado en poco tiempo para múltiples interpretaciones. Imposible leerlas todas, así como conocer los aspectos de cada una de las propuestas de cambio. Lo cierto es que, por un lado, es una reforma de Estado, que pretende dejar en la mesa de la discusión un conjunto de temas que son importantes para los mexicanos. 

Cierto, el momento electoral genera interpretaciones transexenales, en las que AMLO pretende gobernar en ausencia al marcar una agenda a la muy posible triunfadora, como es Claudia Sheinbaum.  Sin embargo, existen puntos que son cambios de fondo que ilustran en dos sentidos: reforma de Estado y por tanto la necesidad de discutir los temas como proyectos que involucren a todos los actores de manera responsable. Parece contradictorio, para abrir la conversación, se establece una agenda de manera unilateral, desde arriba, que obliga a pensar en sistema democrático y al mismo tiempo, incide en las campañas inmediatas. 

No hay de dos, como se dijo en comentarios de días pasados, democracia y autoritarismo. Lo que hay, es falta de opciones que permite el planteamiento de una sola opción, porque las otras no aparecen. Cierto, estamos en Inter campañas – en términos formales – pero en los reales la acción da una ventaja a la cual la única reacción es el no pasarán, pero no se gestan caminos diferentes. Las cámaras no tienen la mayoría que se requiere para aprobarlas, pero tampoco existen los personajes ni los proyectos políticos para confrontarlas. Se marcó una agenda y se responde a ella y las ideas, en su concepción, proyectan a un AMLO que puede darse el lujo de ser incluso critico de su sexenio, al aceptar tácitamente que hay mucho por hacer y por tanto, que no hubo forma de cumplir con lo prometido. La seguridad es el tema urgente, necesario y en momentos realmente críticos, pero como ha sucedido a lo largo de poco más de cinco años, las evidencias presentadas  se diluyen en una oposición que no encuentra forma. 

Este fin de semana, el  I jab hu da tok, o quien sabe qué, nos mostró  una precandidata en el exterior que no entendió lo que dijo y no estoy seguro si dijo algo. Evidenció la improvisación y la falta de capacidad. Era mejor decir en español y ser criticada en todo caso – Biden ni enterado de su presencia – que convertirse en tendencia negativa en las redes sociales. Xóchitl Gálvez hace lo que puede, pero cuando menos, en mi lectura, más que avanzar, retrocede. En algún momento pensé en escribir que había mejorado algo en sus presentaciones, pero con este desaguisado, queda la duda de si son los asesores, o una carencia personal que explica los avances de AMLO.  Aquí apunté en ocasiones anteriores, López Obrador va a estar en la boleta, y ahí está, firme, porque nunca apareció un López Obrador que critique y se enfrente a López Obrador. En el caso del otro desaguisado, un candidato que con sus amigos disfruta de unas cervezas – que es lo de menos, en el caso de que fueran cervezas – se expresa en términos que poco aportan a la imagen de un candidato del puesto que sea. ¿Quién lo va a tomar en serio luego de las imágenes que aparecieron en redes sociales y noticieros? 

Así, la intercampaña es campaña. AMLO la volvió espacio de poder que va a estar presente en las discusiones diarias, aunque no pasen en el congreso. Desde mi punto de vista, existen propuestas como la desaparición de los plurinominales y la reducción de las participaciones a los partidos políticos, que son necesarias e indispensables. Otras, como la reforma a las pensiones, que se explica muy ilusa al no plantearse de dónde saldrán los recursos que la soporten. La que no entiendo, es la manera en que se realizarían las elecciones de jueces y magistrados.  La que me resulta pésima es que la injerencia e institucionalización  del ejército en la administración pública  en áreas que corresponden a civiles. Es una medida normal para las propuestas de las derechas, por lo que, en la izquierda, y sobre todo con la memoria de 1968 y 1971, es un contrasentido.  Sin duda, las limitaciones en tiempo no permiten entender de fondo lo que podría hacerse en otras que se plantean.  Lo claro es que el 1 de marzo que inicien las campañas, las propuestas que aparezcan en las muy limitadas- hasta el momento – campañas de la oposición, van a llegar tarde, aunque esperemos que bien, para que se pueda contrastar y establecer un rango de competencia que permita fortalecer la democracia. 

Así como muchos arribistas están ahí porque han permanecido a la sombra de AMLO a pesar de su limitada capacidad – no puedo evitar mencionar a Salgado Macedonio, pero hay muchos más – la imposibilidad de construir un personaje que se enfrente a AMLO,  gesta la condición actual, en la que se plantea que si es democrático lo que estamos presenciando. Por supuesto que hay democracia, pero la forma en que se desarrolla deja la duda de quien debe ser responsable de la falta de opciones. Dicho de manera simple, para quienes vean autoritarismo, también vean que no hubo formalidad en las opciones, y eso debilita la democracia al no haber competencia real. 

El plan de la oposición era concentrarse en las regiones. En llegar a las cámaras y tener la representación suficiente para poder mantenerse como están.  Parece que esa es la opción que queda. Mientras, lo que parece contradictorio pero que tiene una lógica, es que los principales opositores de los morenistas surge  de los morenistas. Ese tema es sin duda un pendiente que puede reventar en otro momento, pero en este, no parece que vaya a suceder. 

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