Israel Martínez Páez

TIJUANA BC 5 DE AGOSTO DE 2013 (AFN).- Indigentes que deambulan por la zona centro de Tijuana, cerca del canal del Río, sin inmutarse por la presencia de nuestras cámaras, se drogaron y todavía explicaron el “proceso de cocinar” el cristal que luego compartieron entre ellos.

La experiencia fue un día de muchos que se repiten en esa zona, donde según la Secretaría de Seguridad Pública de la ciudad “bajan” para robar en las colonias de la ciudad, varis de los “residentes” del Canal, que llega a albergar hasta 4 mil personas, algunas de las cuales son migrantes deportados, otras “mañosos” del área y otras más que se dedican a actividades criminales como el “pollerismo” y “narco-menudeo”.

En un tramo del Canal, por el área central,  el reportero de AFN encontró a dos individuos que estaban absortos en su actividad. En una cuchara de tamaño pequeño, ponían una sustancia que se esmeraban en diluir. La cámara fue accionada y los individuos empezaron a hablar sobre lo que estaban haciendo.

Según ellos, preparaban un “coctel” de los que comúnmente utilizan, para drogarse con “Crico” (cristal) y “Chiva” (heroína).

En este caso tenían una dosis de la primera que, según refirieron, les cuesta 50 pesos cada una. La compran, afirmaron “en cada esquina”. Entre el momento de la adquisición y el final de la “cocinada”, apenas si transcurrieron de 15 a 20 minutos.

Antes de iniciar con su “exhibición” los indigentes jóvenes, afirmaron que sí trabajan. Dicen que “limpian carros, barren banquetas y hacen trabajos de pintura”, tan sólo por unas monedas, que les sirven para comprar las ilícitas sustancias.

Incluso presumen que son “los mejores” en la tarea de limpiar carros y en todo lo que hacen. Para diluir el cristal, utilizan agua que obtienen en algún lugar; niegan usar agua sucia porque dicen que eso les puede dañar.

Alguien en algún momento refirió que hay quienes a falta de agua utilizan sus propios orines y al escuchar la pregunta sobre la realidad de esto, los individuos se sorprendieron y lo negaron. Luego reconocieron que esto llegaba a ocurrir aunque exclamaron que quienes lo hacen es que ya andan definitivamente mal.

En la “cocinada” señalan que utilizan un algodón para evitar que la jeringa se “tape” con residuos de tierra y luego, tal y como ocurre cuando a uno le van a sacar sangre, se “ligaron” el brazo a fin de “encontrarse la vena” y que el producto no les fallara.

Con esa dosis, aceptan que tienen para “volar” durante varias horas y proceden a inyectarse como lo haría un experto en esto. Pero eso sí, por “higiene” cambian las jeringas que utilizan para “no contaminarse”. Inclusive, a instancias de uno de los viciosos, quien “cocinó su dosis” acepta compartir con otro drogadicto que llegó en ese momento y les pidió droga, por estarla necesitando.