El caso del ex celador de la Penitenciaria de Tijuana que terminó con serias afectaciones psicológicas, luego de los motines registrados hace varios años, y que se plantó en huelga de hambre para exigir atención médica para él y su familia, es una de las secuelas de aquellos acontecimientos donde predominó la opacidad y se ocultó información sobre la cantidad real de muertos y los excesos policiacos cometidos.
José Enrique García Sánchez