Reencuentra a su rescatista tres décadas después
Agencia Fronteriza de Noticias
IZZI
VOTAR ES UN DERECHO Y UNA OBLIGACIÓN. VOTA ESTE PRÓXIMO 2 DE JUNIO
Telcel Mayo 2024
Programas Villegas
Translate this website into your desired language:

Reencuentra a su rescatista tres décadas después

MÉXICO - lunes 19 de septiembre de 2016 - La Silla Rota.
1192

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- Uno de sus brazos fue la única parte de su cuerpo que no quedó sepultada y con esa mano libre pudo darse cuenta que su abuela iba perdiendo las fuerzas hasta que lamentablemente perdió la vida.

En las otras recámaras del departamento del viejo de edificio ubicado en la calle Eligio Ancona, en Santa María La Ribera, estaban la madre de Yolanda Oralia, su hermano menor y su perrita, pero sólo ella, una adolescente de 18 años de edad, sobrevivió al sismo del 19 de septiembre de 1985.

Treinta años después, Yolanda decidió compartir, en público, por primera vez su historia y parte de la trascendencia de su relato radica en que, sin proponérselo, conoció a José Luis Orta, uno de los vecinos que rescataron a las víctimas de aquel edificio, incluida  ella. Él tenía en aquél entonces 14 años.

Luego de tres décadas, sin saber uno del otro, ambos se conocieron y con los sentimientos a flor de piel pudieron abrazarse y conocer otra versión de ese trágico episodio que cambió la vida de los dos.

Ambas historias fueron parte de una actividad organizada por la Biblioteca Vasconcelos y, bajo el título de “Libros Humanos”, una docena de protagonistas contaron sus historias de aquel terremoto.

YOLANDA

La historia de Yolanda Oralia se tituló “El murmullo de las paredes” y su relato, contado por ella misma, comenzó a las 07:19 horas del 19 de septiembre de 1985, cuando empezó a temblar y, con la angustia de que su abuela no se espantara de más, corrió para auxiliarla a una de las recámaras del departamento.

Yolanda y su familia vivían en Eligio Ancona y ese edificio fue el único que colapsó en toda la Santa María La Ribera, sin embargo ella creyó, durante las horas que estuvo sepultada, que se trataba del fin del mundo.

“Cuando comenzó el temblor, corrí a la habitación de mi abuelita, porque ella era quien más se asustaba con los temblores (…) y al ver que el sismo se tardaba mucho comenzamos a rezar. Vi cuando se comenzaron a romper la paredes y ventanas, y al tratar de levantar a mi abuelita para salir de ahí perdí el conocimiento, ya no me dio tiempo de sacarla”, relató Yolanda, quien en ese momento era una estudiante.

Cuando recobró el conocimiento, Yolanda tenía sobre su espalda parte del techo y cree que la cama de su abuelita le ayudó a no morir aplastada, pues su pecho estuvo recargado en algo “blandito” como la textura de un colchón.

Por la rapidez en que sucedieron las cosas, ella pensó que se trataba de un mal sueño, pero la voz de su abuela pidiendo ayuda la regresó a su trágica realidad. Con el brazo libre comenzó a buscarla y logró tomarle la mano.

“Yo escuché a mi abuelita que me dijo que le ayudara, pero yo no podía moverme y lo único que pude hacer fue tomarle su manita (…) pero después ya no la volví a escuchar”, recordó.

Al pasar las horas y ante la angustia de no ser rescatada, Yolanda rezó continuamente en voz alta, lo que provocó la pérdida de oxígeno. Ella recuerda que su mente, en ese momento, la transportó a una escena dantesca en la que se acababa el mundo; creyó que afuera, en la superficie, todo lo que conocía como humanidad estaba destruido, que el cielo ya no era azul, sino rojo, y que se trataba del fin de todos los tiempos, como lo relata la Biblia.

Cuando comenzó a resignarse y a creer que era cuestión de tiempo para morirse, escuchó pasos y voces que venían de afuera y poco más tarde dieron con ella. Los rescatistas, a través de un agujero, introdujeron una manguera con oxígeno, el cual le permitió seguir despierta y con fuerzas.

“Hicieron un hoyo y me sacaron de los hombros. Después entendí que volví a nacer, como cuando nace un bebé. No sé quién me sacó, pero hace ratito me encontré a una persona que dijo que él estuvo en el edificio sacando gente y le dije: ´yo creo que tú eras uno de los que me sacaron´; ahora les doy gracias a esas personas que me ayudaron”.

AÑOS DE CRISIS

Yolanda relató que luego de los funerales de su familia, vivió 20 años con cuadros severos de depresión y de angustia, al grado de intentar suicidarse varias veces: “viví con mucho miedo y con mucha culpa porque fui la única sobreviviente”.

Con el tiempo, y luego de un proceso largo de sanación, se convirtió en psicóloga y ahora ayuda a la gente que al igual que ella vive con depresión.

“Viví 20 años muriéndome (…) pero hace 10 años comencé a retomar mi vida, a tomar en serio las terapias, a retomar mi carrera de psicología y gracias a Dios hoy estoy trabajando como psicóloga”.

“Para mí todavía es muy difícil hablar de esto, porque murieron personas muy importantes para mí. Todavía le tengo mucho miedo a los temblores, tengo claustrofobia, por lo que no puedo estar en un lugar encerrada, pues tengo todavía la sensación de cuando yo estaba abajo”.

JOSÉ LUIS, EL RESCATISTA

La historia de José Luis Orta se llama “El sismo que cimbró mi vida” y su relato tiene como protagonista el edificio y las víctimas de aquel inmueble de Eligio Ancona, en el que vivieron Yolanda y su familia.

En 1985, José Luis tenía 14 años de edad y recordó que al momento del temblor escuchó a lo lejos, fuera de su casa, un estruendo, como si algo pesado se hubiera desplomado.

Ya concluido el sismo, salió de la vecindad en la que vivía en Flores Magón y se dirigió a la casa de otros familiares que vivían a tres cuadras, sin embargo a su paso se encontró con una nube de polvo y un edificio de departamentos colapsado.

“Un edificio de cuatro pisos se había venido abajo. Es el único momento de mi vida en el que he quedado en shock; quedé paralizado frente a ese edificio y no sabía qué decir. Sentí mucho miedo en ese momento”, recordó.

En ese momento, los vecinos se organizaron y comenzaron a rescatar a los inquilinos atrapados. Las primeras escenas que recuerda fueron de destrucción y de muerte.

Con lágrimas y con la cara desencajada, José Luis relató que su primer contacto con esas víctimas fue la de una madre muerta, protegiendo con sus brazos y su cuerpo a su bebé que seguía con vida.

Explicó que las escenas de muerte se repetían una y otra vez, pero con alegría recuerda que también encontraban a personas con vida y que eran trasladadas inmediatamente a los hospitales cercanos de la zona.

José Luis Orta intuyó que 80 por ciento de las personas que habitaban ese inmueble en Eligio Ancona fallecieron, pero las historias de éxito les daban a los rescatistas el ímpetu necesario para seguir quitando piedras.

“Fueron muy pocas las personas que se sacaron vivas”, relata este rescatista improvisado que todavía no olvida el silencio que se hacía en el lugar cuando sacaban a alguien de los escombros”.

Luego de los traumas que le dejó esa experiencia, los que provocaron que durmiera en una silla en la puerta de su casa para salvar a su familia y salir corriendo en caso de que ocurriera otro temblor, José Luis resaltó la solidaridad de los vecinos ante la tragedia y destacó que muchas víctimas están con vida por la prontitud en la que se organizó la gente para rescatarlos. Igualmente, mencionó que el ejército mexicano llegó después al lugar de la tragedia, pero sólo se dedicaron a supervisar las labores de rescate de los vecinos de Santa María la Ribera.

Luego de tres décadas, estas dos personas, Yolanda y José Luis, pudieron reencontrarse; se abrazaron, lloraron y al final se tomaron la foto del recuerdo y ambos cerraron un episodio que nunca olvidarán en sus vidas. Al rescatarla y al llevarla al Hospital Rubén Leñero, Yolanda comenzó a darse cuenta que el mundo no se había acabado como ella pensaba y que su edificio era el único colapsado. Ahí, comenzó una segunda parte de su tragedia.

Ayuntamiento Mayo 2024
Matemáticas Fáciles
21 Aniversario
IZZI Abril 2024
PBM Medicina
Buscador Acerca de AFN Ventas y Contacto Reportero Ciudadano