MÉXICO 20 MAYO 2016 (LA SILLA ROTA).- Carlos Emmanuel Meza Nava salió de casa el 9 de mayo de 2015 por la tarde, como casi todos días. Visitó a su novia y se fue a beber una copa de mezcal a un lugar cerca del mercado central, sobre el bulevar Eucaria Apreza.

Pero, esa tarde su rutina, como la de todos los habitantes del lugar, tuvo un sobresalto. Desde las comunidades al sur de Chilapa, en camionetas, llegaron a la cabecera municipal pistoleros que controlaron hasta el paso de peatones en las calles durante los cinco días siguientes.

Carlos Emmanuel tiene 21 años y está inscrito en una de las carreras técnicas de la Universidad Tecnológica Norte de Chilapa. La última vez que lo vieron fue cuando los civiles armados lo sacaban por la fuerza del negocio donde bebía mezcal.

Esos cinco días se conocen como el periodo de más desapariciones en el municipio. La organización Siempre Vivos documentó 16 desapariciones de las pueden ser más de 60  en los últimos dos años.

Al otro día, los familiares de Carlos Emmanuel fueron con los civiles armados a preguntarle por él, pero le respondieron con cierta ironía -recuerda uno de ellos– que no lo tenían, pero que podían preguntarle a "El Chaparro", como apodan a Zenén Nava, líder Los Rojos en Chilapa.

Un mes negro

La vida en Chilapa a partir del 9 de mayo del año pasado  se convirtió en una agonía: hombres armados en camionetas de redilas irrumpieron en la cabecera municipal. Tomaron la comandancia de la Policía Municipal: desarmaron a los agentes, les quitaron sus patrullas y con ellas instalaron retenes en la glorieta Eucaria Apreza y en la entrada y salida al pueblo.

Revisaron todos los taxis y carros particulares que se encontraban. Catearon domicilios y comercios. En las calles sólo ellos, junto con  policías y militares que no parecieron estar pendientes de lo que ocurría.

Los gobiernos estatal y federal habían dispuesto de un enésimo operativo para dar “seguridad” a la zona que significa la entrada a La Montaña, pero que a la vez conecta con los municipios de Quechultenango y Zitlala.

Hasta el día siguiente surgieron pistas de la irrupción. Los civiles armados se identificaron como habitantes de las comunidades del sur de Chilapa, del lado que conecta con Quechultenango, municipio conocido como bastión de Los Ardillos; se asumieron comunitarios en busca de los líderes de Los Rojos.

Ese grupo en realidad articuló lo que sería la permanente ausencia de los desaparecidos de Chilapa.

Las desapariciones

Geminio Neri Agustín y Josefino Jesús Cruz sólo pasaron por Chilapa, camino obligado a su pueblo  Zilacayota, municipio de Ecatepec. Volvían de Petatlán, comunidad de Atlixtac, de cobrar un dinero por una jornada de trabajo. La última vez que se comunicaron con sus familiares todavía estaban en la ciudad.

Alexandro Nava Reyes es chofer de un carro materialista, tiene 22 años. Hombres armados se lo llevaron frente a la tienda Súper Che.

Al comerciante Jaime Eduardo Villanueva, de 31 años, lo desaparecieron de una calle del centro de Chilapa. Quienes vieron, dijeron que unos hombres lo pararon –manejaba su motocicleta–, golpearon y subieron a una camioneta.

Hasta la comunidad de El Paraíso, ubicada a unos 10 minutos de la cabecera municipal de Chilapa,  entraron unos civiles armados y se llevaron a Arturo Gutiérrez Jaimes, un albañil de 19 años.
        
A Crispino Carreto González y su hijo Samuel Carreto, son originarios de la comunidad Ahuihuiyuco, pero fueron a Chilapa a los mandados del día. En el lugar que conocen como La Botella unos hombres armados se los llevaron.

El día que desaparecieron a Daniel Velázquez Romero, un joven de 23 años, cargaba gasolina a su moto junto con su esposa. Hombres con las mismas características cargaron con él.

Jorge Abarca Jaimes, es un adolescente, acompañaría en la moto a su patrón a repartir tortillas hasta Zitlala. Pasaron por el salón de fiestas California y se encontraron a los hombres armados; los bajaron, los golpearon, pero sólo subieron a Jorge a una de sus camionetas. El 18 de marzo del 2015, Héctor Abarca, hermano de Jorge, también fue desaparecido en Chilapa.

Por Jorge Luis Salmerón Hernández, otro estudiante de la Universidad Tecnológica de Chilapa de 22 años, pidieron un rescate de 25 mil pesos que la familia pagó. Hay testigos de que a él también se lo llevaron los armados.

Los hermanos Juan, Miguel y Víctor Carreto Cuevas, de 20, 24 y 15 años estuvieron en Iguala para vender una becerra. Son de Ahuihuiyuco y parientes de Crispino y Samuel, otros desaparecidos. Apenas cruzarían El Arco, entrada a la cabecera municipal de Chilapa, pero antes los retuvieron unos hombres con armas y cara tapada.

Don Bernardo Carreto, es padre de los tres, y vio cuando los bajaron, ataron de las manos y se los llevaron. Él manejaba una unidad del transporte público que iba detrás de la camioneta de sus hijos.

Don Bernardo se dedicó hasta el día de su muerte a buscar y exigir junto a la organización Siempre Vivos que también los buscaran. Lo mataron el 22 de diciembre de 2015.

Los Carreto son los que más desparecidos tienen, además de que les han asesinado a siete. Don Bernardo es hermano de Silvestre Carreto, secretario de Seguridad Pública en Chilapa durante el gobierno de Francisco Javier García, señalado de tener vínculo con Los Rojos.

Sergio Derramona Abarca, es un comerciante de 25 años de edad, que la última vez que lo vieron  estaba afuera del mercado central, su lugar de trabajo. Siete hombres con armas se acercaron a él y lo subieron a golpes a una camioneta junto a otro que estaba al lado, y que liberaron después. Él le dijo a la familia del comerciante que los llevaron hasta la colonia Las Palmas, pero que ya no lo volvió a ver. 

Estas desapariciones y la de Carlos Emmanuel son las 16 documentadas del 9 al 14 de mayo de 2015.

Los detalles de las desapariciones las dieron los familiares al Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón (Centro Morelos), testimonios que después entregaron a la PGR.

La búsqueda

En Loma Larga, un paraje de la comunidad Ahuihuiyuco (Chilapa), Los Otros Desaparecidos de Iguala comenzaron a instruir a los Siempre Vivos de Chilapa para la búsqueda de los suyos en fosas clandestinas. En los primeros 30 minutos de búsqueda del 12 de mayo de un año después, dos fosas con cadáveres.

Tan pronto pisaron los cerros del noroeste de la cabecera municipal, Simón Carranza, un hombre de unos 50 años, quien ha sacado más de 100 muertos de los cerros de Iguala, les dijo la señal para ubicar una fosa clandestina: tierra suelta color clara, casi blanco, diferente al resto, como una mancha.

Mario Vergara, el joven buscador del equipo de Iguala, dividió en dos grupos a los 24 familiares de desaparecidos en Chilapa que asistieron, y comenzaron a peinar la zona. Él colocó a los miembros de su equipo en una hilera a lo ancho del terreno, con los brazos extendidos para abarcar más perímetro, y avanzaron al frente con pasos sincronizados, sin perder detalles del suelo.

Del otro lado, Carranza, rascó la tierra con ligereza y cierta maestría: el primer hoyo y una fosa con un cadáver. Descubrió parte de una pelvis y un cráneo.

Alguien llevó la noticia hasta allá que del lado de Vergara también encontraron una fosa con un cadáver más fresco.

En ese lugar, el 6 de enero de 2015 la Policía Ministerial del Estado (PME) encontró enterradas 11 cabezas, al parecer la de los cuerpos quemados que dejaron en un camino hacia Ayahualulco (Chilapa) con un mensaje firmado por Los Rojos contra Los Ardillos, el 27 de noviembre de 2014.

José Díaz Navarro, quien coordina a los familiares de desaparecidos en Chilapa, hizo un juicio tan pronto descubrieron los cadáveres: "estas fosas ya estaban, fueron reutilizadas".

Los familiares de desaparecidos en Chilapa llamaron a los de Iguala que solos –sin ninguna autoridad– han encontrado 145 cadáveres y 500 fragmentos de huesos, con 15 reconocidos hasta la fecha, para que los capacitaran para su propia travesía de búsqueda.