CIUDAD DE MÉXICO 18 DE MAYO DE 2016 (La Silla Rota).- “Para luchar se necesita tener esperanza, porque sin esperanza la lucha no se entiende”, dijo en varias ocasiones Luis H. Álvarez, uno de los principales ideólogos del Partido Acción Nacional (PAN), quien falleció este miércoles 18 de mayo, a los 96 años de edad.
“Don Luis”, como le decía toda la clase política del país, fue dentro del panismo uno de los personajes más emblemáticos, al nivel de Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna, fundadores de este instituto político formado por académicos, empresarios, católicos y personajes conservadores.
El legado político de este espigado empresario textil, nacido en 1919 en Camargo, Chihuahua, comenzó a medios de la década de 1950, cuando el propio Manuel Gómez Morín lo invitó a sumarse a este instituto político, como candidato al gobierno chihuahuense y poco después como abanderado a la Presidencia de la República.
A partir de ese momento, además de ideólogo de ese partido, fue alcalde de la capital de ese estado fronterizo, senador, preso político, presidente nacional del PAN y mediador de la paz en el conflicto armado del Ejército Zapatistas de Liberación Nacional (EZLN).
En las últimas cuatro décadas, Luis H. Álvarez fue una pieza clave en el escenario político nacional, pues a través de sus decisiones se dieron episodios de gran trascendencia como la negociación que finalmente permitió que Carlos Salinas de Gortari asumirá la Presidencia de México, pese a los señalamientos de fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas.
A estas negociaciones con Salinas se le conoció como las “concertaciones”, que en términos prácticos significó abrirle las puertas al PAN para que comience a gobernar entidades federativas.
De esta forma, el empresario Ernesto Ruffo, actual senador blanquiazul, se convirtió en el primer gobernador panista de Bajo California y luego más tarde se concretaría el triunfo en chihuahua de otro empresario: Francisco Barrio.
Con Luis H. Álvarez, encabezando las decisiones panistas, comenzaron a llegar a ese partido personajes como Manuel Clouthier “Maquio”, Ruffo y Barrio, así como el ex presidente de México, Vicente Fox.
En la década de 1990 fue senador de la República y con la llegada a Los Pinos de Vicente Fox, fue nombrado coordinador para el Diálogo y la Paz en Chiapas, pero no fue bien visto por los propios zapatistas.
En la administración del ex presidente Felipe Calderón fue el Comisionado para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y después Consejero para la Atención a Grupos Vulnerables.
El derecho está de nuestro lado
En la década de los años 50, cuando entró a la política y vivió en carne propia la represión del gobierno priísta, encabezó la primera caravana que salió de Ciudad Juárez y llegó al Zócalo de la Ciudad de México.
Esta actitud, le dio el respaldo necesario a Luis H. Álvarez para ser, en 1958, el abanderado del PAN a la Presidencia de la República, compitiendo contra el priísta Adolfo López Mateos.
En sus memorias, el propio Luis H. Álvarez relata que esa campaña presidencial fue una “brega de obstáculos”, al enfrentar a un régimen en plenitud de su fuerza corporativa.
Desde ese momento, Luis H. Álvarez y su esposa Blanca Magrassi, quien comenzó con la tarea de adoctrinar mujeres al panismo, se convirtieron en un referente de ese instituto político.
En ese tiempo, una de las posturas de los panista fue abstencionismo y en el que básicamente se pedía a le gente votar en blanco, con la idea de mandar un mensaje de desacuerdo al régimen y al sistema electoral, aunque luego basó sus postulados en la participación y en la negociación política.
En 1982, Luis H. Álvarez buscó ser senador de la República, pero una vez más el sistema le impide su llegada a la Cámara Alta, aunque un año más tarde compite por la alcaldía de Chihuahua y la gana.
En 1986, encabeza una huelga de hambre y vuelve a emprender otra caravana para defender una vez más el voto, lo que permite que intelectuales, como Octavio Paz, apoyen sus decisiones políticas.
En esa época, se unen a Luis H. Álvarez, ya como líder nacional del PAN, personajes como Carlos Castillo Peraza, Felipe Calderón, Margarita Zavala, entre otros.
Con Salinas, este panista se vuelve clave en las negociaciones. Muchos panistas aplaudieron esta determinación, pero también fue fuertemente criticado por haber convalidado el fraude electoral.
Además de ser respetado en las filas panistas, cultivó grande amistades con políticos y pensadores de todos los espectros ideológicos del país, como Heberto Castillo, Hugo Gutiérrez Vega, Gilberto Rincón Gallardo, Octavio Paz, entre otros.
