*.- Espacio Migrante lleva a cabo un programa de empoderamiento

TIJUANA BC 29 DE MARZO DE 2017 (AFN).- Desde principios de febrero, la organización Espacio Migrante, en colaboración con La Iglesia de El Faro y el Semillero Comunalidad Educativa, llevan a cabo un programa denominado Atención Integral a Deportados (AID), en el cual a través de distintos talleres, asesorías y terapias, los connacionales repatriados salen empoderados, con alta autoestima, sus papeles en regla y con conocimiento tanto de la ciudad, entorno y la cuestión laborar, además sobre sus derechos y obligaciones.

De acuerdo con Paulina Olvera Cañez, presidenta de Espacio Migrante, quien platicó con AFN, por el momento se trata de un programa piloto, en el que han participado tres grupos de cuatro personas cada uno, y que concluirá a finales de mayo, del cual consecutivamente realizarán una evaluación general para ver qué aspectos dieron resultados, cuáles se pueden modificar y que no sirve, ello con la idea de incrementar el proyecto y atender a un mayor número de personas en julio próximo.

Las circunstancias actuales, dijo, por las que están pasando los migrantes han sido muy difíciles y la situación ahora se ha complicado porque se van a venir cosas peores con las políticas más restrictivas migratorias de Donald Trump, para ello se están preparando, resaltó, porque se necesita una ayuda integrada, más allá del asistencialismo, y es el hecho de darles las herramientas a los deportados para que puedan establecerse y hacer una vida digna en esta ciudad.

“Cuando llegan vienen tan desorientados que si no se les ayuda es muy probable que caigan en situación de calle o en las adicciones por la depresión que tienen y tenemos que ser conscientes de ello, porque no es por elección propia muchas veces la situación en la que están, ya que si fuera tan fácil ellos hubieran arreglado sus papeles allá”, apuntó.

Olvera Cañez detalló que precisamente este proyecto nació con la intención de rescatar personas en situación de calle, pero en la configuración del mismo se dieron cuenta que no podían hacerlo con los recursos que contaban porque muchos ya estaban en situación de adicciones, por lo tanto el proyectó mutó hacia lo preventivo, a captar a las personas desde que son deportados para ayudarles y no dejarlos que caigan en las adicciones o ronden por las calles.

Actualmente están trabajando con ocho mexicanos deportados, cada cuatro semanas, en una estancia donde se les brinda hospedaje, alimentos, atención psicológica, trabajo social para ayudarles a obtener sus documentos, consejería y vinculación laboral, para que cuando terminen el curso ya salgan con trabajo y vivienda.

Explicó que los deportados son reclutados en el Albergue Ejército de Salvación, quienes tienen que cumplir un perfil como: ser mexicano, deportado, mayor de 18 años, que cuenten con carta de deportación o salida voluntaria, además de no consumir sustancias, para lo cual se les hace un antidoping, esto último porque es una medida de prevención y atención antes de que puedan caer en las adicciones.

Cada 15 días entran cuatro personas al programa, pero en la casa se juntan ocho personas, porque se traslapan los grupos, ello para generar una interacción. A los que van entrando se les explica el programa y firman una carta compromiso de no consumir sustancias y asistir a todos los talleres y actividades; ya que están en la casa, se les explican las reglas que hay que cumplir ahí dentro y ellos colaboran en las mismas, lo interesante de ello es que ahí pueden hacer uso del teléfono y comunicarse con sus familias, tienen asesoría legal y médica.

Durante esta primera semana de estancia, que es la más intensa, resaltó la activista, se les orienta para sacar sus documentos como su IFE o acta de nacimiento. Entre los talleres se les ofrece uno sobre “su ubicación en el espacio”, para georeferenciarlos porque algunos nunca han estado en esta ciudad y no saben cómo se compone, ello se complementa con un recorrido urbano y una visita al Centro Cultural Tijuana (Cecut), esto para “nutrir el alma”, lo cual les genera una muy buena impresión.

Aunado a ello, agregó que se realizan actividades físicas como Yoga, también tienen talleres laborales en los que se les explica cómo presentarse ante una entrevista de trabajo, sobre cómo está la situación laboral en Tijuana, lo cual, dijo Paulina, a veces les genera “un gran shok” por el hecho de pensar que antes ganaban a 20 dólares la hora y acá ganarán solo 2 pesos, por ello se les explica también el costo de vida de aquí, la cuestión de las rentas, autofinanzas, servicios que ofrecen los trabajos, diferencias de pagos entre los sectores como la maquila, la consctrucción y los call center.

Olvera Cañez destacó que uno de los talleres que se les ofrecen lo da Robert Vivar, una de las personas más conocidas de la comunidad deportada, quien ofrece su testimonio para empoderarlos, y después que realizan todos los talleres se van a realizar entrevistas de trabajos, después hay actividad libre en el propio espacio y terminan yendo a la misa en El Faro, para posteriormente relajarse con una película en el Cine Tonalá.

Las semanas consecutivas siguen trabajando, dijo, sobre todo cuando rrealizan terapia grupal y búsqueda de vivienda, en el cual se les acompaña en todos estos procesos y se les da seguimiento, lo más interesante de todo, destacó, es que al final de todo salen empoderados, con alta autoestima, sus papeles en regla y con conocimiento tanto de la ciudad, su entorno y la cuestión laborar, además sobre sus derechos y obligaciones.

Paulina, refirió que aunado a todas las actividades que realizan con los deportados, este programa también tiene el objetivo de concientizar a la población de Tijuana sobre su condición y así poder quitar ese estigma que se tiene de ellos, por ello, dijo, “las puertas están abiertas para voluntarios que quieran integrarse para realizar talleres y actividades”.

Esto ya que entre las malas experiencias que han tenido en esa búsqueda de trabajo para los deportados, resaltó, fue en un restaurante en el que el dueño se negó rotundamente a contratarlos, cosa que está en todo su derecho, pero lo grave, dijo, fue la manera como se expresó de ellos y las cosas fuertes que dijo, lo cual quiere decir, por esta y otras situaciones, que todavía sigue existiendo demasiado estigma contra los deportados.

“El proceso con ellos ha sido difícil porque se percibe mucho el estado de ánimo en el que se encuentran cuando son captados, ya que muchos están en shock porque no pueden aceptar su realidad y otros se generan la idea de volver a cruzar, pero en la primera terapia y en los talleres se van notando los cambios y es de lo que se trata, de contribuir a su desarrollo e inclusión en la sociedad”, expresó.

Pero Paulina tiene muy claro que las organizaciones solamente pueden hacer esta y otras labores hasta un cierto punto, por ello, destacó que se necesita que el gobierno elabore una estrategia que permita atender a todas estas personas y darles seguimiento, porque la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene un programa denominado “Puertas Abiertas” que debió haber iniciado desde agosto del año pasado pero no lo han echado a andar, y la situación con Trump se va a complicar.

Por ello, puntualiza Olvera Cañez, aunque de momento este proyecto es piloto, ya están trabajando arduamente para que se consolide y cada vez puedan atender a más deportados con la participación de más voluntarios y organizaciones que quieran sumarse a ello.