*.- Malos tratos, acoso sexual, violación o abuso psicológico durante su arresto e interrogatorio
CIUDAD DE MEXICO 28 DE JUNIO DE 2016 (AFN).- La directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guevara Rosas, informó que de acuerdo a Amnistía Internacional, la violencia sexual, es usada de manera habitual como tortura para obtener “confesiones de mujeres”.
Cien mujeres detenidas en México, recluidas en prisiones federales, contaron a Amnistía haber sufrido tortura, malos tratos, acoso sexual, violación o abuso psicológico durante su arresto e interrogatorio a manos de policías municipales, estatales, federales o miembros del ejército y la marina.
“Las mujeres procedentes de entornos marginados son las más vulnerables en la denominada 'guerra contra el narcotráfico' de México. Las autoridades, normalmente están más preocupadas por que se vea que están encarcelando a gente que por encontrar a los verdaderos delincuentes, así es que suelen considerarlas objetivos fáciles.”, pues hay menos probabilidades de que puedan costearse una defensa efectiva.
Prácticamente todas han sido acusadas de delincuencia organizada o de delitos relacionados con drogas. Muchas fueron presentadas ante los medios de comunicación como “criminales” inmediatamente después de haber sido obligadas a “confesar” los delitos.
Según datos de las comisiones local y nacional de derechos humanos, sólo en 2013 se presentaron más de 12.000 denuncias de tortura y otros malos tratos ante estos organismos en todo el país, donde 8.943 de las posibles víctimas eran hombres y 3.618 mujeres. Entre 2013 y 2014 se duplicaron las querellas por tortura presentadas ante la Procuraduría General de la República en México, pero sólo se ha abierto un número limitado de investigaciones, sin que se hayan presentado cargos de alguna clase a partir de estas investigaciones.
Guevara Rosas puntualizó que los organismos encargados de hacer cumplir la ley, ministerios públicos y tribunales de México siguen sin investigar, enjuiciar y castigar la violación, pudiendo transmitir “el peligroso mensaje” de que violar a mujeres o utilizar otras formas de violencia sexual para obtener confesiones es admisible y está permitido en la práctica.