Tijuana BC 22 de junio de 2014 (AFN).- Sin entrar abiertamente a la defensa de sacerdotes que han sido acusados de pederastas dentro de la Iglesia católica local ni tampoco hablar en forma directa este tema, el arzobispo de la arquidiócesis local Rafael Romo Muñoz pidió hoy a feligreses “no prestar oídos al cuchicheo de la gente”.
Durante su homilía dentro de la misa dominical del mediodía, Romo Muñoz no abordó temas que involucran a grupos minoritarios, tampoco políticos ni temas polémicos, sino que mediante “figuras” bíblicas llamó a los tijuanenses a “defender su fe a toda costa y a no temer a los hombres”.
El arzobispo hizo su aparición tradicional en la Catedral de la zona Centro de Tijuana, después de unos días de la conferencia de prensa en la que aceptó que El Vaticano está investigando los casos de por lo menos siete sacerdotes locales que enfrentan acusaciones por abuso sexual o pederastia.
Durante la Misa celebrada hoy el arzobispo habló con tono solemne y llamó también “a no temer, tras ser enjuiciados o perseguidos”. Hizo referencia a la “Lectura del profeta Jeremías: (20, 10-3)”, quien a través de ésta refería:
“Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror’. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo: ‘si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él”.
“Pero el Señor, guerrero poderoso, está de mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable. Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa”.
Romo Muñoz, también dio lectura al “Evangelio según San Mateo (10, 26-33)” cuyo contenido iba en función de un mensaje muy similar al anterior.
Al término de la ceremonia, el arzobispo reiteró a los presentes la obligación que tienen de defender su fe y los invitó a cerrar sus oídos a los herejes y a no temer la persecución de los hombres.