De Estrada Sastré a Blancornelas
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De Estrada Sastré a Blancornelas

TIJUANA, BC - lunes 30 de septiembre de 2013 - DORA ELENA CORTÉS.
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*.- Y hubo otros periodistas que contribuyeron al fortalecimiento del estado

DORA ELENA CORTES

TIJUANA BC 30 DE SEPTIEMBRE DE 2013 (AFN).- Para la generación actual, incluidos los jóvenes reporteros que hoy laboran para los diferentes medios de difusión, las historias de Jesús Blancornelas, Francisco Ortiz Franco y Héctor “El Gato” Félix Miranda, son su única referencia de periodistas que arriesgaron la vida por su trabajo y que se convirtieron en víctimas de la intolerancia hacia el trabajo reporteril.

Sin embargo, lo que no saben es que antes, hubo otros, que también perdieron la vida por agresiones brutales y los hubo que no se enfrentaron a estos riesgos pero que con su ejemplo de vida, conducta, pero sobre todo, ejercicio libre del periodismo, nos llevaron a disfrutar de la cierta independencia que hoy en día se vive en materia de libertad de expresión.

El homenaje que el Congreso estatal rendirá este día a más de un centenar de hombres y mujeres que forjaron el periodismo que hoy existe en la entidad y que contribuyeron al desarrollo de Baja California, nos lleva a reflexionar sobre los casos y vidas de algunos que nos antecedieron y que por una razón u otra, pasaron a “mejor vida”.

Antes cabe establecer que en meses recientes, colegas de la ciudad de Mexicali, solicitaron un espacio contiguo a la sala de prensa en el Congreso estatal para habilitarlo como una especie de redacción, que les permitiera instalarse con sus equipos y desde ahí, transmitir de manera inmediata y oportuna, la información que pudiese surgir de la Legislatura que está por concluir.

El Dr. Hilario de la Torre, Jefe de los Servicios Administrativos, aceptó esta solicitud y fue habilitado el espacio, sin embargo, Raúl Law, uno de los promoventes, propuso que fuera “bautizada” esta sala, por lo que el Director de Comunicación, Víctor Alarcón Requejo sugirió a su vez que se estableciera el “Corredor de los Periodistas”, para honrar la memoria de quienes ya partieron de este mundo, pero con su trabajo cotidiano, dejaron las bases de lo que ahora vivimos.

De esta forma, varios periodistas de Baja California se involucraron recordando nombres, historias y casos de esos pioneros de la comunicación, particularmente en lo que se refiere al periodismo, logrando elaborarse una primera lista de por lo menos un centenar de periodistas, a partir de los años 40s.

Alarcón Requejo acepta que “pueden faltar varios” sin embargo es un inicio, con esta lista en la que incluso aparecen nombres de personas que no fueron netamente periodistas pero que trascendieron como comentaristas o comunicadores, particularmente desde los medios electrónicos.

Como se trata de la primera, llegamos hasta donde nos fue posible, con los pioneros de hace 50 años o más e incluso aquellos que perdieron la vida intempestivamente, dijo Alarcón.

Pero volviendo al tema, es menester precisar que hubo quienes por la intolerancia oficial, según establece la “vox populi”, perdieron la vida, cuando Baja California iniciaba su vida como estado “libre y soberano” y cuando todavía era usual encontrar “caciques” como los que abundan en pequeñas ciudades y pueblos de nuestro país.

En alguna ocasión, entre los “libros prohibidos” que mi padre Alfredo Cortés Cruz, de quien más adelante hablaré, tenía en su extensa biblioteca, encontré unos que me cimbraron, ya que entonces era una adolescente que poco sabía de la vida pero que andaba hurgando entre una gran cantidad de historias que me parecían atractivas.

Entre otros encontré un título que decía “Tijuana Ciudad Maldita” con una imagen de mujer que luego entendí que caracterizaba a una prostituta, así como una jeringa, en su portada. No recuerdo el autor, pero sí que alarmada le pregunté que cómo alguien podía llamar “maldita” a la ciudad donde vivía y que me vio nacer.

Hubo una respuesta a medias, pero inteligente que me dejó parcialmente satisfecha y cuando la leí me sorprendí de todo lo que ahí se anotaba y que al paso de los años, en otras dimensiones y con otras características, podría parecer todavía actual.

No recuerdo si en ese o en otro libro, también me enteré del asesinato en 1961 de Carlos Estrada Sastré, columnista que fue del ya desaparecido periódico “Noticias” de José Garduño, pero que cuando yo conocí lo manejaba su viuda, doña Clara de Garduño.

Más adelante me enteré además, de otro asesinato: el de Manuel Acosta Meza, pero éste, algunos años antes, en julio de 1956. No entendía por qué mataban periodistas, pero sí que los presuntos asesinos eran del sector oficial, lo que me escandalizaba aún más. Ya en “mis tiempos” me tocó ser testigo de los crímenes de Héctor “El Gato” Félix Miranda y Francisco Ortiz Franco, así como el atentado en contra de Jesús Blancornelas, donde murió su escolta Luis Valero.

A Manuel Acosta Meza, lo asesinaron en su domicilio en tiempos de Braulio Maldonado. Se dice que el entonces director de un periódico semanario llamado “El Imparcial”, fue acribillado por individuos que llegaron hasta su casa y tocaron la puerta, supuestamente para pedir algunos datos sobre un domicilio que decían buscar.

Cuando ya tenían al periodista frente a sí, lo atacaron a tiros, no importando que estuvieran junto a él sus pequeños hijos.

De Acosta Meza se indica que hacia fuertes denuncias sobre la prostitución existente en Tijuana y acusaba directamente a funcionarios protegidos por el gobernador Maldonado, entre éstos el entonces ex diputado federal José Ricardi Tirado. A las afueras de su casa, en la calle Tercera del centro de la ciudad, sus descendientes instalaron un monumento en su memoria.

Ese mismo año, pero el 2 de septiembre, en la calle Cuarta y Ave. Baja California de Mexicali, fue asesinado el dueño de una imprenta, llamado Fernando Márquez Sánchez, ya que ahí se publicaban periódicos donde se exhibían supuestos actos de corrupción del mencionado gobernador, dicen las notas de aquellos años.

Luego, el 27 de noviembre de 1961, Carlos Estrada Sastré, columnista del periódico “Noticias” de Tijuana, fue asesinado en el cuarto de hotel que ocupaba (Hotel Arreola) en la calle Quinta y Ave. Revolución de Tijuana.

Él vivía ahí porque llegó en 1959 de la Ciudad de México para participar en el equipo del ingeniero Eligio Esquivel Méndez, quien al convertirse en gobernador de la entidad, no lo tomó en cuenta, por lo que se contrató en ese medio.

Ahí publicaba una columna llamada “Vericuetos Políticos” en la que acusaba al gobernador de diversas irregularidades y sobre todo de solapar la prostitución que escandalizaba a Tijuana,  por lo que en la fecha indicada, unos individuos se presentaron en su habitación, la 205 y a “tubazos” según dice la historia periodística, le destrozaron la cabeza.

Ya en tiempos más recientes, en abril de 1988, fue asesinado el periodista local Héctor Félix Miranda. Yo entonces fungía como subdirectora del periódico “El Heraldo”, cuando pasados los primeros minutos de ese día 20, fuimos informados del crimen que acabó con la vida del famoso “Gato”.

Él se dirigía de su casa hacia su oficina en las instalaciones de Zeta, donde ya contabilizaban ocho años de periodismo duro, tras haber sido expulsados por hordas cetemistas del periódico ABC que fundó junto con Jesús Blancornelas, con quien para entonces compartía la co-dirección.

Para esas fechas, El Gato escandalizaba a la sociedad con sus comentarios picantes, chismes y revelaciones que hacía en su columna “Un Poco de Algo”. No es exagerado decir que prácticamente era la “estrella” de Zeta y su columna la que atraía al mayor número de público.

 

Héctor era irreverente, mal hablado, indiscreto e incisivo… pero solamente, a través de su columna, lo cual contrastaba como la noche del día, con su personalidad taciturna, callada, discreta y  contenida que era cuando se le tenía frente a frente.

Héctor formó parte de un grupo de reporteros que fuimos invitados por Aeroméxico para el viaje inaugural hacia la ciudad y estado de Zacatecas, que incluyó estancia de algunos días en aquel lugar así como encuentros con reporteros y periodistas zacatecanos.

“El Gato” siempre se mostró de buen humor, afable, nunca hubo ninguna incorrección ni mala palabra y sólo escuchaba y observaba, pero no opinaba. Por eso en alguna ocasión comentamos que cómo podría ser el mismo individuo que elaboraba cada día esa columna que levantaba ámpula y él sólo reía.

Sin muestras de preocupación, al poco tiempo falleció víctima de una celada. Eran los tiempos de Xicoténcatl Leyva Mortera, quien más preocupado por demostrar su inocencia en estos hechos, ordenó a su procuraduría estatal “ir al fondo” en las investigaciones.

Durante una semana en El Heraldo estuvimos realizando una “investigación paralela” y poco antes de una conferencia de prensa de la procuraduría para revelar posibles móviles y responsables, elaboramos una “Extra” que causó furor y estupor en todo el estado, porque revelábamos, incluso antes que apareciera Zeta, sobre el camino que llevaban esas investigaciones oficiales.

Indicamos que había detenidos que eran del personal del Hipódromo “Caliente”,  mostramos fotografías exclusivas de una reconstrucción de hechos que entonces se hizo; reprodujimos trabajos recientes del periodista sacrificado y anotamos las sospechas que las investigaciones arrojaban en torno al ahora ex alcalde de la ciudad, Jorge Hank Rhon. Es más, llevamos una versión de éste, entonces joven, que negaba rotundamente los hechos.

En 1997, tras una difícil historia de ejercicio del periodismo, Jesús Blancornelas, fue atacado a tiros por individuos que luego resultó que eran parte del que llegó a considerarse el Cártel de los hermanos Arellano Félix, mismo que según las autoridades norteamericanas, ya está prácticamente acabado.

Blancornelas, un periodista polémico y de difícil trato incluso con sus propios compañeros del gremio a quienes de entrada descalificaba de manera generalizada y a veces sin bases, fue en contraste, un hombre valiente que no obstante los intereses que como propietario de medios y periodista lo movían, siempre fue hacia adelante y no tuvo empacho en señalar corruptelas, malos manejos y en los últimos años de su vida, el preocupante crecimiento del narcotráfico en la región.

Llegó de San Luis Potosí como reportero de deportes, invitado por don Rubén Téllez Fuentes y Nicolás Armenta López (Nicarlo), ambos ya fallecidos y trabajó para varios medios, de los que invariablemente salió por descontento con las direcciones. Luego planeó el nacimiento de ABC, para lo cual tenía la “bendición” y el apoyo de Roberto de la Madrid, sin embargo un desencuentro entre ambos, hizo que el periodista empezara a señalarlo y criticarlo con dureza, hasta que éste último, ya en funciones de gobernador, según se dice, maniobró o solapó que su hermano Francisco, permitiera el “asalto” del periódico, por hordas de la Confederación de Trabajadores de México (CTM).

Blancornelas se repuso de esto, tras exiliarse en Estados Unidos y luego dio nacimiento a una hojita de información que llamó Z y que marca el nacimiento del Semanario que hoy trasciende más allá de su muerte.

Estando como conductora de un programa de XEC Radio Enciso, la mañana del 27 de noviembre de 1997, fui informada por un radioescucha sobre el atentado criminal en contra de Blancornelas. Como ya había ocurrido antes un tiroteo en sus oficinas, le marqué para preguntarle, sin embargo en esta ocasión ya no tuve respuesta. Blancornelas yacía herido.

Otras llamadas de testigos presenciales y de fuentes de gran confiabilidad, nos permitieron confirmar la trágica noticia. El periodista había sido mortalmente herido en un atentado ocurrido cuando se dirigía a sus oficinas. Su escolta personal, Luis Valero habría muerto en los hechos criminales, lo mismo que uno de los sicarios, el CH, David Barrón Corona, quien quedó en posición de ataque, rodilla al suelo, cuando lo alcanzó una “bala cruzada” de sus propios compinches.

Luego se supo que fueron los “narco-júniors” coordinados con integrantes del Barrio “Logan” de San Diego, los que participaron en este atentado ordenado por los Arellano Félix y que tuvo durante varios días, entre la vida y la muerte, a Blancornelas, en el hospital Del Prado.

Años después también se supo que los hermanos narcotraficantes se arrepintieron toda su vida de “haber atentado contra un periodista” porque vieron que a consecuencia de esto, toda la fuerza gubernamental se vino contra ellos, por la fuerte presión mediática internacional.

Blancornelas no murió en esa ocasión, cuando el semanario estuvo en manos de sus colaboradores y Francisco Ortiz Franco fungía como vocero de los hechos, sino años después, en noviembre de 2007, víctima de una pleuresía.

Pero antes de morir, a este periodista le tocó sufrir el crimen de otro de sus colaboradores, precisamente Ortiz Franco.

Francisco, un hombre sumamente serio, de pocas palabras y gesto adusto, fue acribillado el 22 de junio de 2004, también en presencia de sus pequeños hijos, después de salir de una sesión de rehabilitación médica.

La noticia del atentado corrió como reguero de pólvora y recuerdo que apenas enterados llamé a Blancornelas para preguntarle si ya sabía que a uno de sus colaboradores lo habían atacado. Me respondió la llamada e igual que ocurrió cuando lo contacté para decirle que nos notificaron de un ataque a tiros a las instalaciones de sus oficinas, me contestó: ¿Estás bromeando? En ambas ocasiones le dije que no. Que teníamos informes de que el hecho había ocurrido y de que estaba totalmente confirmado. Y en ambos momentos después de mostrarse escéptico y de señalar que de haber ocurrido ya tendrían datos, me señaló: Dame unos minutos, porque estamos viendo si alguien falta de los nuestros.

Francisco, según dicen, tenía unos días de descanso. Blancornelas en ninguna de las dos ocasiones se volvió a reportar sin embargo en ambos hechos las lamentables noticias se confirmaron.

A Ortiz Franco me tocó tratarlo cuando ambos reporteábamos. En un momento coincidimos cubriendo el delicado asunto de la huelga ocurrida en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) allá por finales de los 80s. Pancho era además estudiante de la Facultad de Derecho.

Recuerdo que en un momento álgido, un grupo de los llamados “porros” de esa misma Escuela lo tenían rodeado porque de alguna forma se hizo de un documento donde se demostraba que varios de ellos eran “faltistas” y los jóvenes se dieron cuenta. Amenazaban con golpearlo si no regresaba ese documento.

Francisco no decía palabra alguna, mientras se mantenía arrinconado en un pasillo, abrazando sus documentos. De alguna forma, sin darme cuenta, reaccioné y a gritos reclamé a los jóvenes que lo dejaran en paz porque “él está cumpliendo con su trabajo”. Yo laboraba entonces para El Mexicano y varios de los huelguistas, que primero me hostigaban por “trabajar para un periódico oficial”, para esas alturas ya simpatizaban conmigo por la cobertura que teníamos.

De entre éstos surgió una voz que decía: “¡Tiene razón!, ¡déjenlo ir! Y custodiado por nosotros, Francisco salió de las instalaciones universitarias… con sus papeles. En esa edición del fin de semana de Zeta me sorprendió una de las pocas notas reconociendo a alguien de El Mexicano: “Valiente reportera defiende a periodista de Zeta”. Para la historia.

Luego trabamos amistad, aunque ésta se reducía a saludos y pláticas breves donde nos encontrábamos, no obstante eso me afectó saber del crimen cometido en su contra y la forma cómo se hizo, no importando que era acompañado de sus pequeños niños, aunque a éstos los respetaron.

Ortiz Franco habría escrito en sus últimos tiempos, sobre narcotráfico y en alguna nota refirió cómo los sicarios y narcotraficantes fueron convocados para las fotografías que utilizarían en credenciales falsas de policías.

Otros contribuyeron con su ejemplo

En la lista de periodistas aparecen otros que afortunadamente no vivieron estos momentos dramáticos pero que igual aportaron no sólo al desarrollo del periodismo sino del propio estado de Baja California.

Fueron periodistas completos, que trabajaron también de manera valiente, que denunciaron corruptelas e irregularidades, que escribieron la historia diaria de Baja California y que dejaron un ejemplo de vida pero sobre todo de ética para las generaciones venideras.

Perdonarán que inicie con el caso de mi señor padre, Alfredo Cortés Cruz, que para mí es el más cercano y el responsable de mi presencia y conocimiento del medio en Baja California.

Nacido en la Ciudad de México, desde adolescente se trasladó a Tijuana para trabajar con un hermano que aquí vivía para ese entonces. Aquí batalló, trabajó en diversos oficios y estudió en la ahora memorable “Casa de la Cultura” cuando era sede de una escuela que luego se trasladó al Centro Escolar Agua Caliente. Estamos hablando de los años 40s.

Con una voz privilegiada, Cortés Cruz combinó sus actividades de periodista con las de locutor, para lo cual obtuvo su licencia correspondiente y se convirtió en el Maestro de Ceremonias de los eventos de mayor pompa en ese entonces. En varias de las más prestigiadas estaciones de radio de entonces, realizó programas sobre conocimientos, de variedades, de premios, destacando uno que llamó: “Multicosas” y luego: “Multicosas de Medianoche”.

Dentro del periodismo, trabajó como reportero de información general, policiaco  y luego, por comodidad, para atender a la extensa familia que formó con Dora Juárez de Cortés, se dedicó a la sección sociales, donde se convirtió en uno de los más conocidos cronistas de la ciudad. En ese tenor, dio vida a una de las primeras revistas de ese “corte”, llamada “Crónica Social”.

Era un hombre culto, de un extenso conocimiento, de carácter afable  y sencillo, siempre pulcramente presentado porque partía del hecho de que el periodista debería de ser respetado y respetarse por lo que era y siempre se llamó “periodiquero, porque el ser periodista no es cualquier cosa y no lo es cualquiera”.

 

Como tal, fue de los reporteros que cubrió aquel triste incendio de una fiesta de navidad, para los niños pobres, en el entonces “Coliseo”, donde murieron varias personas y se escribió una de las historias de heroísmo y de héroes tijuanenses. Eso ocurrió el 22 de diciembre de 1951.

 

El murió relativamente joven, a los 47 años de edad, víctima de una gripa que se le convirtió en pulmonía fulminante, según dijeron los médicos. Esto, aunado a los errores y omisiones cometidas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) donde exigió que se le atendiera para justificar los días que faltaría al trabajo.

Cortés Cruz fue maestro de periodistas, en aquella generación en la que también estuvo el inolvidable Rubén Téllez Fuentes, licenciado, amante de la tauromaquia y que se desempeñó durante varios años en los periódicos El Mexicano y El Heraldo.

Varios de los que ahora estamos en este medio, entre éstos: Enrique Sánchez Díaz, Ricardo Acevedo, los hermanos Rogelio y Gilberto Lavenant; Jorge Esparza Carlo, el famoso Gabriel “El Piolín” Reyes y una servidora, entre otros, recibimos nuestros conocimientos y/o hicimos nuestros “pininos” con alguno de estos dos maestros.

Y como éstos, hay otros nombres de periodistas que hicieron historia y contribuyeron a la formación de nuevas generaciones como: Rogelio Lozoya Godoy, Fernando Amaya Guerrero,  Eduardo Castillo Hurtado (policiaco), Sergio Gómez Silva (ex director de El Mexicano), Aurelio García, José León Toscano (La Cotorra y la Comadre de la Cotorra en Ensenada), Jesús Sansón Flores, Carlos W. Martínez, el recordado “Niño” (que nunca quiso revelar su edad), Nicolás Armenta López (Nicarlo), Carlos Nieto, Ramón Cota Agúndez, Edmundo Bustos Pérez, Felipe de Jesús López, Daniel Lagunes y varios más.

Los periodistas y comunicadores:

Acosta Meza Manuel (El Heraldo)

Anzaldo Medina Enedino (Novedades de Baja California / Centinela)

Alamilla Muñoz Jorge (Nuevo Mundo)

A Mack Vicente (Nuevo Mundo)

Ahuja Cossío Alberto (Periódico ABC)

Amaya Guerrero Fernando (ABC / El Mexicano)

Anasosa Emma Rebeca (El Mexicano)

Arreguin Flores Carmen (ABC)

Arias Pedro (Independiente)

Armenta López Nicolás (El Mexicano y Semanario Zeta)

Becerra Quiroz Alejandro (La Voz de la Frontera)

Blancornelas Jesús (Semanario Zeta)

Búrquez Sergio (La Voz de la Frontera)

Bustos Pérez Edmundo (El Mexicano / La Voz de la Frontera)

C. Manjarrez Alejandro (La Voz de la Frontera)

Campos Uriarte Jaime (La Voz de la Frontera/El Mexicano)

Castillo Leucone José (XEBG 1550)

Castillo Hurtado Eduardo (El Mexicano)

Cortés Cruz Alfredo (El Mexicano, Noticias)

Cota Agúndez Ramón (El Mexicano)

Davó Lozano Jorge (La Voz de la Frontera)

De Anda Jacobsen Miguel (El Mexicano)

De la Cruz Enrique (La Voz de la Frontera /  El Mexicano)

Del Campo Venegas Oscar (Independiente)

Delgado Godínez Antonio (MVS)

M del Castillo Manuel (La Voz de la Frontera)

Eguía Tonella María Cristina (La Voz de la Frontera / La Crónica)

Estrada Barrera Enrique (El Mexicano)

Félix Miranda Héctor (Semanario Zeta)

Fernández Virginia (El Mexicano)

Fontes Gil Rogelio (La Voz de la Frontera)

Frayre Olguín Jaime (La Voz de la Frontera)

Gálvez Waldo (La Voz de la Frontera)

Gómez Silva Sergio (El Mexicano)

García Aurelio  (El Heraldo)

García Ochoa Sonia (El Mexicano/Sol de Tijuana)

Garcilazo de la Vega Cristóbal (Abc)

Garibay Martínez Aurelio (La Jornada)

Garza Zenande Eduardo (El Mexicano)

Gibert Herrera Ricardo (Diario Baja California)

Gómez y Bombat Sóstenes (Independiente)

González Rodríguez Manuel (La Voz de la Frontera / El Mexicano)

Hernández Bermúdez César Augusto (Radiorama)

Hurtado Campoy Danilo (La Voz de la Frontera/ Centinela)

Hernández Maldonado Waldo (Nuevo Mundo)

Hernández Tirado Humberto (Con M de Mexicali / Novedades de Baja California)

Jiménez Castro Flavio Artemio (Novedades de Baja California / La Voz de la Frontera)

Lagunes Daniel  (Diario Baja California)

Lanz Pérez Miguel (Diario de Ensenada/ El Mexicano)

Lara Vega Manuel (Independiente))

León Toscano José (La Cotorra)

Limón Tomás (Independiente)

Lino Ortiz José (Cadena Baja California, Radio Ranchito)

Lizárraga Francisco (Diario 29)

López Gastélum Jesús  (El Mexicano, La Voz de la Frontera)

López Rodríguez F elipe de Jesús (La Voz de la Frontera)

López Toledo Jesús (La Crónica/ Lindero Norte)

Lozoya Godoy Rogelio (Heraldo, Diario 29, El Mexicano)

Maldonado Tapia Miguel (Independiente)

Maldonado Villa Armando (Independiente)

Manzo Jesús Mauricio (La Voz de la Frontera/Cicuta)

Márquez González Lázaro (Televisa/El Vigía)

Martín del Campo Joel (Últimas Noticias)

Márquez Leonides (La Voz de la Frontera)

Martínez Carlos W.  (Diario Baja California)

Martínez Consuelo (Corresponsal de Excélsior

Murguía de Murillo Isabel (El Mexicano)

Montes Pinal Luis (Novedades y Tiempo de Baja California)

Moreno Rojas Alfredo (Tiempo de Baja California/ Independiente)

Morgan Martínez Carlos (El Vigía)

Nieto, Carlos (Periódico Noticias)

Ortíz Franco Francisco J. (Semanario Zeta)

Ortiz Villacorta Mario  (Heraldo de Baja California)

Osorio Avilés Teodoro (Independiente)

Peña Ceceña Erasmo (El Mexicano/ La Voz de la Frontera)

Pérez y Ramírez Pedro F. (La Voz de la Frontera)

Quintero José Luis (El Mexicano)

Ramírez Leaño Víctor (Heraldo de Baja California)

Ramírez Solorio Jesús (El Mexicano)

Romero Celia (Nuevo Mundo, La Extra)

Romero y López Fernando (XEC)

Rubio Contreras Eduardo (La Voz de la Frontera)

Sánchez Ramírez Miguel Ángel (La Voz de la Frontera)

Sánchez Sandoval Ignacio (El Mexicano)

Sansón Flores Jesús (El Mexicano)

Sayago Javier (Tiempo de Baja California / La Voz de la Frontera)

Téllez Fuentes Rubén (Heraldo de Baja California, El Mexicano)

Treviño Olivares Amado (Nuevo Mundo)

Valdez Huerta Daniel (Semanario Ágora)

Vargas Bañaga Francisco (El Mexicano/ El Vigía)

 

Villa Rivera Héctor (Televisa)

 

 

 

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