Cuenta voces
Por: Armando Lares.

La migración es una práctica ancestral, la historia universal nos ilustra sobre sus orígenes; en la actualidad es un fenómeno social muy ligado a las condiciones políticas y económicas de una comunidad, que obliga a quienes residen en ella a salir y buscar mejores horizontes. Este problema no esta exento de otros, como lo son; la trata de personas, la salud, la delincuencia organizada, inclusive su utilización con fines políticos.

En días pasados los mexicanos fuimos testigos del surgimiento de una invasión inesperada, nuestra frontera sur fue vulnerada con la irrupción de un movimiento vigoroso conformado en su mayoría por personas originarias del Triángulo Norte de Centroamérica, una facción de ese grupo ingresó de forma violenta a territorio nacional, con el único objetivo, dicen, de llegar a la unión americana.

Esto generó una crisis política y social, muchos reprueban la manera atípica de su ingreso y las formas poco ordenadas en su comportamiento, hay señales que dan la impresión que detrás de este movimiento hay un interés político.

El contingente ha sido identificado mediáticamente como la Caravana Migrante, un fenómeno nunca antes visto en la historia contemporánea del país, por lo menos no en esa magnitud ni bajo esa conducta, lo que se reprueba no es a las personas ni a su necesidad, sino a las formas como algunos se han manejado.

Estrictamente desde el punto de vista legal, nadie debe ser discriminado, por su origen, raza, creencias políticas o religiosas.

Aunado a eso la Ley de Migración, es determinante; somos un país de origen, destino, transito y retorno de migrantes, este ordenamiento define claramente sus derechos así como también sus obligaciones, de igual forma la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, sienta las bases para quienes se encuentran en lo supuestos para ser arropados bajo una de las figuras de protección. Además de las garantías que brindan la Constitución Federal y los Tratados Internacionales suscritos por México.

Esto nos deja en claro que existe un procedimiento para ingresar y salir del país, y la autoridad federal es la responsable de su aplicación, por lo que debieron actuar con firmeza ante la presencia de esta caravana, de la cual tuvieron conocimiento desde días antes, como para haberse preparado para darles acceso de manera ordenada y para sancionar a quienes alteraran el orden y transgredieran la Ley.

Los mexicanos somos gente noble y al ver este tipo de situaciones, en automático buscamos apoyar y ser parte de la solución, lamentablemente en esta ocasión y gracias a la incompetencia de la autoridad, también somos parte del problema.

Para nadie es ajeno que la conocida como caravana migrante, está rodeada de sospechas que la convierten no solo en un asunto de caridad, sino de seguridad.

Desde sus inicios se ventiló que podría ser un movimiento financiado con fines políticos, para influir en las elecciones intermedias de la unión americana, una estrategia bastante ruin, pero probablemente cierta.

Aunque nos conmueve el dolor y la tragedia, no podemos dejar de señalar que hemos sido rebasados por un movimiento que de no atenderse de manera correcta pone en riesgo, no sólo nuestro sistema de seguridad, sino también al de salud.

La caravana es denigrante, porque ante la falta de información estamos atravesando por una crisis social, poco sabemos sobre la legitimidad del movimiento, y nos resulta imposible entender porque tanta omisión de parte de las autoridades federales.

La caravana migrante es denigrante, por que nos expone, nos vulnera y nos deja de frente a una realidad; sí, la de la falta de control sobre nuestras fronteras, claramente un contingente migratorio vigoroso y avasallador, desnudó y exhibió la poca solidez de la frontera y la incapacidad de las instituciones encargadas de protegerla.

Es denigrante porque nos muestra que la ambición política no tiene limites, y fácilmente pueden lucrar con el dolor y la necesidad de la gente, con el objetivo de beneficiarse electoralmente ya sea favoreciendo posturas propias o perjudicando a los opositores.

La caravana es denigrante porque saco a relucir, lo frágil que es el limite entre la tolerancia y la xenofobia, demostrando que somos una sociedad desmemoriada y rápido se nos olvida como Baja California históricamente es un referente nacional hablando de migración, es un brazo poderoso que en gran parte ha sido formada por gente que no es nacida aquí, incluso nunca hemos tenido un Gobernador nacido en el Estado.

La caravana es denigrante porque se ha prestado para que haya quienes en su ambición de poder, utilicen esta causa llena de sufrimiento y de dolor, pues no todos son maras, pandilleros o drogadictos, también hay gente que viene huyendo de los problemas que aquí perfectamente conocemos y de los que muchos paisanos han terminado huyendo.

La caravana es denigrante porque hay quienes invocan el himno nacional, para  generar un sentimiento de odio contra el movimiento, deberían también citar la estrofa del himno de Baja California, que a su letra dice: “y por eso sabrás valerosa defender la Justicia Social”, entendiendo que en una sociedad con justicia social, los derechos humanos son respetados y las clases sociales más desfavorecidas cuentan con oportunidades de desarrollo.

En esta triste y preocupante historia, solamente la autoridad conoce la verdad, mientras tanto somos testigos de una problemática que convirtió una causa justa como es la migración, en una caravana denigrante.

Lararium: Salinas de Gortari le heredo a Zedillo un movimiento denominado EZLN. Peña Nieto, podría hacer lo propio y heredarle a López Obrador un problema social disfrazado de Caravana Migrante.