Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López

Enrique Peña Nieto pasa a la historia como un gobernante que estuvo un corto tiempo en el cargo. Aunque de manera oficial dirá que gobernó hasta 2018, en la realidad fue presidente hasta 2014, cuando el tema de los 43 estudiantes de Ayotzinapa se apoderó de los escenarios y restó legitimidad a  su gobierno. 

Los secretarios de estado que lo medio acompañan toman medidas de mediana importancia y los que no llenan el puesto, muestran las inercias de un gobierno que durante tres años ha sido una nota más en los diarios. El caso del Socavón de Cuernavaca y la tragedia que lo envuelve, muestra la indulgencia, incluso en las declaraciones del encargado de comunicaciones, que  se muestra hasta cínico al decir que la muerte dos personas son ¨gajes del oficio¨. 

El tema del muro que supuestamente iba a construir Estados Unidos y supuestamente a pagar México, le dio cierta presencia, pero los problemas tan intensos, numerosos y constantes en los que esta enredado la administración de Trump, han dejado de lado el tema. Su aparición en cámaras es más simbólica que real. Es como para anunciar que aún hay presidente, aunque no se sepa exactamente para qué. Es más importante lo que decida el canciller, Luis Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, que lo asentado por un presidente que carece de presencia, proyecto y escenario de futuro. 

Desde hace dos años las campañas para 2018 están en el escenario político. Los actores  más conocidos muestran una inercia que favorece al seguro candidato de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, quien sin duda, supera en años cualquier campaña presidencial que alguien imaginara, probablemente en el mundo, aunque suene exagerado. Son dieciocho años de estar presente de una forma u otra en los medios de comunicación (incluso pocos más, desde que dirigió al PRD). Actores que lo han representado en parodias,  han tenido que dejar el papel porque se han cansado de representarlo o porque han pasado tantos años que ya no encuentran argumentos divertidos. 

Y todos se alinean en su contra, incluso  un personaje de parodia como Vicente Fox,  quien se ha unido a la causa del pueblo venezolano, aunque no estoy seguro de que sea buena noticia para dicha nación. Todos piensan sus candidatos no para enfrentar al PRI, sino para ganarle a López Obrador. El PAN y el PRD plantean un frente amplio contra López Obrador y el PRI asegura que le van a ganar al populismo de López Obrador. Es decir, los inventores de una forma de gobernar durante décadas, van a combatir la manera en que gobernaron. 

Algunos se preguntan las razones de la permanencia de este personaje en la vida política. Su discurso es simple. No a los corruptos, no  a lo que denomina un  gobierno rico y un pueblo pobre. Demasiado simple y demasiados años. Pero algo sucede con ese discurso porque en los sondeos actuales, todos lo tienen como su principal enemigo. 

La respuesta puede ser complicada. En nuestro caso, lo ubicamos de manera sencilla. Los partidos políticos le han dado materia de sobra. No es lo que dice López Obrador, es lo que  los gobernantes de los partidos políticos hacen lo que le da sentido a  una propuesta tan sencilla. Es decir, si se producen gobiernos corruptos, el discurso en contra de la corrupción cobra sentido.  No es lo maravilloso de lo que dice, son los lamentables resultados lo que genera  que la continuidad de un discurso sencillo encuentre sentido. 

Así, los partidos políticos (quien esto escribe no está seguro si Morena lo es, aunque cobra como tal)  se aprestan a combatir directamente al personaje, pero no las causas. Todos ubican sus decisiones en la posibilidad, pero no en las razones. No produzcan gobiernos corruptos: tan sencillo y tan difícil. 

* Marco Antonio Samaniego López.  Doctor en historia por el Colegio de México.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.