Por Dr Marco Antonio Samaniego López.

TIJUANA BC 20 DE NOVIEMBRE DE 2016.- Los primeros anuncios sobre cómo piensan las personas que rodean a Donald Trump son poco alentadoras.  El caso de Stephen Bannon es para  ubicar que tenemos un vecino con problemas internos muy serios. Ideas sobre las mujeres, los homosexuales y el mito de la superioridad racial, parecen surgidas  de lo más recóndito  del siglo     XIX. Sin duda, momentos de capital importancia para comprender diversos procesos, pero aparentemente ajenas a lo sucedido en las últimas décadas. 

    Las discusiones callejeras que se difunden en youtube  y en los mensajes que twitter nos muestran una condición de profunda frustración.  Entre personas que se ubican socialmente como ¨blancas¨ e individuos de raza negra se registran discusiones que parecen salirse de control en cualquier momento. La discusión que  se construye - ¿qué es Estados Unidos y cómo debe ser en el  futuro? - parece olvidar los acuerdos previos y genera la idea que  se pueden  hacer a un lado y  eliminar la convivencia. 

    El asunto cobra importancia por nuestra condición de vecinos inmediatos.  No sólo es lo que suceda con los inmigrantes mexicanos, es también una condición de control interno que puede rebasar los límites de la convivencia. Lo que sucede en el interior de una  nación se refleja en su política exterior. Es una base para negociar y generar un discurso que tenga credibilidad. Es una seguridad sobre los espacios de confianza en los que actúan los agentes económicos. 

    La inseguridad generada por el discurso de odio se refleja en posturas de jóvenes que niegan que el Sr. Trump sea su presidente. Universidades se ofrecen como espacios de refugio para los inmigrantes.  Gobernantes de ciudades importantes establecen sus diferenciaciones con respecto a las posturas del futuro presidente. Ellos no participan en los planes de quien promete hacer el país grande. 

    La división no es una condición nueva. Las posturas encontradas son un referente constante en Estados Unidos. Desde el compromiso Missouri, que  creó posturas diferenciadas sobre la esclavitud, hasta acuerdos de pugnas internas distintas sobre los espacios  que se obtuvieron en el siglo XIX, donde siempre apareció la dicotomía entre una nación de blancos y otra en la que entraban grupos de otro color de piel. Una tremenda guerra con implicaciones de diverso tipo concluyó en un pacto que no se respetó. Las denominadas leyes de Jim Crow mantuvieron la tensión un siglo más.  La II Guerra mundial  y las luchas por los derechos civiles en la década de 1960, propiciaron que la segregación tomara sesgos de integración. Pero hoy, cuando menos en estos días, parece que no hubo tal en numerosos lugares de un país que se ufana de defender las causas por los derechos humanos. 

    Es factible que los argumentos en el orden internacional se modifiquen seriamente. De predominar el discurso y acciones de individuos como Bannon, veremos la modificación abrupta  del papel de Estados Unidos en el mundo, cuando menos temporalmente. Las presiones que ya se dejan sentir, o profundizan posturas o las matizan. En cualquier caso, las escenas lamentables de llamar a Michelle Obama ¨simia¨, o los juegos de adolescentes de correr a esconderse ante el grito de viene Trump, son señales claras de que la manera de hacer política se ha modificado en pocos días. Un cambio que debe ubicar que nos encontramos en una coyuntura local e internacional que no es menor. 

    Algunos demócratas han salido a plantear que no permitirán excesos. Lo mismo han dicho republicanos. Pero en las calles que hoy podemos ver a través de las redes sociales, indican que problemas que parecían resueltos no lo están.

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