Procesos Políticos
Por: Abel Muñoz Pedraza
Hasta el día de hoy, el proceso electoral que actualmente estamos viviendo plantea temas comunes que han llamado la atención de medios, analistas políticos, académicos y una parte de la ciudadanía. Entre ellos se destaca el inminente regreso del PRI a Los Pinos, el hartazgo general de 11 años de gobiernos panistas, la indefinición del candidato blanquiazul a la presidencia y qué tan competitivo podrá ser Andrés Manuel López Obrador frente a Enrique Peña Nieto. En general, estos han sido los tópicos que se han estado atendiendo en diversos espacios informativos (incluyendo este), sin embargo, la elección presidencial de 2012 también plantea otros temas que son de relevancia, por ejemplo, el voto de los mexicanos residentes en el exterior.
La primera experiencia de voto extraterritorial en México se dio en 2006, ante un escenario donde se habían generado muchas expectativas por el número potencial de votantes mexicanos que radicaban en el extranjero, ya que se calculaban alrededor de 4.2 millones de posibles votantes, principalmente radicados en Estados Unidos. Las cifras oficiales mostraron que 40, 876 personas se inscribieron al Listado Nominal de Electores Residentes en el Extranjero (LNERE), de los cuales 33, 131 emitieron su voto por vía correo postal certificado, lo cual se tradujo en un 81.05% de participación en función de la LNERE.
Ante esta situación, han surgido diversos cuestionamientos para demeritar la elección extraterritorial de 2006 y estos han girado entorno a si realmente los emigrantes mexicanos en el exterior demandaron este derecho político, si existe un interés genuino por sufragar fuera de las fronteras mexicanas en nuestras elecciones, si el sentido de pertenencia al país en donde actualmente residen es más fuerte que el que tienen por México y que el alto costo para llevar a cabo la elección no va acorde al número de votos que se registraron (aproximadamente 270 millones de pesos). En lo personal, creo que estos cuestionamientos no tienen la capacidad, por sí sola, de explicar el bajo registro al LNERE, ni de poner en duda la importancia y validez de ampliar este derecho a nuestros connacionales.
No hay que perder de vista que fue una primera experiencia, en donde hubo errores y aciertos, y que muchos de esos errores son responsabilidad de los legisladores que reglamentaron la modalidad para que los mexicanos residentes en el exterior emitieran su voto. Pocos se han detenido en hacer un análisis objetivo y profundo al respecto sin caer en descalificaciones, y dentro de esa escasez de explicaciones que dan luz sobre el problema, se han encontrado factores de orden jurídico e institucional como los principales responsables para que se haya dado una votación baja.
Por ejemplo, en 2006, la posibilidad de registrarse al LNERE estaba en función de que el ciudadano en el extranjero contara con credencial de elector vigente (recordemos que ésta sólo se emite en territorio nacional); con un comprobante de domicilio válido de residencia en el extranjero y pagar por el envío del voto por correo certificado de entre 100 y 200 pesos (el costo del envío será absorbido por el IFE para la elección de 2012), todos estos requisitos que estaban fuera del margen de posibilidades de muchos emigrantes, aunado a la falta de promoción del voto e información acerca de las propuestas de los candidatos (ya que no se pueden hacer campañas electorales en el extranjero).
Después de la elección de 2006, el Congreso de la Unión no quiso modificar la modalidad para que los mexicanos residentes en el extranjero votaran para la elección presidencial de 2012. Algunos especialistas sugerían sustituir la credencial de elector por la matrícula consular y emitir el voto en los consulados mexicanos o por vía electrónica, entre otras propuestas, lo cual incrementaría sustancialmente la participación electoral de los emigrantes mexicanos. No olvidemos que este es un proceso que tendría que aspirar a ser perfectible.
El panorama para la elección extraterritorial de 2012 no pinta muy distinto, aunque sí se encuentran cambios en la organización del proceso. El presupuesto que se le asignó al IFE para encarar esta elección es de 96 millones de pesos. Con menos recursos y más tiempo para planear este proceso, el IFE ha desarrollado nuevas estrategias para incentivar la participación electoral de los mexicanos en el exterior, como la aprobación de un plan estratégico para modificar la promoción del voto, la facilidad que se tiene para inscribirse al padrón por medio de un sitio de internet, en donde se muestran los pasos a llevar a cabo y en donde el solicitante le puede dar seguimiento a su solicitud, la eliminación del costo en el envío postal y el uso de las redes sociales para promocionar y mantener informada a la población mexicana en el exterior.
A pesar de que el proceso del voto de los mexicanos en el exterior se ha simplificado, economizado y ha tenido una mayor promoción, los factores jurídicos e institucionales seguirán pesando para que los emigrantes mexicanos envíen su voto, siendo estos los menos culpables de una legislación que merma en demasía el interés de participar electoralmente desde el exterior. Al 30 de noviembre de 2011 se han registrado 8, 730 solicitudes de inscripción al LNERE y el plazo límite para el envío de estas es el 15 de enero de 2012.
* Abel Muñoz Pedraza es estudiante de la maestría en Estudios Sociales con línea en Procesos Políticos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México. Es egresado de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Tijuana. Correo electrónico: [email protected]
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