Sobre el estallido social en San Quintín.

“Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones”, Séneca.

El Rey Hiena estaba completamente fuera de sus casillas, acababa de regresar de los campos agrícolas del reino, donde los campesinos cansados del trato que se les daba habían decidido hacer una huelga.

Los ambiciosos empresarios lo presionaban. Las pérdidas iban a ser millonarias y eso impactaría directamente en los ingresos del reino, pero por otro lado los periodistas no hacían otra cosa que señalar los abusos de las fuerzas del orden y la intransigencia de los dueños de las tierras que trabajaban los campesinos.

Entonces mandó llamar al Poeta, “A ver qué te inventas, organízate un partido de futbol con el equipo real y regala pases a la gente del pueblo y a los periodistas o saca a los gladiadores al Coliseo y que eso sea una masacre, la cosa es que quiero a los reporteros ocupados en otra cosa que no sea en los campesinos revoltosos esos”, masculló.

Uno de los temas que hoy ocupan los encabezados de los periódicos, los reflectores y los noticieros incluso nacionales es la explotación a los indígenas en lo que queda del campo mexicano.

Como si un hilo imperceptible los estuviera uniendo, en Baja California Sur y en Colima, se dieron a conocer casos en los que empresarios del campo explotan a jornaleros indígenas, y aquí en Baja California no pudo ser la excepción, porque desde hace ya varios días, poco más de una semana las imágenes de lo que puede considerarse un estallido social han invadido los noticieros, medios informativos y por supuesto las redes sociales.

Pero esto no es nuevo. San Quintín tiene su historia, incluso en su nombre, que muchos utilizan para referirse se va a armar un San Quintín (y no por los hechos actuales) habría que buscar en la historia.

El caso es que la desigualdad en esta región no es novedad. Recuerdo muy bien que uno de mis primeros trabajos especiales como reportero al llegar a Tijuana a finales de la década de los 90 fue precisamente en San Quintín.

Por aquel entonces me desempeñaba como reportero en el periódico el Sol de Tijuana, bajo las órdenes de Arturo González Pérez, distinguido amigo y periodista que fungía como director general de este medio.

Fue él precisamente quien me asignó para viajar a San Quintín, para investigar el incendio en unas fábricas empacadoras de hortalizas, en donde responsabilizaban a jornaleros de estos hechos e incluso algunas voces mencionaban al entonces delegado del Instituto Nacional Indigenista, Luis Arturo Valdez Otañez, mejor conocido como el Donas como uno de los incitadores en el conflicto.

En pocas palabras en aquel entonces como ahora el asunto se politizó. Antes acusaban al desaparecido Valdez Otañez, hoy el Gobernador del Estado, Kiko Vega acusa a MORENA de estar detrás de los jornaleros.

El trabajo periodístico en aquellas fechas se llevó a cabo. Se entrevistaron a diferentes personajes: al Donas, a los representantes de Gobierno del Estado, en aquella fecha encabezado por el panista Alejandro González Alcocer y por supuesto a líderes jornaleros. Incluso me tocó conocer las instalaciones de una estación de radio dirigida por jornaleros mixtecos apoyada por el INI, también las empacadoras de hortalizas, que eran todas unas fortalezas custodiadas por hombres armados y a donde sólo se podía llegar con el permiso de los empresarios, el cual conseguimos con los funcionarios de gobierno.

También pude constatar las chozas en las que vivían los jornaleros. Los patrones alegaban que ellos querían vivir así, en condiciones verdaderamente deplorables, y los líderes jornaleros respondían que se trataba de un abuso, lo cual a simple vista podía testificarse.

En aquellos años a Kiko Vega le tocó ser un espectador más, porque era el alcalde de Tijuana y desde entonces no recuerdo conflicto alguno en San Quintín hasta ahora, pero por desgracia para este mismo funcionario de extracción panista ahora le tocó bailar con la más fea, porque las cosas aunque parecen en calma no lo están del todo.

No puedo testificar las condiciones que viven los jornaleros. Como ustedes apreciables lectores, soy un espectador más que mira en los diferentes medios de comunicación las imágenes, días antes de enfrentamientos y hoy de manifestaciones de los jornaleros.

Lo cierto es que el salario que hoy perciben estos humildes trabajadores del campo es verdaderamente deplorable: 130 pesos diarios por esas largas jornadas bajo el sol, así que no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que con estas condiciones (que parecen muy similares a las que quince años atrás si pude testificar) era lógico que tarde o temprano se diera una conflicto de estas dimensiones, con o sin la intervención de político alguno. Como siempre dejo el tema a la reflexión y hasta el próximo Golpe Bajo.