¿Primera o tercera? Los temores confirmados.
El viaje a Tecate para dar cobertura al equipo de tercera división de la ciudad programado justo a la misma hora del encuentro en el que tu equipo de primera división se juega la vida: Sábado a las tres de la tarde. Por superstición o cábala (para que suene más sudamericano y futbolero el tema) no miras el celular y te concentras sólo en el juego que los Tiburoncitos (así les dices porque son chicos entre los 15 y los 19) buscan ganar por primera vez de visita. La ansiedad te carcome, te consume, pero te mantienes firme, decidido a no ver hacia el teléfono y mucho menos te atreves a ingresar a las redes sociales que por ese momento estarán bombardeadas con lo que sucede sobre la cancha del Coloso de Santa Úrsula, donde tu equipo, en caso de recibir un gol, tendrá que meter hasta tres. Mientras tanto, en la pequeña cancha sintética de Tecate la historia que fuiste a reportar tiene un final feliz: los chicos entre 15 y 19, dirigidos por el profe Omar (en su momento seleccionado nacional por México), lo han logrado y emprenderán el camino de regreso con tres puntos más, producto de un reñido dos goles contra uno. En tu mente ya has armado la crónica que más tarde trasladarás al teclado y entonces tomas el celular y decides que es momento de armarte de valor y mirar la hora: Pasadas de las cinco. Tiempo de romper ese trance al que te has sometido por dos horas y lo haces: gol del central argentino traído por el técnico, ambos tan cuestionados a pesar de ser piezas clave para poner al equipo, tu equipo, a la altura que le corresponde. Las Águilas han volado hacia la semifinal. Pasa una semana. Deja vu. El equipo de tercera división de tu ciudad volverá a casa el domingo de dos a cuatro de la tarde, lo que significa que su encuentro terminará justo a la hora en el que tu equipo de primera división salte a la cancha del majestuoso Estadio Azteca para tratar de conservar la ventaja de tres goles adquirida en el primer juego de la semifinal. Entre la serie de penales a la que se ha extendido el juego de los Tiburoncitos, así como las entrevistas para conocer las reacciones de técnicos y jugadores sobre el triunfo que se les ha escapado en el último minuto, te dan más de las cuatro y media, hasta que te encuentras con el primer televisor cuando los primeros 45 minutos están por concluir. Todo marcha bien. Y así termina. No hay goles y tu equipo de primera división ha logrado clasificar a la final del futbol mexicano con un contundente global de 3-0. Así, por motivos laborales, has podido enterarte a retazos de uno de los temas que más te han ocupado a lo largo de la semana: el destino de esos once tipos vestidos de amarillo en busca de escribir otro capítulo de gloria. Y entonces te planteas la eterna disyuntiva: ¿por qué dedicarte a escribir sobre lo que pasa en tu entorno con unos chicos que juegan tercera división y no sentarte frente al televisor a escribir sobre lo que pasa con tu equipo de primera división?, ¿por qué dedicar tu proyecto a una zona cuyo nivel de profesionalismo da para una tercera división y por qué no contratar una agencia que te envíe fotografías desde la cancha del Coloso y así poder escribir sentado frente al televisor sobre los temas que abordan las grandes agencias internacionales? Y de inmediato te respondes eso que siempre has tenido claro y gozas repetir una y otra vez: que no quieres ser un reportero de tercera sentado frente al televisor escribiendo sobre los equipos de primera y que a lo que siempre has aspirado es convertirte en un reportero de primera relatando cada paso dado por los chicos del lugar donde decidiste vivir por siempre, como los Tiburoncitos, los chicos que juegan en tercera y que ahora, por fortuna, jugarán el viernes y no el domingo, día de la final, tu final.
