Columnista de la SillaRota: RAÚL FLORES GARCÍA
Algo que los países no se pueden permitir en momentos de aguda crisis es mantener lo que se llama "visión de túnel", esto es: Restringir nuestra percepción a un problema en particular (obviamente, sin soslayar un instante la gravedad de un tema lacerante y brutal como la masacre y desaparición de los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa), mientras otros problemas avanzan y permean en perjuicio de prácticamente toda la sociedad sin importar si están o no al corriente de los sucesos noticiosos o tienen una posición política definida en pro o en contra de tal o cual opción política o movimiento social.
La agenda de México no puede ser capturada por ningún reduccionismo: la injusticia, la desigualdad en todas sus formas económica, social, educativa, cultural y la falta de oportunidades; no son parte del catálogo de los síntomas de descomposición en el país, sino más bien son el conjunto de pendientes, origen de lo que hoy sufren las instituciones y sobre todo la población de todas las edades y reflejan cotidianamente los medios de comunicación: La corrupción política y privada, la violencia generalizada, las migraciones forzadas, la pérdida de soberanía y fortaleza del Estado Nación, el excesivo endeudamiento y la falta de crecimiento económico, la alienación cotidiana y feroz que se ejerce hacia la población vía los programas televisivos que convierten al fracaso social del Estado y su reflejo, en la vida económica y cultural de las y los mexicanos, en una forma de sufrimiento "normal" e "idílico" antesala del momento mágico en el que una circunstancia fortuita hará que todo cambie: La suerte como esperanza de una mejor vida, en lugar de la formación de hombres y mujeres libres, conscientes e informados pero sobre todo con iniciativa propia.
El presidencialismo mexicano clásico, tal como lo han entendido casi todos los actores político-electorales dista mucho de ser la respuesta efectiva a las causas originarias de la parálisis y el sufrimiento nacional. La "modernidad" y "la inserción en el mundo globalizado" como ejes discursivos, en una realidad nacional convulsionada, no alcanzan para diseñar la fórmula, que ya no digamos acabará o reducirá la inequidad, la injusticia y hará realizables los anhelos de millones; no bastan para explicar el horror y la irracionalidad de la violencia en casi todo México, y el desdibujamiento de la política como el arte y la ciencia que desde el gobierno, la legislación y la impartición de justicia, para dar seguridad en el concepto más amplio del término a la Comunidad Política.
Los valores se han trastocado y hay que señalarlos: nN es natural hacer dinero aparte y en contra de la sociedad y el medio ambiente, beneficiarse del ejercicio público, sojuzgar las mentes de las y los ciudadanos y dirigir las instituciones del Estado en contra de quien piensa diferente, en lugar de ejercer la tolerancia y la reflexión en torno a los reclamos, obviamente salvo honrosas excepciones.
Ejemplos de voluntad política para cambiar existen y deben servir para inspirar un cambio profundo en la forma de afrontar las crisis en México, el ejemplo de la transición española es uno de los más ilustrativos. En ese episodio político, no sólo cada bando partidario cedió parte de sus posiciones otrora irreconciliables, sino que como máxima muestra de voluntad política lo hicieron las propias instituciones del Estado franquista, como ese caso la disolución de las Cortes y la no asunción del poder por parte de la realeza, (esta última predestinada en el diseño déspota de Franco a perpetuar el régimen dictatorial), lo que favoreció un cambio de régimen casi totalmente pacífico a una democracia parlamentaria, con un Jefe de Estado, que hace las veces de centinela constitucional y un Jefe de Gobierno que representa la parte ejecutiva desde la Presidencia. Las dos consecuencias inmediatas en esos años fueron el crecimiento económico y el respeto a la legalidad.
Obvio es que no se pueden extrapolar las circunstancias políticas e históricas (como la invariable definición republicana de cualquier propuesta), pero ante hechos tan graves como los que sufre México, son necesarias más que nunca respuestas que cambien el status quo de fondo.
@raulflorescoy
