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Los casineros

TIJUANA, BC - sábado 18 de octubre de 2014 - AFN.
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Palco de Prensa

Hace años, cuando se hablaba sobre la posibilidad de legalizar la creación de casinos en la República Mexicana, hubo quienes pensaron que era una idea fabulosa para impulsar la actividad turística. Era casi un sueño.   

Nadie se imaginaba, que era un simple engaño. 

Sin embargo, hubo quienes advertían que los casinos eran sumamente nocivos para los mexicanos. Que resultaban contraproducentes.

La verdad, los casinos, y los casineros, se convirtieron en un problema social. Fuesen algo así, como vender el alma al diablo.

Muchos mexicanos cayeron en el engaño. Se les hizo creer, que en un momento de suerte, podrían resolver sus problemas. Que con un simple momento de suerte, podrían convertirse en millonarios.

Ya no era el simple juego de “la bolita”.  Se les generó una obsesión, un deseo irresistible de participar en juegos de azar. Ahora se sabe que eso es una enfermedad. Que se le conoce como ludopatía.  

Es tan enorme esto, y grave, que en el 2012 los casinos manejaron más de 50 mil  millones de pesos. Cantidad esta que pierden, no precisamente los ricos sino las personas de nivel medio económico o incluso de bajo nivel. 

Empieza como un juego inocente. Apuestan cantidades modestas. Poco a poco apuestan cantidades mayores, hasta que empiezan a vender sus bienes de valor, para apostar más y más. Hasta que ya no les queda nada.

Cuando menos se lo imaginan, caen en un pozo sin fondo. De pronto, se ven en la calle. Sin casa, sin familia, sin los bienes más elementales. Mientras les es posible, roban, asesinan, para disponer de recursos, para seguir apostando.

Un día, cuando les cierran todos los caminos, lo único que les queda es el suicidio.

Lamentablemente, los empresarios casineros, y el gobierno, ni se preocupan por las personas que son aniquiladas. No hay quienes realizan el elemental esfuerzo para prevenir o rescatarlos.

Lo irónico, y lamentable, es que el número de los casinos y los empresarios casineros, es cada día mayor.

A mayo de 2014, había 304 casinos autorizados por la Secretaría de Gobernación, más otros 74 clausurados, cerrados temporalmente o simplemente suspendidos. 

Más de la mitad de los casinos, está concentrada en 6 entidades federativas. 42 en Baja California, 34 en el Distrito Federal, 27 en Sonora, 25 en Jalisco, 21 en Nuevo León y 21 en el Estado de México.

Nos preocupa Baja California. Con una población de 3 millones 434 mil 944 pobladores, tiene el 13.8% del número de casinos, a razón de 91 mil 784 personas por cada centro de juego.

Si bien es cierto que el Distrito Federal, le sigue en número de casinos, que representa el 11.1% del total, su población es de 8 millones 774 mil 724, el equivalente de 258 mil 80 pobladores, por casino.

En tercer lugar, en número de casinos, le sigue Sonora, con 27 casas de juego, o sea el 8.8%, con 2 millones 892 mil 464 pobladores, a razón de 107 mil 128 personas, por cada casino.

Jalisco, Nuevo León y Estado de México, con poblaciones de 7 millones 838 mil 10 personas; 5 millones 13 mil 589 pobladores; y 16 millones 618 mil 929 habitantes, respectivamente, tienen un índice de casinos menor que Baja California.

Lamentablemente, los bajacalifornianos, a quienes les han pegado con más severidad los efectos nocivos de la Reforma Hacendaria, son los que más padecen la ludopatía.
Son muchos más, los que tratan de resolver sus problemas económicos con la simple suerte. Cada día es mayor el número de personas que acuden a los casinos y pierden sus recursos, pensando ingenuamente que puedan ganar.

No entienden que los métodos científicos, con los que funcionan las casas de juego, están diseñados para hacer creer a los jugadores que habrán de ganarle, cuando se sabe que la casa nunca pierde.

Lo absurdo es que para muchos mexicanos, y en especial para los bajacalifornianos, los empresarios casineros son individuos honorables, que merecen reconocimiento, distinción, cuando que están aniquilando a muchos personas. 

Caso especial, el del priísta Jorge Hank Rhon, que no obstante que representa un peligro social, está aferrado en llegar a ser gobernador de Baja California. Un contrasentido, cuando que todo político debe pugnar por el mejoramiento de los ciudadanos.

Independientemente de que, hablar de casinos, es hablar de mafias, triquiñuelas y de acumular exageradas riquezas, a costa de muchos mexicanos.

 Para nada se puede pensar en que los casinos puedan llegar a ser empresas benéficas para los bajacalifornianos. Ni siquiera por el número de fuentes de empleo, que éstos pudiesen representar.

El mal, nunca puede generar un bien.   

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