El sofocón
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El sofocón

TIJUANA, BC - viernes 17 de octubre de 2014 - Gilberto LAVENANT.
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Palco de Prensa

Hay una sentencia que advierte, claramente, que a grandes males grandes remedios. En política, no puede haber excepción al respecto.

La casi inminente imposición del salinista David Adán Ruiz Gutiérrez, como dirigente de la CNOP en Baja California, originó una rebelión de priístas bajacalifornianos que amenazaba con desbordar pasiones.

Esto, presagiaba una seria tormenta política en el priísmo bajacaliforniano.

Las inquietudes surgieron a partir de que el secretario particular de Carlos Salinas de Gortari, reveló sus intenciones de convertirse en dirigente estatal de la CNOP, o sea del llamado sector popular del PRI.

Seguramente, David Adán supuso que con el padrino que tiene, nadie se atrevería a ponérsele enfrente. Obviamente, nadie le dijo, que Baja California no es un rancho, ni los bajacalifornianos rancheros con huaraches y calzones de manta.

Y si bien es cierto que en principio, nadie lo conocía, dada la soberbia con que se conduce, al final, aunque ya fue conocido, más por rumores o comentarios, que físicamente, pero nadie lo puede ver. 

Entonces, el columnista lo identificó como “el fantasma político”. Por aquello de que se aparecía por doquier, pero nadie lo podía ver, no por ser invisible, como dicen que son los fantasmas, sino porque a casi todo mundo le cayó mal.

En días pasados, corrió el rumor de que la imposición del salinista, se efectuaría en cualquier momento.

Esto hizo que los bajacalifornianos, básicamente castrotrentistas, fraguaran una rebelión.

Empezaron a hacer pública su oposición a la imposición de Adán Gutiérrez y le enviaron comunicado en tal sentido a la dirigente nacional de la CNOP, la senadora Cristina Díaz Salazar.

El columnista hizo referencia a dicha rebelión, apenas el pasado lunes 13 de octubre. 

Dicen que la misiva iba firmada por Enrique Acosta Fregoso, así como por Héctor Sánchez Limón, Arabela Osuna, César Mancilla Valdez, Javier Alcántara, Gloria García, Moisés Cervantes, Christian Deschamps y otros más.

En la misma, le advertían a la senadora, que la imposición de Adán Ruiz en la dirigencia estatal cenopista -dentro del actual proceso electoral- sería contraproducente.

Cabe recordar, que aparte del salinista, la única aspirante a dirigir la CNOP en la entidad, lo era la diputada tecatense, Nereida Fuentes, quien luego de una intensa campaña de proselitismo, de pronto se apagó. 

Esta situación puso en un predicamento a Nancy Sánchez Arredondo, presidente del Comité Directivo Estatal del PRI. Por un lado el salinista Ruiz Gutiérrez, y por el otro los castrotrentistas, corriente política de la que ella misma es integrante. No se atrevió a intentar frenarlos, ni al uno, ni a los otros.

Se ha de haber sentido que se encontraba en un callejón sin salida. Definitivamente, su autoridad partidista estaba en entredicho. Más aún, porque surgió la sospecha, que desde su oficina, se estaba alentando la rebelión de los castrotrentistas.

Así es que a Nancy, no le quedó otra. Se comunicó con César Camacho, presidente del CEN del PRI, para hacerle saber la imposibilidad que enfrentaba para poner orden entre los cenopistas.

El dirigente nacional priísta, viejo lobo de mar, dio instrucciones a la dirigente nacional de la CNOP, la senadora Cristina Díaz, y ésta, al grito de “a grandes males, grandes remedios”, decidió sofocar la rebelión de los bajacalifornianos.

El sofocón lo logró de una forma simplista, designó a un delegado como encargado de la dirigencia estatal cenopista y a los protagonistas de la trifulca, simplemente les recordó aquello de: “donde manda capitán, no gobierna marinero”. Y al que no le guste, pues que se vaya mucho a china. O tan lejos como pueda o quiera.

El pasado miércoles, en Mexicali, en una sencilla ceremonia, César Aquiles Cruz Ortiz, tomó posesión como delegado nacional encargado de la dirigencia estatal de la CNOP, en sustitución de Juan Montejano de la Torre. Y, como dicen, “muerto el perro, se acabó la rabia”.

El salinista, conocido comúnmente como “El fantasma político” y los castrotrentistas, encabezados por Enrique Acosta Fregoso, sofocados en sus rebeldías, ni pío dijeron.

Sofocar a alguien, es darle un duro golpe en el pecho o estómago, hasta sacarle el aire, de forma tal, que ni ánimos tiene para reclamar.  
Esto no garantiza que el rebelde, en este caso, los rebeldes, pasado el sofocón, se guarden sus rebeldías y se disciplinen. Sobre todo, que colaboren en las labores partidistas.

La designación de delegados, en casos difíciles, como el de la CNOP de Baja California, es un método “democrático”, rápido y contundente, aunque no del todo efectivo.
Se utiliza en situaciones como la que se había venido desarrollando en la CNOP, en la que uno de los protagonistas, seguramente, está acostumbrado a abrir o tumbar puertas con la charola del salinismo en la mano, y los demás, los presuntos rebeldes, aún creen que la luna es de queso y que sí existe la democracia. Específicamente al interior del PRI.

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