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Los lujos de los pobres

TIJUANA, BC - miércoles 8 de octubre de 2014 - Gilberto LAVENANT.
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Palco de Prensa

Sabido es, y no es precisamente para dar pena, que México es un país pobre. La gran mayoría de los mexicanos son pobres.

Según información contenida en interesante reportaje publicado apenas el pasado 18 de mayo del año en curso, en el periódico capitalino Excélsior, en el que se establece que la pobreza en México, está estancada, se indica que el 53.3% de los mexicanos vive en condiciones de pobreza y el 19.7% en extrema pobreza.

Para dimensionar la magnitud de la pobreza de los mexicanos, cabe observar que la población total de México, al segundo trimestre del 2014, asciende a 119 millones 550 mil 176 personas.

Las condiciones son difíciles. Conforme a dicha publicación, la población sin acceso a la seguridad social, es de 81.2%, o sea aquellos que no reciben atención médica en instituciones como IMSS e ISSSTE.

Asimismo, 60.6 millones de mexicanos viven con ingresos inferiores a la línea de bienestar mínimo. Dicho en pocas palabras, simplemente subsisten. Tienen “el agua, hasta el cuello”.

Pero qué importa eso, si a diferencia de muchos pueblos del mundo, que viven con gobiernos absolutistas, monarquías o dictaduras, los mexicanos viven en una democracia y por lo tanto, tienen amplios derechos fundamentales y pueden elegir libremente a sus gobernantes.

Afortunados los mexicanos, a diferencia de quienes viven bajo gobiernos comunistas que no permiten derecho alguno, ni libertades y además no tienen la mínima esperanza de un cambio, pues en tanto que las monarquías se transmiten como una herencia familiar, las dictaduras se aferran al poder, recurriendo a métodos violentos, criminales.

Los mexicanos son privilegiados, tienen amplias libertades y derechos. Incluso, el derecho de elegir nuevos gobernantes, periódicamente. No los tienen qué soportar eternamente. Esa es la gran ventaja de las democracias.

El problema, un serio problema, es que para los mexicanos es un lujo vivir en una democracia. Elegir a sus gobernantes les cuesta mucho dinero. Demasiado.
Les pasa, como a las familias pobres, que cuando la niña de la casa llega a los 15 años de edad, gastan hasta lo que no tienen. Se dan casos de quienes hasta hipotecan sus viviendas para cumplirle el sueño a la quinceañera, de ser presentada en sociedad, con chambelán y toda la cosa. Aunque al día siguiente no tengan, ni para comer.

Además, la libertad de los mexicanos se encuentra limitada, casi coartada, por la llamada partidocracia. Los gobernantes surgen de los partidos políticos, que se reparten el poder público como si fuese un gran pastel.

Los mexicanos, simplemente tienen la libertad de votar “por melón, o por sandía”, aunque al final de cuentas, “tan malo es el pinto, como el colorado”.
Sin embargo, de los males, el menos peor, hay que llevar a cabo los comicios. Algo así como hacerle la fiesta de quince años a la niña de la familia. Que muchas de las veces, ni agradece el esfuerzo. Sobre todo, el gasto.

Para tener una idea más clara sobre el costo de la democracia, cabe observar que este martes 7 de octubre, inició formalmente el proceso electoral 2014-2015. En algunas entidades, habrá elecciones de gobernador, diputados locales, alcaldes. En todo el país, se elegirá a los diputados federales. Los llamados representantes populares, que al final de cuentas solamente representan a sus respectivos partidos políticos y a sus propios intereses.

La lista nominal del Instituto Nacional Electoral, de personas con derecho a participar en dichos comicios, asciende a 80 millones 890 mil 70 ciudadanos. Lamentablemente, los índices de abstencionismo, son impresionantes, superiores al 60%.

De una u otra forma, o sea, acudan o no a votar, cientos, miles o millones de ciudadanos, el presupuesto para este proceso electoral es de 18 mil 572 millones de pesos. Si se utilizaran para crear empleos, construir escuelas o viviendas, se solucionaría en gran parte la enorme problemática de los mexicanos.

De esa cantidad, el INE gastará 7 mil 800 millones de pesos para cubrir sueldos y honorarios de empleados y funcionarios electorales. A los partidos políticos les distribuirá 5 mil 355 millones de pesos, por concepto de prerrogativas constitucionales. Y cada día surgen nuevos partidos y políticos dispuestos a “sacrificarse” por los mexicanos.

A los magistrados de tribunales electorales, para resolver posibles conflictos que pudiesen surgir en los comicios, les entregará 3 mil 62 millones de pesos.
En boletas electorales y materiales diversos para los comicios, el gasto será de 2 mil 355 millones de pesos.

Cualquiera diría que los mexicanos son ricos y que lo que sobra en México, es dinero. 

Son pobres, muchos de ellos en condiciones extremas, pero gastarán una millonada para elegir a quienes ostentarán 2 mil 179 cargos públicos. Para colmo de males, muchos de ellos, totalmente ineficientes. Sobre todo, corruptos. 

Y conste, más de 53 millones de mexicanos viven en condiciones de pobreza.

Pero qué importa, si viviendo en una democracia, tienen la libertad y el derecho para elegir a sus gobernantes. Aunque eso les cueste 18 mil 572 millones de pesos. Como dice el comercial, “eso es un lujo, pero creo que lo valgo”. Que cada quien haga sus conjeturas.

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