De los movimientos estudiantiles y la magia del Tepozteco.  
 
“Con la fuerza del silencio que hablen los hechos”. 
 
Sus pasos siempre los habían llevado lejos. Y aunque ahora no tenían un destino definido se abría frente a ellos el místico cerro del Tepozteco y como si algo inexplicable los guiara decidieron seguir adelante.

El clima no era el mejor. Una lluvia torrencial acababa de azotar el Pueblo Mágico de Tepoztlán que celebraba las fiestas del barrio de San Miguel. El Arcángel que justo la noche anterior (28 de septiembre) había vencido al Diablo, según las creencias populares. De ahí que en la mayoría de las casas luciera una cruz formada con flores de perico para evitar que el maligno penetrara las viviendas.

Aquel es el Cerro del Hombre y algunas personas dicen que se puede ver el número 5, les comentó Gerardo, un joven amable originario del pueblo quien de alguna manera se había ofrecido a ser su guía al menos hasta el centro.

Las señales continuaban. Los números. El misticismo y la magia encerrada en los estruendosos fuegos artificiales que cesaron cuando la lluvia comenzó.

Nadie en esas condiciones les recomendaba seguir adelante hacia la pirámide. El problema no era la subida sino la bajada por toda el agua que había caído, el camino de pura piedra era resbaladizo.

La lluvia cesó aunque las nubes parecían anunciar que sería sólo por un momento. El Tepozteco los retaba y después de recorrer el mercado decidieron aceptar el reto.

Cruzaron el umbral. Un árbol, con un túnel en medio, por donde corría un riachuelo en medio del verdor del Parque Nacional del Tepozteco era la entrada. Pocos metros antes él había comprado unos cuarzos que pretendía cargar de energía en las aguas de ese riachuelo.

El ambiente los invitaba a seguir. El bullicio del pueblo había quedado atrás. Ahora el sonido de una cascada, el trinar de las aves y el viento combinados con la naturaleza que los rodeaba formaban una atmosfera con toque mágico.

No sabían hasta donde llegarían pero siguieron adelante. Las cascadas de agua surgían de cualquier rincón, además de la que corría invariablemente a las orillas del camino. Ni eso los detuvo.
Caminaron bastante. Ella a paso más lento, él aprovechando cada caída de agua para cargar sus cuadros con el agua sagrada y la pequeña como si estuviera en una expedición. Cuando los truenos parecían anunciarles que pronto no podrían continuar.

Él miró metros adelante lo que pensó se trataba del Árbol Sagrado de las 36 Raíces y quiso llegar hasta ahí, pero avanzó unos pasos y un rugido se escuchó de entre la maleza. El Guardián Jaguar los recibía con su rugido de fuego. Ese que sonaba como el principio de un incendio. Quedaron paralizados. Helados. Hasta que de alguna manera con símbolos universales de paz mostraron sus respetos y el paso les fue concedido.

El Árbol Sagrado fue su última parada. El Tepozteco sólo les permitió llegar hasta ahí. Hacer una meditación para conectarse con sus ancestros y regresar.  De vuelta justo donde los había recibido el Guardián Jaguar los despidió con su rugido de fuego.

No llegaron a la pirámide pero una parte de la historia ancestral se había quedado con ellos para siempre, porque el hombre de los cuarzos les dijo que era imposible que ahí hubiera un jaguar, pero les confirmó que habían atravesado un portal donde se escuchaban y percibían cosas que no eran de este mundo.

Cuando uno viaja al centro del país la historia se hace presente. Después de haber estado presente en los festejos del Bando Solmene de Cuautla, la capital histórica del estado de Morelos formando parte de ellos con la presentación de la novela “Donde la oscuridad penetra” justo en el Teatro del Pueblo a espaldas de la tumba de Emiliano Zapata nos trasladamos a la Ciudad de México donde octubre inicia con un movimiento estudiantil a pleno.

“El 2 de octubre no se olvida” frase que se acuño en 1968 en el movimiento estudiantil que se convirtió en un parteaguas del México moderno con todo y el baño de sangre que el sistema quisiera enterrar en el olvido.

Pero hoy a más de 40 años de distancia las sombras de un movimiento estudiantil resurgen con el descontento de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional,  quienes entre otras cosas están en contra del programa de estudios que pretende convertirlos en técnicos. Técnicos especializados como dirían en la Universidad Tecnológica de Tijuana, un plantel donde la brillante apuesta del Gobierno del Estado es preparar a la mano de obra del futuro y eso está bien, y estaría mejor si se invirtieran los mismos recursos a apoyar a otras instituciones donde el objetivo formar a líderes emprendedores.

Pareciera entonces que nuestras autoridades hubieran aceptado su papel como productores de mano de obra barata para el mundo y renunciaran a la preparación de profesionales capacitados que obviamente jugarían un papel distinto para el desarrollo del país.

Por fortuna los estudiantes del IPN parecen haberse dado cuenta de ello y han decidido defender los derechos a contar con una educación pública de calidad.

El movimiento hoy surge muy alejado de las influencias políticas o electorales lo que le demuestra su legitimidad sumado a las marchas que llegaron hasta la Secretaria de Gobernación, donde a su titular Miguel Ángel Osorio Chong no le quedó más remedio que recibirlos y prometerles una solución, y como no si ya también algunos CCH de la UNAM se han sumado a este movimiento y lo que falta.

Por nuestra parte tuvimos oportunidad de conversar con estudiantes de la llamada Vocacional 13, el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos #13 “Ricardo Flores Magón”, quienes revelaron que su directora Elvia Rojas Ortega es una buena alumna de la directora general del IPN Yoloxóchitl Bustamante Díez y lo que menos le interesa es el estudiantado o su programa de estudios.
Y para muestra un botón: de buenas a primeras Rojas Ortega decidió eliminar las actividades deportivas a los alumnos nomás porque a la señora no le gustaban. Esto y otros detalles provocaron que los alumnos decidieran sumarse al movimiento general y tomar la escuela, ya que las autoridades del IPN han mostrado un total desinterés por la educación.   

Esperemos ahora que las autoridades federales vean una oportunidad para echarse a la bolsa al estudiantado, y no adopten un papel diferente que sólo provocaría que este movimiento se les saliera de las manos y curiosamente en octubre como hace muchos años atrás.