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Los parches

TIJUANA, BC - viernes 19 de septiembre de 2014 - Gilberto LAVENANT.
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Palco de Prensa
 
Cuando se proyecta una obra de gran magnitud, como por ejemplo el estacionamiento de automóviles, en la explanada contigua al Palacio Municipal de Tijuana, obviamente se elabora un estudio técnico, completo, que incluye resistencia de suelo y, para el caso de tener que cubrir grandes distancias con vigas, de acero o cemento, la capacidad o resistencia de las mismas. Nada debe hacerse al “ahí se va”.
 
Lo que se haga ahora, cuatro años después de concluida, para tratar de corregir fallas, son meros parches, como quien le agrega un pedazo de tela a una falda o a un pantalón que quedan rabones. En apariencia, se cubren las necesidades, pero en el caso de obras, es otra cosa. Nada garantiza que los agregados sean realmente efectivos, para prevenir y evitar siniestros, como un posible colapso.
 
Ese es el caso del estacionamiento de automóviles, ubicado en un predio contiguo al Palacio Municipal de Tijuana, cuya explanada superior se pretendía fuese utilizada como plaza pública o punto de reunión de grandes números de personas.
 
Las irregularidades de la construcción, salieron a relucir, cuando se estaba programando celebrar ahí el evento del Grito de Independencia de México. Al parecer, los concesionarios del estacionamiento, ya habían observado los daños, y advirtieron a las autoridades municipales que buscaran otro sitio, porque ese no resistiría grandes conglomerados.
 
Que el lugar, apenas si podría resistir el peso de unas 10 mil personas, debidamente sentadas en sillas, quietecitas, sin hacer manifestaciones de alegría o júbilo, pues si les daba por bailotear o hacer relajo, la loseta superior del estacionamiento, podría cimbrarse. Incluso desplomarse.
 
Funcionarios del XXI Ayuntamiento de Tijuana, sin hacer aspavientos, simplemente dieron a conocer el cambio de sitio para el evento patrio y una tibia explicación de las causas, por las cuales no utilizarían la explanada del estacionamiento.
 
Pero, todo así lo indica, ni por aquí se les ocurrió, revisar técnicamente las condiciones reales del estacionamiento, hasta esta semana, aún en uso. No imaginaron, ni estimaron, la gravedad de la situación. Que Tijuana puede proyectarse a nivel nacional, o quizás internacional, en caso de que la loseta se desplome encima de los automóviles, del público en general, que al acudir a hacer trámites a las dependencias ubicadas en el Palacio Municipal, hacen uso de dicho estacionamiento. Gravísimo. Mucho más, si llega a haber pérdida de vidas humanas.
 
A cualquier profesional de la construcción, seguramente le daría pena, que el proyecto de obra a su cargo, finalmente presentara fallas, por factores que no se previeron, o simple y sencillamente porque la obra se encargó a un “macuarro”. Pero lo peor, que tal parece es el caso, es que la autoridad municipal, responsable de la autorización y supervisión de las obras, no las vigiló. Tal vez por flojera o quizás por “órdenes superiores”.
 
Los automovilistas que ingresaron al lugar, en días pasados, observaron con suma preocupación, que cuadrillas de trabajadores estaban construyendo soportes, para sostener las enormes vigas sobre las que se carga la loseta superior. Quebraban una zona cuadrada del piso, para hacer una especie de cimentación, y sobre ésta colocaban enormes tubos de acero. Como quien apuntala el techo de su casa con barrotes, para evitar su desplome. 
 
Esta situación, más el anuncio del no uso de la explanada, por supuesta falta de capacidad para resistir conglomerados, dio lugar a que empezaran a circular rumores, respecto a un posible colapso de la loseta de la explanada, sobre los automóviles ahí estacionados, con peligro latente de muerte, para los usuarios.
 
Lo delicado del asunto, es que la autoridad municipal, responsable de toda obra en el municipio de Tijuana, el ingeniero Roberto Sánchez, secretario de Desarrollo Urbano, no había tenido la ocurrencia de salir de su oficina, ubicada en el tercer piso del Palacio Municipal, caminar unos metros y realizar una inspección al estacionamiento contiguo. Seguramente, como muchas personas, no le hace caso a los rumores. Pero le dio flojera ir a cerciorarse.
 
Este jueves, preocupado por los comentarios generados, por las observaciones hechas por el columnista, autor de Palco de Prensa, así como por el excelente reportaje de la reportera Aranzazú Álvarez, para Telemundo 33, proyectado el pasado miércoles, en el Noticiero San Diego-Tijuana de las 11:00 de la noche, el síndico social, ingeniero Bernabé Esquer, decidió entrarle al tema.
 
Por una parte, remitió oficios a los directivos de los Colegios de Ingenieros y Arquitectos, para que lleven a cabo una revisión de la obra en mención y determinen los posibles riesgos.
 
Además, invitó al propio titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano, ingeniero Roberto Sánchez, a realizar una visita al estacionamiento. De inmediato pudieron percatarse de los trabajos que realizaban varias cuadrillas, para colocar los parches a la obra, tratando de ocultar las deficiencias. Al dialogar con los encargados, éstos aceptaron que no contaban con autorización oficial para ello, por lo que de inmediato se les indicó que se retiraran.
 
Es para alarmar a cualquiera. Una obra riesgosa, contigua al Palacio Municipal, a la vista de todos, en especial de los funcionarios públicos encargados de otorgar licencias de construcción y vigilar el desarrollo de las obras, pero que nadie ha estado vigilando. Y, como siempre pasa, han de estar esperando que se ahogue el niño, para tapar el pozo. Urge que lo clausuren, que deje de dar servicio al público, hasta que se corrijan las fallas.
 
Por cierto, ¿saben quién ordenó se otorgara la constancia de terminación de dicha obra? Nada más y nada menos que el ingeniero Manuel Guevara Morales, entonces administrador del Municipio y actualmente flamante secretario de Desarrollo Urbano del equipo del gobernador Kiko Vega. Que explique el por qué de las fallas, o que reconozca la omisión de cuidado o vigilancia de la misma, lo que implica negligencia y co-responsabilidad. El por qué de los parches. 
 
Lo dicho,  “Al que obra mal, se le pudre el tamal”. 
 
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