Al medio tiempo. Los meses se han ido como cada última quincena de agosto en la que uno acostumbra decir: ¡pero qué rápido ha pasado el año… ya estamos por entrar a septiembre! Ese septiembre que sonaba tan lejano aquel 28 de diciembre, cuando lo de las imágenes apocalípticas colgadas en redes sociales parecía lo que finalmente no fue: una inocentada, una broma más de las que se gastan ese día en el que tantos se ponen creativos cuando menos una vez al año. Entonces se dijo que hasta septiembre. Ahora se dice lo mismo, que se vienen dos o tres semanas, sólo dos o tres, de encomendarse a quién sea para no sólo llegar con bien sino también para llegar a tiempo. Cuentan que el primer tiempo del Xolos contra Coras por la Copa dio muy poco para el relato. Para el segundo tiempo, después de las tres horas de viaje, ya estábamos ahí. La demora no nos privó de lo poco bueno por relatar en torno al choque sobre el sintético del Caliente. Dos goles. Uno por bando. Al final llegamos y eso es lo importante cuando se viaja hacia el norte y por la libre por estos últimos días de agosto. Ya falta menos, cada vez menos para llegar a ese septiembre que parecía tan lejano cuando lo de la escénica colapsada. Y sí, todo pasa tan rápido.
En todo, menos en la pelota. En los primeros siete ni rastro, ni un sólo indicio de cumplir con eso de que la pasión por un deporte se hereda para luego presumir con orgullo aquello de: “es que lo lleva en la sangre”. Si ve un balón, él lo pasa de largo sin encajarle la punta o el empeine y mucho menos la parte interna para darle el efecto de los que saben pegarle. Si en el jugueteo con el control aparece un rectángulo verde con 22 tipos correteando una pelota, él continúa la búsqueda hasta encontrar los dibujos animados de moda. Y si vemos una cinta en la que todo se desarrolla dentro de una mesa de juegos llamada “Metegol”, él la llama “la película donde los muñequitos cobran vida” como si el futbol no fuera un tema siquiera accidental en la trama. Ya está por cumplir ocho mi chiquillo, los mismos que yo tenía cuando no soltaba la pelota de futbol y posaba como en formación del once titular antes de un partido en esa vieja foto del periódico que reseña mi octavo aniversario. Es increíble. Nos parecemos tanto. Casi en todo.
Un fan. Dicen que tiembla, se descompone, titubea, cuando lee Ensenada o Rural o IC. Y dicen que luego, como siempre, maldice y amenaza. Vocifera. Dicen que lee cualquier declaración de Carrillo y Sauceda y su semblante cambia, se enfurece, los insulta, sentencia su destierro de la normatividad, lo jurídico y lo legal. Pero dicen también, y les creo porque quienes lo dicen están tan cerca de él, que Freddy ha adoptado esa sana costumbre de leer y leer. Un adicto a la información. Y dicen que entre tanta lectura, lo primero que lee es un portal donde aparecen todos esos apellidos y siglas y términos que le provocan tantas reacciones . Y además dicen que, como nadie, espera los miércoles. Dicen que es el día que se publica esa columna que no se pierde.
