Sin exagerar, uno se juega la vida en cada cruce. En las rectas no hay problema porque sí hay tiempo para la reacción. Pero en las curvas hay que abrir bien los ojos y poner atención por uno y por la posible desatención de quien, ante las prisas y la imprudencia, podría salir al encuentro. No es un tramo tan grande, en realidad, pero si se forma la hilera aquello parece eterno. En fin, ya empieza a ser familiar a fuerza de tanto recorrerlo después de ocho meses. Llegamos y todo ha valido la pena. Futbol o beisbol, centro de alto rendimiento. Los mejores circuitos del país a sólo 100 kilómetros. Los eventos que reúnen a los mejores atletas del estado, también. Y por la libre y sin la escénica, cada visita a Tijuana sí que es una aventura que bien puede aprovecharse si es miércoles, si se va de copiloto de un buen piloto y si no se ha escrito la columna.

 

Casa prestada, casa propia. Dicen que sólo era un montoncito de aficionados congregados en una zona específica y que el juego a nadie le interesó, aunque el rival fueran los legendarios Diablos Rojos y aunque se tratara de un juego oficial. Y es cuando acabaron los locales Padres y los Bravos de Atlanta se vació Petco Park ese domingo de Grandes Ligas y Liga Mexicana. Del otro lado de la frontera, el asunto es contrastante: qué entradón para ver a los Toros de Tijuana en su último juego como locales dentro del Gasmart. Saltillo la hizo de aguafiestas el miércoles de despedida en casa ante más de 16 mil.

 

No lea antes de comer. Si el cinismo le asquea, no lea sobre el tema. Si las trampas le provocan náuseas, tampoco. Si las injusticias lo insultan, ni se le ocurra enterarse de lo que pasa en ese deporte cuyo escenario ha devenido de diamante a callejón de riña barriobajera. Si los estúpidos le generan sensaciones vomitivas, no busque al autor de esas resoluciones dictadas al calor de la soberbia y el envanecimiento propios de los pobres diablos sin más oficio que defender un membrete de papel. Si va a comer y no quiere perder el apetito, ni se le ocurra abrir los periódicos entre junio y agosto porque podría encontrarse con esa imagen desagradable, grotesca, descompuesta, un ejemplo de lo que nunca debió ser.

 

Terruño. Un tema más, sólo uno para cerrar los apuntes de miércoles casi en jueves por la carretera. Ya estamos por entrar a Ensenada. Aquí donde no hay equipos profesionales ni primera división ni liga mexicana de beisbol ni frontera con los Estados Unidos. Pero sí hay tanto talento, tanto atleta sobresaliente como no existe en cualquier otro punto del estado. Pero más que eso, hay gente digna, que no se deja pisotear por tramposos, por deslenguados que tuercen a conveniencia normatividades y estatutos. En unas horas más, por cierto, algunos de ellos estarán llegando desde la capital con noticias. Esperemos que sean buenas.