Columnista de la SillaRota: GUILLERMO MORENO HERNÁNDEZ
Nací en una familia tradicional, criado por mi madre y padre con ayuda de mis abuelos y tíos. Jugaba con mi hermana y primos. Todo trascurría normal en mi niñez, pero al llegar a la adolescencia “algo en mí despertó”: Prefería la compañía de los hombres a la de mujeres. Y no sólo en lo social (salir con ellos a jugar futbol, a nadar o los trabajos escolares) también me robaban el sueño (incluyendo alguno húmedo).
Estaba perfectamente consciente de ello, pero al nacer y crecer en una familia tradicional mexicana traté de ocultar mi orientación. Por algún descuido de cualquier chico (gay) de prepa me “sacaron del clóset”. Y ya saben cómo terminó la historia: Mis padres quisieron mandarme al psicólogo, familiares cercanos se ofrecían a “curarme” yéndome a vivir con ellos y con sus hijos que tenían costumbres de hombres. Mi padre amenazaba con golpearme hasta que se cansara si me encontraba con alguien “como yo”, y mi madre se echaba la culpa de mi “problema”. Desde ese momento (hace ya 16-17 años) la relación con mi familia no ha sido la misma y aunque mis padres me han aceptado poco a poco, todavía siento esa mirada y trato de “eres el raro”, con la excepción de mi hermana Fernanda y mi prima Paulina.
Al paso de los años comprendí algo esencial: Cuando tu familia biológica te da la espalda en lo afectivo y emocional (me encantaría que mis padres comprendieran que el apoyo económico no lo es todo) UNO ESCOGE A SU FAMILIA. Sí, todos esos amigos que piensan, sueñan, viven y comparten puntos fundamentales de la vida. Y con ese crecimiento personal y afectivo que se aprende en la vida y no de los lazos consanguíneos. La verdadera bendición llega cuando conoces a la persona con la que te gustaría pasar el resto de tus días. Y claro, una relación de pareja no es sólo sexo, besarse, tocarse, salir al cine y al antro, o sea, pasarla bien. No. Una relación de pareja es trabajar, fundar y cimentar lazos emocionales y sociales. Por lo tanto se vuelve tu familia.
La familia que la vida te da oportunidad de elegir más allá de lo consanguíneo. Mi novio es mi familia. Mis amigos son mi familia. Y mis padres, mi hermana y mi prima jamás dejarán de ser mi familia.
Por eso sentí enojo, coraje y una infinita tristeza cuando José María Martínez, presidente de la Comisión de la Familia y Desarrollo Humano del Senado de la República, mencionó que la única familia posible y real es la formada por la familia tradicional y recalcó que los matrimonios igualitarios son una moda al igual que la interrupción del embarazo. Mi pareja, mis amigos, mi hermana, mi prima y yo tenemos preguntas que deseamos que José María Martínez nos responda:
¿Amar a mi pareja es una moda? ¿Compartir un proyecto de vida es una moda? ¿El que mi novio y yo nos preocupemos porque el otro está en problemas es una moda? ¿Si mi hermana decide adoptar en un par de años y criar a un(a) bebé SOLA, la pone a la altura de los maniquís de Plaza Antara, porque es una moda? ¿Mi prima que ha criado SOLA a mi sobrina de 6 años, no es familia porque el “hombre” no quiere estar con ellas? ¿Mis amigos Nol y Chema son una moda de 7 años de relación? ¿Mis compañeras Guadalupe y Rosa María que están juntas desde hace más de 20 años son médiums de la tendencia?
¿Mi buen amigo Isidro que ha criado a los hijos (adultos todos ya) de su hermana no forma parte de esa familia porque no es “el padre biológico? Luis y Víctor (otros amigos míos) están juntos desde hace 14 años… ¿una moda de tantos años? Estimado Senador Chema, esperaré sus respuestas (que nunca llegarán).
Lo arriba citado confirma un dato de COPRED: Los habitantes del DF consideran que la ciudad es una urbe con mucha discriminación al calificarla con 7.2 (escala 0 a 10). Y no quiero imaginar los datos en el interior del país donde en estados “modernos” como Guadalajara y Monterrey (JA) muchos amigos aún no pueden tomar de la mano a su pareja. Del mismo modo, los entidades más conservadoras (y donde, casualidad, la narco violencia es el día a día) de México son las que se oponen a la interrupción del embarazo. De cada 10 mujeres que interrumpen su embarazo en clínicas públicas del Distrito Federal, tres son de otras entidades federativas, según cifras de la Secretaría de Salud local.
Para cerrar, y al margen del día, instituciones públicas y privadas, figuras políticas y del espectáculo, intelectuales, partidos políticos, ONG’s y la sociedad civil en general han mostrado su enojo, indignación y argumentos que liquidan la visión retrograda, fascista y caduca que el Senador pretende instaurar en el día a día de los mexicanos. Ojalá también fueran “moda” los sueldos, prestaciones y vacaciones de algunos funcionarios públicos que sirven a sus intereses e ideas personales, pero no a la diversidad de ideas, estilos de vida y familias que sólo quieren un país digno e integral en sus derechos, pero parece que en estos “tiempos modernos” estamos destinados a repetir los grandes errores de la humanidad. Poco falta.
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