Diario de Mamá Scout

Mamá Scout es Maestra en Desarrollo Humano por la UIA 

 

Siempre he pensado que para educar a los hijos modernos no es suficiente lo que aprenden en la casa, en la escuela o en los diversos talleres de arte o deporte en los que uno los involucra, siempre quedan muchas horas de ocio que pueden ser invertidas en la “Tablet” o en los celulares y aunque son necesarios, no deben de invadir los espacios de tiempo libre que les quedan a nuestros hijos. Por eso buscaba alguna actividad que se pareciera a  aquellas tardes que pasábamos sus padres, sudando, con los amigos, ganando costras en las rodillas y codos y escuchando al final de la jornada los gritos de mamá, ya entrada la noche, para que te metieras a bañar.

 

Al principio me resistí a pensar que los Scouts pudieran ser la solución, sobre todo porqué suponía que tendría que comprometerme a sábados con horarios fijos, pagos, estructura, en fin y ¡miren que tengo amigos que admiro y respeto que han hecho de la formación Scout su estilo de vida!

 

Por fin, invitados por compañeros de la escuela de mi hijo, llegamos al grupo. Por cuatro sábados observamos su interés de participar y sin falta le preguntábamos si quería regresar, contestando siempre que sí.

 

Como cualquier mamá, empecé a observar qué pasaba con mi hijo en su grupo. Lo primero que vi es que lo incluyeron, con derechos y obligaciones, con voz, con juegos, con visión de grupo. Llegaba a casa cansado de correr por el parque, de hacer actividades y después de cerrar el día reconociendo el trabajo de todos los grupos que también participaron.

 

A cinco meses de haber entrado, mi hijo ya fue a tres campamentos, dos fuera de la ciudad, uno de ellos conviviendo con su familia, compitiendo, conociendo Baja California; también ya participó en una Feria de la Salud, en un curso de Primeros Auxilios y recolectó alimentos para una Asociación que apoya a mujeres con Adicciones.

 

La semana pasada tuvo que construir un instrumento musical con material desechable. Él y su padre se fueron al garaje  a buscar palos, clavos y corcholatas para construir una sonaja que  vio en el Internet. Horas de calidad  padre-hijo, tomando un martillo al que le tenía miedo, intentos de claudicar y dejar solo al papá con la actividad, pero su lema Scout es ¨Siempre lo mejor¨ y eso lo impulsaba. Por fin el instrumento estuvo listo para que formara parte de una banda con sus amigos. Otro sábado transcurrió con la sensación de logro

 

Seguramente muchos de ustedes están en la misma disyuntiva que yo: Cómo darle más herramientas a mi hijo para que sea un ciudadano participativo, un hombre íntegro, un niño más conocedor y respetuoso de su medio, pueden haber muchos caminos para eso. El camino Scout es uno de ellos. Acércate a los Scouts.