Columnista de la SillaRota: Graciela Rock
¿Ustedes cuánto gastan al día en comer?¿Qué tanta comida tiran a la basura porque se echó a perder? ¿Qué comerían si sólo pudieran gastar 3 pesos? Esa es la idea detrás la campaña Living Below the Line, de las organizaciones The Global Poverty Project y The Hunger Project que desde el 2010 invitan a personas en todo el mundo a alimentarse por una semana con el equivalente a 7 dólares o menos, 9 pesos al día.
En el mundo, hay más de dos mil millones de personas que sobreviven con dos dólares al día o menos y 1.2 mil millones, un quinto de la población mundial, que lo hacen con menos de $1.25, la equivalencia son 9.60 pesos (paridad de poder adquisitivo). De acuerdo al último censo del INEGI, en México hay 11 millones de personas en pobreza extrema, pero 28 en pobreza alimentaria, casi el 25 por ciento de todos los mexicanos. Los números son peores si enfocamos a niños, adultos mayores o poblaciones indígenas.
Internacionalmente, veintiún mil personas mueren de hambre o de enfermedades relacionadas con la desnutrición al día; sin embargo, cada año se desperdician 1.3 mil millones de toneladas de comida, suficiente para llenar 65 mil veces el Estadio Azteca. Para los que tenemos la suerte de no tener que preocuparnos por qué comeremos mañana y nos damos el lujo de comprarnos un cafecito de 30 pesos o de cenar en restaurantes “de autor”, la idea de tener que calcular que cada bolsita de té cuesta 30 centavos o que esta semana sólo nos alcanza para un kilo de tortillas, parece casi irreal.
Cientos de campañas de decenas de organismos internacionales nos muestran fotos de niños con hambre, nos piden pensar en su sufrimiento y hacer algo al respecto. Le apuestan a que por un pinchazo de angustia bien intencionada al recordar la comida que tiramos a la basura esa mañana hagamos una donación, ser voluntarios o algo que apacigüe nuestra culpa de consumistas irreparables. Pero es difícil mantener esa idea cuando al sentir hambre no tenemos más que abrir la puerta de nuestro refrigerador o, en el peor de los casos, parar en el Oxxo.
Living below the line es, por supuesto, una campaña de recaudación de fondos para más de 90 organizaciones que trabajan en todo el mundo, México incluido. Pero más que eso, busca cambiar la forma en que las personas perciben la pobreza y el hambre, no sólo quien participa sino también su entorno; que sus amistades, compañeros de trabajo y familia se involucren en el tema.
En los últimos tres años han participado alrededor de 50 mil personas y se han recaudado diez millones de dólares. Cada vez más, universidades y colegios en diferentes países que se inscriben y compiten entre ellos para alcanzar sus metas de participantes y fondos recolectados, barrios o familias completas entran al reto, grupos de amigos organizan “cenas bajo la línea” o eventos de recaudación para compartir experiencias y promover a la organización que apoyan.
Por primer año, yo participaré en el proyecto. En la semana del 28 de abril al 2 de mayo que es la semana oficial de la campaña, intentaré sobrevivir bajo la línea, y no sólo de sopa maruchan. Si quieren ser parte, aún se pueden inscribir. En los últimos 20 años, se ha logrado reducir a la mitad, el número de personas que viven en condiciones de pobreza, no ha sido fácil y no lo será, pero es posible un mundo donde cada individuo tenga acceso a la alimentación. Seamos parte de ello.
Si quieren más información sobre la campaña: www.livebelowtheline.com
¿Les interesa saber más sobre las organizaciones que la impulsan? www.globalpovertyproject.com / www.thp.org
Claro, si quieren hacer una donación a la organización que yo apoyo: https://www.livebelowtheline.com/me/gracielarock
@conejamalvada
