Pecados de Omisión
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Pecados de Omisión

MÉXICO, DF - lunes 28 de abril de 2014 - lasillarota.com.
1843
Columnista de la SillaRota:  ROBERTO MORRIS
 
En el curso de catecismo que tomé previa a mi primera comunión la hermana Leonella, una monja entrada en años nos explicó que según el dogma católico hay tres tipos de pecado. El primero, el Original, es el pecado con el cual nacemos; aquella herencia de Adán y Eva por andar probando frutas prohibidas. El segundo es el venial, fallas leves a las reglas de dios que, generalmente, se hacen con desconocimiento. Estos debilitan nuestra relación con dios, mas no la rompen. Por último, nos contó de los pecados mortales, aquellos pecados graves e intencionales que van en contra de los mandamientos. Concluido este repaso, la monja se nos quedó mirando fijamente, sabiendo que se estaba saliendo del programa establecido, pero queriendo inculcarnos su sabiduría nos dijo, “Hay un cuarto tipo de pecado, el pecado de omisión”. “Es cuando sabes que algo está mal y decides no hacer nada al respecto”.
 
La reciente canonización del difunto Papa Juan Pablo II es un mensaje claro del Vaticano sobre lo que será su política institucional sobre los cada día más casos de abuso sexual por parte de sacerdotes. Omisión.
 
Hay quienes dicen que Juan Pablo II no sabía sobre las atrocidades que cometían miembros del clero, sin embargo casos como el del Padre Murphy , quien entre 1950 y 1974 abusó de más de 200 niños en la escuela St. John´s School for the Deaf en Milwaukee, Wisconsin, EEUU muestran que el Vaticano si tenía conocimiento. Gracias a este caso sabemos que existen documentos oficiales autorizando indemnizaciones económicas a víctimas y hasta una política de “rehabilitación y re acomodo” para curas pederastas. En 1993, el Padre Murphy fue evaluado por Kathy Walter, terapeuta del estado, a quien le confesó el abuso de los niños.[1] Casos como el del Padre Murphy sobran. Hay conocimiento de casos en Irlanda y otras partes de Europa y EEUE. Como mexicanos tenemos la tristeza de ser una parte importante de este acontecer debido al comportamiento del Padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y conocido amigo de Juan Pablo II.
 
El primer pecado de omisión de Juan Pablo II fue la omisión de acción. Sabiendo que existían estos casos (incluso el entonces Cardenal Ratizinger era el director de la oficina que llevaba los casos más importantes de abuso sexual, esta era la llamada Congregación para la Doctrina de la Fe) la respuesta del Vaticano fue encubrir en vez de intervenir.
 
El segundo pecado de omisión de Juan Pablo II fue la omisión de amor. Yo no sé cómo un hombre que decía amar al mundo fue capaz de darle la espalda a miles de personas en agonía física y mental. Si uno se pone del lado de las víctimas, resulta que la persona a la cual desde niño te enseñan a amar y honrar te da la espalda cuando más lo necesitas. Ojalá Juan Pablo II y ahora el Papa Francisco (quien peca de lo mismo al canonizar al primero) pudieran sentir, por un momento, el dolor y sufrimiento de las víctimas y sus familias. Esto no para que sufran, sino para que entiendan cuánto duele ser ignorado por ellos mismos.
 
Generar una opinión crítica acerca de Juan Pablo II es una tarea difícil, uno no puede negar el importantísimo rol que jugo este hombre y la Santa Sede en la geopolítica de la Guerra Fría, el fue uno de los actores que, efectivamente, aportó a desmantelar la infama cortina de hierro. Curiosamente, su política internacional fue radicalmente distinta a su política interna. Tumbaban muros ajenos y construían muros propios, valga la ironía. Al final, Juan Pablo II tomó una decisión, prefirió ser un político y líder de estado, a ser un sacerdote y líder moral. Si el hubiera ventilado los casos de abuso de la iglesia, probablemente hubiera perdido peso de negociación internacional.
 
Mucha gente me pregunta ¿si no eres católico, por qué te importa? La respuesta es fácil, por las víctimas. Porque todas las víctimas de crímenes tan atroces tienen derecho a reivindicación, ya sean estos niños abusados sexualmente, hombres y mujeres judíos y judías victimas del holocausto o migrantes levantados por el narcotráfico. Lo peor que podemos hacer es jugar a que no existen. La canonización de Juan Pablo II es eso, es decirles que no existen.
 
Para mis amigos católicos, que tengo muchos, su fe deberá de ir mas allá de un hombre o una institución. Si su fe es tan frágil que se quebranta sabiendo que uno de los suyos no fue tan santo o tan bueno como creían, entonces no están depositando su fe donde debería de estar.
 
@robertomorris
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