Por Marco Antonio Domínguez Niebla
¿Camisa de fuerza? ¡Al diablo!, por ejemplo. Le llaman nota informativa y obliga al ejecutante a ser certero, justo, preciso. Nada de trascendidos ni chismes ni especulaciones. Descartado publicar una sola versión de los hechos por berrinche o por ocurrencia, o porque algún amigo te lo aseguro o porque deseas congraciarte con alguien, o porque tienes que llenar la cuota requerida por el jefe de información, o porque quieres llevarte la nota de ocho columnas con una elucubración afiebrada. La nota informativa es una especie de camisa de fuerza en la que el ejecutante se encuentra confinado al dato duro, al hecho confirmado, al encuentro de las versiones. Y si un contacto es de absoluta confianza y afirma que la noticia es un hecho y que todo es cuestión de tiempo pero no puede confirmarlo abiertamente, la nota informativa igualmente desechará cualquier posibilidad de publicación porque sus parámetros son rígidos, estrictos, inviolables. Así de sencillo. Así es la nota informativa. Pero por fortuna hay otros géneros periodísticos. La columna, por ejemplo. Como ésta, por ejemplo. Y en una columna, como ésta, por ejemplo, es posible juguetear con los géneros, incluso entre la realidad y la ficción. Eso ya dependerá del talento del ejecutante. “Se va el Freddy. Ya no lo dejarán contender por su cuarta reelección en la Asociación Estatal de Beisbol. Está tratando de encontrar recovecos que le permitan competir, pero es un hecho: no va más. Acabó la dictadura. Los 16 años de pesadilla”. Y trascendidos como éste, por ejemplo, informado por un contacto de absoluta confianza, como el que me ha asegurado lo anterior, por ejemplo, bien caben en una columna, como ésta, por ejemplo.
Video escándalo. Moderatto, canta. El “Piojo”, actúa. Algunos seleccionados nacionales, modelan. Televisa, presenta. El Mundial, un pretexto. Yo, después de ver eso, voy con Camerún, Brasil y Croacia.
Eso de hacer lo que te gusta. “En este oficio jamás nos haremos ricos. Es más, ejercemos una de las actividades que peor imagen tienen ante los estudiantes a la hora de decidir su futuro profesional”. Cuando escuché tales palabras de ese pobre esclavo del periodismo, me propuse metas prácticas: trabajar con placer porque he encontrado la manera de vivir ejerciendo el oficio para el que nací, sin actitudes pesarosas ni perezosas. Mucho menos victimistas. Y sí, algo tenía de razón aquel emisario del caos en eso de que jamás seremos ricos. De dinero, no.
Pueblerino. Todavía ni se construye y ya hay voces en contra. Que si mejor invertir en lo que ya hay. Que si es demasiado dinero para un escenario de tales dimensiones. Que para qué. Y entonces es preciso mirar alrededor, sacudirse cualquier mentalidad anacrónica y ver lo que es Ensenada. Y lo que hay no se parece en nada a un pueblo. Digamos que es algo más parecido a una ciudad que precisa de un estadio de verdad.
