Octavio Paz y el reconocimiento de lo humano
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Octavio Paz y el reconocimiento de lo humano

MÉXICO, DF - lunes 31 de marzo de 2014 - lasillarota.com.
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Columnista de la SillaRota: MAURICIO FARAH GEBARA
 
Su extensa obra poética fue intensa, descarnada, sin ambages, aborda en ella temas axiales como la pérdida de la inocencia original, el sentimiento de desarraigo en los seres humanos y la posibilidad de redención en la facultad de la creación artística. Como decía Juan García Ponce, para Paz el mundo, fundamentalmente ajeno, se ordena a través del poder de la palabra. De la palabra convertida en diálogo.
 
Paz también fue una figura central en el desarrollo de nuestra conciencia nacional y sus ideas influyeron de forma decisiva en el desarrollo de nuestra vida democrática. Sus ensayos fueron fruto de una poderosa inquietud intelectual, casi sin paralelo.
 
Nos legó obras como las reveladoras meditaciones sobre México en "El Laberinto de la Soledad", crítica, política y psicológica. En sus libros, escritos con un estilo lúcido, claro y elegantísimo como "Las Peras del Olmo", "Puertas al Campo", "Corriente Alterna", "Claude Lévi-Strauss o el Nuevo Festín de Esopo", "Apariencia Desnuda", "Conjunciones y Disyunciones", "Los Hijos del Limo", "El Ogro Filantrópico" y "Los Signos en Rotación", entre muchos otros, descubrimos al intelectual preocupado por su entorno tanto artístico como social y humano, siempre en ejercicio de una facultad crítica que lo alejó de los espejismos ideológicos.
 
Alguna vez dijo: "Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción de crítica. Sin crítica, es decir, sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura. Incluso diría que sin ella no hay sociedad sana".
 
A Octavio Paz mucho le preocupó la política, siempre desde una óptica profundamente humanista. La entendió como la posibilidad de servir como instrumento de la libertad y dar paso al desarrollo de los valores humanos. Por eso fue tanteando, explorando, aprendiendo y criticando los diversos sistemas y doctrinas del azaroso siglo XX.
 
Aborrecía todo tipo de totalitarismos. Denunció a los sistemas burocratizantes y siempre estuvo del lado de la democracia, aunque abjurando sin descanso de todo tipo de fundamentalismos, incluido el liberal, que también lo hay. También postuló que el verdadero socialismo "es inseparable de las libertades individuales, del pluralismo democrático y del respeto a las minorías y a los disidentes".
 
Un texto fundamental para entender la vocación irreductiblemente humanista de Paz es el discurso que ofreció en la ciudad alemana de Frankfurt, en 1984, cuando aceptó el Premio de la Paz de los libreros alemanes. En aquella ocasión el poeta dejó plasmada su vocación democrática y humanista en un texto extraordinario, donde afirmó que  “Sólo si defendemos la democracia estaremos en posibilidad de preservar la paz… la libertad y la paz son dos valores completamente indisolubles, separarlas es ceder al chantaje”.
 
Por cierto, en aquella ocasión recordó que la fecha de su nacimiento había sido el fatídico año de 1914, cuando dio inicio la Primera Guerra Mundial, y que por ello mismo para los escritores de su generación la guerra había sido una referencia constante. “Escribí y escribo porque concibo la literatura como un diálogo, y el diálogo es lo contrario del ruido que nos niega y del silencio que nos ignora”. También hizo referencia a uno de sus temas favoritos: la inocencia del principio: "La paz fue una dimensión de la inocencia del principio, antes de la historia. El fin de la historia será el comienzo de la paz: el reino de la inocencia recobrada".
 
Exploró dos propuestas para eliminar la guerra: la que contempla la abolición del Estado y la que propone la creación de un Estado mundial, para rechazarlas ambas. La primera la negó sobre la base de que el Estado no es el origen de la discordia, sino de la paz: "El Estado nació para defender al hombre del hombre". La segunda opción, dijo, "se traduciría en la servidumbre universal y en la muerte del espíritu". Así pues, "si estamos condenados a la divergencia, la disputa y la querella, también estamos condenados al diálogo y a la negociación". La posibilidad constante de guerra concierne a todos los hombres y convierte a la democracia, si no en una garantía contra la guerra, sí en condición para la genuina paz.
 
Cerró su discurso con una de sus frases más encomiables “El diálogo es una de las formas", quizá la más alta, de la simpatía cósmica".
 
Por el vigor de su poesía, por la fuerza y brillo de su pensamiento, por la transparencia de su prosa como ensayista, y por la probidad de su conducta intelectual, por su vocación crítica e independiente y por su profundo sentido humanista, Octavio Paz y su obra serán eternos.
 
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