Violencia en los estados: ¿Hasta cuándo?
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Violencia en los estados: ¿Hasta cuándo?

MÉXICO, DF - miércoles 26 de marzo de 2014 - lasillarota.com.
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Columnista de la SillaRota: RICARDO ALEMÁN
 
El caso más recordado es el de una multitud que intentó abandonar el estadio de CU –el domingo 26 de mayo de 1985-, cuando los encargados de la seguridad del estadio aún no abrían las puertas. El saldo, 10 persona muertas, entre ellas, algunos menores de edad.  
 
Apenas en semanas recientes, en el estadio de León, la policía municipal protagonizó un zafarrancho también con lesionados de gravedad. En ese caso, la alcaldesa Bárbara Botello llegó al extremo de calificar de”vergonzoso” el actuar de los elementos policiacos.
 
Y el caso más reciente, es el ocurrido apenas el pasado sábado en el estadio Jalisco y es, al parecer, la gota que derramará el vaso.
 
 Como se sabe,  casi al concluir el juego entre Guadalajara y Atlas, la llamada barra de las Chivas provocó disturbios que motivaron la intervención policiaca y, a su vez, la reacción vandálica de los “aficionados” que casi matan a los policías.
 
¿Frente a qué tipo de fenómeno nos encontramos? ¿Es un producto de la pasión deportiva? ¿Es vulgar vandalismo?¿Es cultura antisocial? ¿Es crimen organizado? ¿Es un deficiente manejo de multitudes? ¿Es impreparación de la autoridad? ¿Es falta de seguridad privada en los estadios? ¿O es falta de un reglamento más severo para el manejo de los eventos masivos?...
 
En realidad, es un poco de todo lo anterior, ya que los dueños del futbol –que se agrupan en la llamada Federación Mexicana de Futbol- nunca han tomado en serio la responsabilidad empresarial del manejo de multitudes, y mucho menos han asumido el costo económico, político y social de ese tipo de eventos.
 
Es decir, que mientras que el futbol es un espectáculo altamente rentable, que multiplica sus ingresos debido a los medios masivos como la televisión, los empresarios de ese deporte-espectáculo nunca han querido asumir el costo de pagar su propia seguridad, de capacitar a especialistas para el manejo de masas y multitudes, y de contar con los instrumentos legales para sancionar a verdaderos delincuentes, como los que integran las llamadas barras de aficionados al futbol.
 
Y es que, mientras que el negocio del futbol deja pingües ingresos a sus dueños, las autoridades municipales, estatales y/o federales, son obligadas al trabajo sucio de ese espectáculo.
 
Dicho de otro modo, que los dueños del futbol no sólo obtienen la renta de todo el espectáculo, de su transmisión por televisión, sino que estimulan el “fanatismo” futbolero con las llamadas barras, todo ello mientras que el dinero público –a través de los impuestos de todos- debe ser utilizado para el pago de policías y verdaderos ejércitos de guardias de seguridad pública, dentro y fuera de los estadios.
 
Esto, a pesar de que los equipos de futbol pagan una cantidad a las policías municipales por el servicio. Pero dichas policías no tienen la capacitación para el control de multitudes, como ha quedado demostrado.
 
¿Es responsabilidad de la autoridad –municipal, estatal o federal- cuidar la seguridad de los asistentes a un estadio de futbol?
 
¿Qué no un estadio de futbol, y el espectáculo que en él se ofrece, no son parte de un negocio privado cuyos promotores están obligados a garantizar la seguridad de sus clientes, que son los asistentes a los estadios?
 
¿Por qué un poder fáctico como la FIFA –Federación Internacional de Futbol Asociación- impone sus reglas comerciales, de influencia global a un Estado-nación que se rige por sus propias reglas?
 
¿A quién corresponde, del Estado mexicano, regular espectáculos como el futbol, reglamentar sus cargas impositivas, sus responsabilidades legales y sus obligaciones con los espectadores, que son los consumidores de un servicio privado de esparcimiento?
 
En rigor, en el caso del zafarrancho ocurrido en el estadio Jalisco el sábado pasado, y por más cuestionable que resulte la violencia empleada por los fanáticos del futbol, lo cierto es que la responsabilidad no es del municipio.
 
No, esa responsabilidad es de los empresarios del futbol, cuyas normas para brindar el espectáculo deben incluir sistemas de seguridad para los asistentes, mecanismos de contención de la violencia y filtros que impidan el ingreso de instrumentos de riesgo colectivo.
 
Sin embargo, llama la atención que la mayoría de los críticos del lamentable espectáculo del pasado sábado, pretenden responsabilizar al municipio, a la policía local, e incluso a la autoridad estatal, como si el alcalde, el gobernador o la autoridad federal fuesen los organizadores del espectáculo del futbol.
 
Por eso es urgente reglamentar, no sólo el espectáculo sino a todos los trabajadores del mismo –incluidos los futbolistas-, y brindar las garantías de seguridad para los que pagan para hacer posible ese rentable negocio. Al Tiempo.
 
@RicardoAlemanMx 
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