Columnista de la SillaRota: GONZALO SÁNCHEZ DE TAGLE
Desde siempre, México ha sido concebido como un lugar de oportunidades, de recursos, de abundancia, de grandes posibilidades y con gran potencial. Sin embargo, existe la percepción -las más de las veces autorizada- de que vivimos en un país estático y, en el mejor de los casos, en movimiento disonante como una barca sin vela a la deriva.
Una de las razones para explicar lo anterior es que en nuestro país, cada quien jala agua para su molino y, es precisamente aquí, donde las palabras del socialista Nenni vienen a cuento.
En México somos muy buenos en comunidad, por ejemplo, en los entierros, la fiesta, el fracaso y la tragedia; pero somos muy malos en sociedad respetando las reglas de convivencia, una consecuencia razonable ante nuestra falta de conocimientos sobre civismo, o el desconocimiento de nuestros derechos y responsabilidades; lo cual se puede palpar en un hecho simple, la forma de convivir con nuestros vecinos.
Los mexicanos tenemos dificultad para plantear nuestra existencia colectiva, como miembros irremediables de un conjunto de personas con las que a diario convivimos; y en cambio, con sus debidas excepciones, planteamos la posibilidad de sacar el mayor provecho ante cualquier situación, sin importar las consecuencias que nuestros actos tienen frente al otro. No racionalizamos la otredad.
Muchas de las dificultades actuales de México tienen sus orígenes en el hecho de ser una sociedad débil y sin unidad. Como no hay conciencia de la colectividad, o la que hay es muy reducida, los problemas del país son percibidos como personales, ya sean económicos, de seguridad, laborales o de cualquier índole. En cambio, si fueran vistos y concebidos desde una perspectiva social y comunitaria, cuando menos seríamos todos responsables y tenderíamos que reflexionar sobre su solución.
El hecho de asimilarnos como colectividad y racionalizar nuestra vida social, permite encontrar una identidad encaminada hacia el futuro, más allá de la historia y de la tierra que compartimos.
La sociedad brinda la oportunidad de actuar en conjunto frente a los problemas de todos, de ser responsables de nuestro país, de exigir compromisos y derechos; pero sobre todo, abre la posibilidad de plantear un proyecto común en el que nos identifiquemos como mexicanos. Estamos frente a requisitos recíprocos, es decir, tanto el proyecto colectivo, como la identidad se complementan y anteponen uno a otro.
Pensar en un proyecto social de definición e identidad común es un proceso complejo que podría implicar cambios institucionales, legales y estructurales, pero sobre todo tiene implicaciones sociológicas y culturales, ya que parte de la premisa del cambio de la mentalidad; por lo cual, se debe considerar al individuo como agente relevante dentro de la sociedad y hacer conciencia de que nuestros actos, inciden en los demás.
Esto es una transición cultural compleja por la dificultad de su planteamiento y, se nos viene a la mente: ¿qué preguntas debemos formularnos?, ¿por dónde empezar?, ¿cómo evaluar los resultados? La premisa fundamental es que, independientemente de las consideraciones del método, debe partir desde la sociedad y para la sociedad, en un proceso tan largo como sea necesario y de pensamiento constante. Para ello necesitamos gente intelectualmente capaz, líderes sociales autorizados, así como la participación de todos nosotros, los mexicanos.
La historia es noble y con relativa frecuencia nos brinda la oportunidad de definir nuestro ente colectivo. Sin embargo, ya hemos desperdiciado muchos momentos para construir nuestro proyecto común, nuestra razón de ser y pensar en principios y valores de México y para México.
México ha sido la tierra de oportunidades y de la abundancia de Humboldt, las muchas reformas constitucionales que han sucedido en el último año, deberían de ser causa y consecuencia de planteamientos profundos sobre el rumbo de nuestro país, sobre las definiciones que nos hacen ser lo que somos, sobre el futuro que deseamos para México. Es en fin, una nueva posibilidad de racionalizar nuestra vida colectiva para decidir ¿para qué somos?
@gstagle
