¿Aprender en Washington?
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¿Aprender en Washington?

MÉXICO, DF - lunes 24 de marzo de 2014 - lasillarota.com.
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Columnista de la SillaRota:  FEDERICO LING SANZ CERRADA
 
No es algo fácil, y evidentemente está sujeto a la interpretación personal y a la vivencia que cada quien tiene. Es decir, como versa el conocido refrán: “cada quien habla de cómo le va en la feria”. Al menos, hasta allí mi opinión sobre este tema; sin embargo, debo admitir que es uno de los asuntos más comentados y que mayor cantidades de menciones, retwitts y comentarios en Facebook ha tenido. De allí se puede derivar lo significativo de este asunto. Creo que esta es una de las cosas que más he aprendido en Washington desde que llegué: encontrar mecanismos alternativos para el cuidado y el bienestar de nuestro cuerpo, de la salud y de tener mejores condiciones de vida en general. Al respecto, me gustaría seguir comentado cosas más adelante, pero por ahora, me gustaría abordar un tema desde una perspectiva diferente.
 
Como muchas de las experiencias de la vida, Washington resulta una ciudad fascinante por diversas razones (y quizá nefasta en muchas otras). Pero como seguramente muchos también se habrán enterado al leer la descripción de mi trabajo en Washington y lo que hago (mismo que aparece en este espacio, en su lateral izquierda), mi labor consiste en construir alianzas con gobiernos extranjeros desde Washington, para permitir el intercambio profesional y académico de jóvenes, funcionarios públicos y líderes de los diversos países. En ese sentido, cuando me preguntan acerca de la experiencia de ir a Washington para aprender, en lo personal me gusta hacer una pequeña distinción en la concepción de la experiencia: no se trata de ir a Washington para aprender “de” Washington, sino “a” Washington. Es sutil, pero le cambia totalmente el sentido a las cosas. En el primer caso, la relación implica subordinación, jerarquía, superioridad y otras tantas más que no reflejan lo que en realidad se ofrece. En el segundo escenario, lo que se ofrece es la posibilidad de acudir a una ciudad importante, una capital mundial para confluir con todos y cada uno de los actores globales que allí se dan cita, para aprender, de ellos y junto con ellos, de las mejores experiencias, de las mejores prácticas, de las nuevas ideas, y sobretodo, hacer redes importantes y capitalizarlo a su regreso a casa.
 
De esta manera le cambiamos la concepción y la idea a las cosas y la experiencia se vuelve horizontal y no vertical. En el primer caso, en realidad, no sirve de mucho, pues las lecciones impuestas y la superioridad moral desde donde se habla no lleva a ningún lado, y genera interlocutores sordos. En el segundo, en realidad tenemos a actores dispuestos a compartirse a sí mismos, y al mismo tiempo aprender de todos quienes se reúnen en la ciudad. Y de esta manera he tratado de vivir mi propia experiencia en la ciudad de Washington.
 
No se trató de llegar a aprender – como podría ser el cliché – de un modelo estadunidense para luego implementarlo en México. Falso. Lo que he tratado de hacer es comparar, aportar, compartir y aprender, siempre desde el mismo plano, qué cosas funcionan mejor en Washington y cuáles en México. También he tratado de equilibrar lo mejor de los dos mundos y compartir con quienes me rodean un poco de lo que es México, de mi pensamiento, de lo que somos y de para dónde vamos. Así de esta forma me siento uno más de los actores que se dan cita en Washington, y que participa de la dinámica multicultural y plural de la ciudad; pero en mi caso, con mis antecedentes y mis raíces mexicanas, que tanto me han dado y que tanto me permiten entonces mostrar del país.  
 
No es una manera fácil de enfrentar esta situación y debo admitir que por supuesto, es una ruta que me ha traído costos (emocionales, económicos, y hasta familiares). Pero en la misma medida, las ganancias han sido totalmente superiores (pero en otra especie y de otra medida) para mi vida en general, la de mi familia y la de aquellos que me rodean y con quienes también puedo compartir la experiencia. Al final de cuentas, la capitalización de esta inversión se dará cuando, a mi vuelta a México, pueda aportar en mayor medida de todo aquello nuevo que aprendí. Y en resumidas cuentas, esta misma experiencia es lo que trato de ofrecer a los gobiernos o instituciones con quienes me toca hacer alianzas.  El tiempo nos dirá si ha valido la pena.
 
@fedeling
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