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¿Futuro?

MÉXICO DF - lunes 17 de marzo de 2014 - Luis Farías Mackey.
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Por: Luis Farías Mackey

* Se requiere de una fe ciega en el triunfo de la humanidad y la razón para no perder la fe en el hombre, ni la cordura ante el caos dominante

MÉXICO DF 17 DE MARZO DE 2014.- A tan absurda convicción me aferro. De otra suerte, la vida no tendría sentido.

Y no es únicamente un fenómeno de convicción personal e intima certeza, se requiere de mucha salud mental y física y de un aún mayor temple para no sucumbir en la podredumbre y demencia.

Nos espanta la inseguridad, pero hace décadas abdicamos a la responsabilidad de hacer un mundo justo. Optamos por crecer, no por generar bienestar y justicia. Crecer por crecer; a la sociedad se la puede cargar la trampa mientras haya dividendos selectivamente concentrados. Elevar sin límite los índices macroeconómicos, a costa de la bienandanza del ser humano.

Producir y atesorar, al diablo convivir, perfeccionarse y ser feliz. Estamos construyendo un mundo de cosas y para las cosas; no de hombres y para el hombre; un mundo donde por sobre la sociedad prevalece la economía; un mundo de sufrimiento y soledad.

La compasión es un valor desterrado que vació del “otro” nuestras vidas, hasta que ése otro se hace yo y no hay ya nadie humanamente sano que nos vea. La mirada de hoy sólo ve estados de resultados, escándalos y mediocridades mediáticas; no hombres, no su dolor, no sus sueños.

Por décadas nos hemos dedicado a derruir todo aquello que asegure una vida digna y solidaria. Hemos cincelado un mundo alienado donde el estado de naturaleza se disfraza de modernidad y progreso. La Ley de la Selva en su más pura expresión es este mundo consumista, hedonista y desalmado que vivimos.

La vida en comunidad, con sus valores de pertenencia y solidaridad es vista como una aberración social. Hay que destruir todo lazo de fraternidad que ligue al hombre con su grupo social, de suerte de dejarlo sólo e indefenso ante la deidad y sabiduría del mercado, la explotación y la especulación.

Hoy el mexicano está solo, triste, sin esperanzas y sin lazo alguno de pertenencia.

Que las adicciones vayan en aumento, que los jóvenes busquen el éxito hoy y aquí sin importar el cómo, que la violencia se engalane en lo sanguinario, sorprende, sin duda, pero no mueve a preguntar si todo esto tiene que ver con el mundo sin axiología, principios y humanidad que hemos construido.

Conceptos como lealtad y compromiso no dicen nada ya en este mundo descarnado y cínico.

La pregunta es si un mundo así tiene futuro.

Hay quien cree que se puede vivir en la opulencia rodeado de miseria. En la película Elysium se muestran dos mundos: uno, sobrepoblado, feo, sucio, miserable, enfermo, duro y amargo. Otro, la utopia en su máxima salud, felicidad, ocio y belleza. Dos mundos separados y estancos.

El mundo que yo avizoro, sin embargo, es sólo el primero. Uno sin razón y sin esperanza.

Me pregunto: ¿de qué servirá a la humanidad una sociedad deshumanizada? ¿Qué utilidad habrá de prevalecer en un lumpen globalizado? ¿Qué barda o frontera mantendrán afuera la enfermedad, la violencia, la miseria y la locura, cuando adentro sólo quede un lunar testimonial de privilegios?

Hemos dejado de ver al hombre y su circunstancia para ver únicamente índices económicos y estados de resultados, hasta que ya no haya hombre por ver. Habrá, tal vez, millonarios encerrados en sus Bunkers, pero no habrá en ellos nada que recuerde la razón y el destino del hombre sobre la tierra.

@LUISFARIASM

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