Homenaje a la vejez y a la dignidad humana

 

Por: Celia Gómez Ramos y Bénédicte Desrus

 

“La casa paterna les quedó chica, decidieron recorrer el mundo ganándose el pan ellas mismas. Nunca pensaron en lo agotador que podría ser casi al final del trayecto, sin la energía de la juventud, con enfermedades, sin lugar para vivir. Es más, tampoco pensaron que en esta sociedad consumista, tendrían fecha de caducidad; aunque ellas se rehúsan a tenerla. Historias inagotables se encuentran en la Casa Xochiquetzal, un albergue único, para el retiro de aquellas mujeres de la tercera edad que uno nunca imaginaría que alguna vez o aún hoy, han tenido por oficio el comercio de amor. Está en la Ciudad de México”, se lee en el libro: “Las amorosas más bravas”.

 

Con un sitio así –la Casa Xochiquetzal-, resultaba indispensable registrar el por qué, para qué y el cómo existe; cómo llegaron a él ellas, después de tantas vicisitudes; cómo narran su pasado y su presente. Qué tan temible puede ser la memoria de una trabajadora sexual, no sólo en tanto que guarda experiencias individuales sino que acumula el peso cultural de una sociedad, que a la vez que las rechaza, las necesita. No puede vivir sin ellas, lo que las convierte en: Las amorosas más bravas.

 

Por ello hicimos un libro bilingüe (español-inglés), imagen y texto enlazados, que muestra las vidas de las señoras que habitan la Casa Xochiquetzal, y que también expone esa posibilidad que tienen incluso de generar lazos al vivir bajo el mismo techo, pues trabajando en la calle, pasaron años de mirarse en el mismo parque, sin ser amigas. ¿Cómo serlo?, si siempre compitieron por los clientes. El albergue, de puertas abiertas, promueve la convivencia entre ellas, y con reglas sencillas a seguir; todas participan en las actividades cotidianas para mantener su Casa, y ellas saben que unidas, logran más.

 

 Tener un albergue así en México, un país con tantos contrastes -auspiciado por el gobierno y apoyado por la sociedad-, es una posibilidad para dejar de ser invisibles, y ellas, que casi lo han visto todo, han sido generosas al darnos su voz, su imagen, sus historias. Son sabias, divertidas, dicharacheras, psicólogas prácticas; están acostumbradas a observar y a la menor provocación, se defienden. Todas sabían que imágenes, entrevistas y reuniones, eran para un libro, participaron en el título también, ha sido un trabajo con ellas, pues además parte de las ventas es a beneficio de la Casa Xochiquetzal.

 

La historia del libro es larga. Hace seis años, Bénédicte Desrus, fotógrafa documental francesa, quisquillosa -pues solo atiende asuntos sociales y propone una mirada humanizada de la marginación en el mundo-, se enteró de la existencia de este albergue localizado en la Ciudad de México. La Casa Xochiquetzal, que si bien nació en 2006 como tal, tiene una historia de años, para lograr tener derecho de piso en este mundo.

 

La fotógrafa, viajando de África del Este a Estados Unidos, y también a México, comenzó a documentar por largas temporadas el día a día de las habitantes de la Casa Xochiquetzal. Por varios meses acudió sin siquiera tomar una placa, pues en este trabajo la confianza se construye día a día, la cámara es intrusiva, supo desde un principio que esta labor sería de largo aliento. Cuando Bénédicte Desrus me invitó, hace dos años exactamente, yo ni siquiera sabía que existía un lugar así, siendo mexicana.

 

En mi caso, nunca -y podrán decir que vivo en mi mundo (puede ser o era)-, había reflexionado en el ¿qué pasa con las mujeres que se dedicaron al trabajo sexual al envejecer? La verdad, jamás había pensado en eso, aunque como tampoco soy marciana, seguro que muchos están en las mismas.

 

Comenzamos con saliva, porque no había recursos, pero trabajando juntas, y mucho. Bénédicte ganó el Primer lugar del Primer Concurso de Fotografía Contemporánea de Coahuila, otorgado por la Fundación Mexicana de Cine y Artes con su galería “Casa Xochiquetzal: Mujeres alegres”, sobre el albergue, y parte del premio entró para la producción del libro, después se obtuvo un incentivo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y tuvimos fecha de entrega; montamos una plataforma de financiamiento en internet para lograr una meta de 100 mil pesos en 45 días, con la idea de hacer comunidad e involucrar a la gente, pedíamos aportaciones para producir el libro, con 500 pesos ellos podrían obtener uno y rebasamos la meta. También se unió el Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México. Así que en unos días más, tendremos el libro, con mucha gente que ha participado, apoyando esta emocionante aventura, para dar cuenta en una mirada íntima en imágenes y texto, una crónica, de las habitantes de la Casa Xochiquetzal.

 

Alternativamente, y para mantener a esa comunidad interesada, se creó un blog, dos páginas de Facebook, una cuenta de tuiter, que se convirtieron en herramienta fundamental para mantener informados a los que apoyaron y para que cada vez que más gente se enterara de que existía la Casa Xochiquetzal, y que estábamos haciendo un libro. Actualizábamos -y lo seguimos haciendo-, con pequeñas notas e imágenes sobre el proceso del libro y viñetas de las habitantes, anécdotas, frases y hasta audios.

 

Y por fin, el trabajo ha sido arduo: “Las amorosas más bravas” tienen libro. Sus historias deben de ser conocidas, convocar a la reflexión pública y el albergue, apoyado para su sostenimiento.

 

Ahora que se celebra el día de la mujer, nada mejor que un homenaje a “Las amorosas más bravas”, y a comenzar la reflexión pública en la que los hombres tomen postura y no se mantengan al margen. Hemos de decir que de trabajos así, nosotras no salimos incólumes. Este trabajo a Bénédicte Desrus y a mí, nos ha cambiado la vida.

 

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