Apuntes Perdidos
Por: Marco Antonio Domínguez Niebla
El señor Mansur es el mandamás en los Diablos Rojos del México. Nada más y nada menos que el equipo referencia cuando de se habla de franquicias exitosas en materia de beisbol. Los Marineros de Ensenada contactaron al señor Mansur en 2010 para convertirse en su sucursal. Y lograron convencerlo. Desde entonces, los Marineros han sido el equipo más constante en la Liga Norte de México. La relación se ha mantenido a lo largo de los años con sus altas y sus bajas. Pero desde el circuito adversario han llegado noticias. El señor Mansur ha decidido apoyar a la Liga Norte de Sonora, rival de la Norte de México. Y repartirá su talento entre ambos circuitos. En Sonora se asoció con el señor Mazón, titular de los Naranjeros de Hermosillo. Y a partir de 2014 nacerán los Diablos de Hermosillo. Hasta allá fue enviado el mítico José Luis “Borrego” Sandoval como manager. Y a un mes de iniciar la temporada, además del timonel, los Diablos sonorenses ya tienen sus plantillas de extranjeros y prospectos, presentadas personalmente por el señor Mansur. Los Marineros, en tanto, esperan noticias provenientes de Diablos Rojos, a menos de un mes de iniciar temporada. Al parecer el señor Mansur ya tiene un nuevo consentido entre las opciones para desarrollar a sus talentos. Y jugará en el Estadio Sonora.
Morada de morosos (municipales y marineros). El administrador la prestó y hasta aportó dinero para que los dos inquilinos la habitaran, como protagonistas de una de esas relaciones tortuosas tan comunes en quienes comparten el mismo techo. Tanto en efectivo para uno y tanto para el otro. Pero al paso de los años (seis, para ser preciso), el administrador de la casa cambió y el nuevo responsable decidió que era momento de poner orden. Con la evidencia gráfica en su poder, decidió tomar medidas. La casa estaba en ruinas y no había ni luz ni agua, servicios adeudados por años pese a que el anterior administrador, además de facilitar la casa sin cobro alguno, todavía la hacía de benefactor repartiéndoles dinero. Hoy todo en especie, si quieren. Y si alguno de los inquilinos incumple con sus obligaciones dentro la casa prestada, será eyectado hasta caer en la esquina que forman las calles nueve y Guadalupe. Pero por fuera.
Graduación. Te consta porque lo has visto como testigo absorto desde los seis. Dos veces Argentina, Italia y Brasil; una Alemania, Francia y España. De esa lista, crees convencido, saldrá el campeón de Brasil. Ya menos de 100 días. Cosa menor. Si hubo que soportar la espera por cuatro años, qué son menos de cuatro meses. A final de cuentas, para un aficionado al futbol que merezca ser denominado como tal, la vida se mide en la cantidad de mundiales que ha visto. Y tú vas por el décimo.
Cabestrillo. Fue de esas caídas tan fuertes que el entorno ni las risas provocadas por los automovilistas y transeúntes que presenciaron la escena están registrados en la memoria. Y es que el bochorno no tenía cabida frente a la alarma producto del tremendo azotón en pleno bulevar costero esquina con Miramar, justo enfrentito de Mc Donalds, ahí donde se encuentra esa rampa, pequeña, traicionera y resbalosa, en la que el codo fracturado hace ocho años impactó contra el pavimento sin reacción alguna para impedirlo. La banqueta recién bañada por la lluvia sabatina estuvo a punto de, como aquella vez, obligarme a teclear esta columna a una sola mano, la derecha, mientras el yeso cumpliera con la función reparadora del otro costado. No fue así. Mi amigo, el doc José Ramón, descartó la aplicación del adminiculo que da nombre a este apunte. A dos manos termino la columna. Punto final, así en movimiento impetuoso, con la mano izquierda.
