Los retorcijones
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Los retorcijones

TIJUANA, BC - miércoles 19 de febrero de 2014 - Gilberto LAVENANT.
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Palco de Prensa
 
Cuando alguna persona sufre una infección estomacal, lo más incómodo, son esos fuertísimos dolores. Les llaman retorcijones. Como si los intestinos quisieran devorarse unos a otros. El afectado, no puede ocultar o disimular las incomodidades. Se aprieta el estómago, se sienta de una manera o de otra. La medicina parece no hacer efecto alguno, hasta que luego de cierto tiempo, viene la calma. Ufff…! qué alivio.
 
Metafóricamente hablando, el gobierno municipal de Tijuana, afronta serias “infecciones internas”. Los Alcaldes de cada administración municipal, y sus colaboradores, fuesen panistas o priístas, daban plena libertad a funcionarios y personal en general, para que cada quien, desde su posición, hicieran su “tiendita” y captaran, para sí mismos, cuantiosos ingresos.
 
En algunos casos, las cosas estuvieron peores, cuando los propios funcionarios, a cargo de cada dependencia, agarraban el control de esos “negocios” y por lo tanto, todos ganaban. Unos inspeccionaban y actuaban drásticamente, levantando actas o boletas de infracción, otros determinaban las multas, factibles de reducir e incluso de condonar, si acudían a pagar, con determinada persona en las cajas recaudadoras de la Tesorería Municipal.
 
Las personas afectadas, ya sabían la mecánica. Sabían perfectamente, y estaban conscientes de que no había de otra, que al pagar, una parte se documentaba en la registradora, era lo que ingresaba formalmente a las arcas municipales, y otra parte, la mayor, se quedaba en manos del empleado a cargo de la recaudación, para su distribución correspondiente a los “socios”.
 
En otros casos, los interesados en obtener una rebaja, descuento o condonación, ni batallaban. Acudían a las dependencias, y directamente buscaban a la persona que controlaba este mecanismo. Curiosamente, los “cuchupos” salían a la luz pública, cuando dicho personaje salía de vacaciones y aunque dejaba un suplente, no todos los “clientes” se enteraban, por lo que al acudir a hacer una tranza, preguntaban por “juan” o “pedro” e incluso explicaban el motivo. Tarde que temprano salían a relucir las cochinadas.
 
Como ejemplo de esto, vale la pena recordarlo, en las administraciones priístas, se hacían “maravillas” en la dependencia a cargo del Catastro de la ciudad. Se alteraban las características de los predios, se reducían los montos del impuesto predial a pagar, o lo que “el cliente” solicitara, para distorsionar o alterar las constancias o registros relativos a bienes inmuebles.
 
Cuando inicia su gestión el primer gobierno panista, el encabezado por Carlos Montejo, los empleados de Catastro, advirtieron a sus “clientes” que estaban suspendidos los “servicios especiales”. Los panistas inundaron la dependencia y se dedicaron a vigilar a todo mundo, para evitar irregularidades. Luego de varios meses, las cosas “volvieron a la normalidad”. Subieron las “cuotas” por los “servicios”, pues hubo nuevos “coordinadores”, que se apropiaron de los “negocios”.
 
Tiempo atrás, cuando el funcionamiento del Registro Civil, aún era rudimentario, había empleados que guardaban, en los cajones de sus escritorios, formatos de actas de nacimiento, debidamente firmadas, nada más para ser llenadas, lo que hacían incluso a favor de personas extranjeras. Esto se puso al descubierto, cuando las autoridades estadounidenses decidieron verificar la autenticidad de los documentos que les presentaban para la tramitación del pasaporte local.
 
Con el paso del tiempo, en esa y todos aquellas dependencias en las que se realizan gestiones diversas, en especial en las que se determinan montos o cantidades a pagar, por concepto de derechos o impuestos, se convirtieron en algo así como “mercados sobre ruedas” en las que todo, o casi todo, se ofrecía al mejor postor. Y nadie se escandalizaba, porque, como dicen, esto pasa hasta en las mejores familias.
 
Los que saben de estas cosas, cuentan que los conflictos que se han estado generando, al inicio de las gestiones del XXI Ayuntamiento de Tijuana, que encabeza el Alcalde Jorge Astiazarán, han sido, porque los nuevos funcionarios recibieron instrucciones de combatir todas esas operaciones irregulares, que se habían venido dando, como si se tratase de un gobierno alterno. Una parte de los ingresos, la menor, se registraba en cajas. La otra, la mayor, se distribuía en la cadena de corrupción.
 
Obviamente, desterrar esos males, no es nada sencillo. Se ha estado tratando de “cortar por lo sano”, reubicando los eslabones de las cadenas de corrupción, enviándolos a nuevas posiciones, en las que no será fácil que vuelvan a integrarse. Tratando de evitar escándalos. Por eso son los “retorcijones”, en la mayoría de los casos y en casi todas las dependencias.
 
Irónicamente, en las personas físicas, las infecciones estomacales, son las consecuencia de haber comido de más, o sea por tragones, o bien por ingerir algún alimento o bebida, en estado de descomposición. En la administración pública, los “retorcijones”, son consecuencia de las medidas que se aplican para combatir esas “infecciones internas”. Nadie quiere dejar el “negocio” que han manejado durante tantos años.
 
Todo indica que a esto se refería el Alcalde Jorge Astiazarán, el pasado 5 de febrero, en el evento conmemorativo de la promulgación de la Constitución General de la República, cuando dijo que dentro y fuera del gobierno existen intereses mezquinos, que no van por el progreso de la mayoría y se pronunció a favor de construir una sociedad, solidaria y unida, que aleje a todos aquellos que intentan obstaculizarlo. Bueno, el mensaje también fue para los riquillos, que son buenos para criticar y reclamar, pero que hacen todo lo posible para eludir o pagar lo menos posible  al gobierno local.
 
Tan solo de impuesto predial, el rezago de los morosos e incumplidos, rondaba en los 3 mil millones de pesos. Por eso son los “retorcijones”. Léase : denuncias, acusaciones, protestas y reclamos.
 
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