Palco de Prensa
Este fin de semana, ocurrió algo que seguramente muchos mexicanos pasaron desapercibido. No fue “nota de ocho columnas”, aunque debió serlo. Quizás será porque de antemano muchos dudan de su efectividad y consideran que la corrupción, en México, es un mal crónico. Prácticamente incurable.
Por mayoría calificada, con 111 votos a favor, dos en contra y dos abstenciones, el pleno del Senado aprobó el dictamen de reformas constitucionales que crea el órgano anticorrupción con una Fiscalía , que sustituirá a la Secretaría de la Función Pública. Legisladores del PRI, PAN y PRD, señalaron que tendrá facultades de sanción administrativa, pero que no estará limitada por el derecho fiscal ni bancario.
Este era uno de los puntos pendientes de las reformas planteadas por el Presidente Enrique Peña Nieto. Senadores que votaron a favor, calificaron de histórica esta aprobación, aseverando que va más allá de una cuestión ética, todas vez que la corrupción, "es un obstáculo para el desarrollo nacional, que desalienta la inversión, paraliza la producción, amenaza la estabilidad nacional, polariza la distribución del ingreso y amplía el margen de desigualdad".
Efectivamente, es de tal importancia una institución de este tipo, que fue lo primero que debieron hacer los legisladores, pues de muy poco sirve aprobar reforma estructurales de enorme relevancia, como la energética, en un sistema corrupto. Y el mexicano, no hay lugar a dudas, es un sistema de un altísimo nivel de corrupción.
Supuestamente, en base a dichas reformas, sea crea un organismo nacional autónomo de combate a la corrupción, con personalidad jurídica y patrimonio propios, unipersonal. Organismos similares se crearán en las entidades federativas, garantizando la eficacia en el combate a la corrupción, mediante un sistema nacional que tiene como base la posibilidad que tendrá la facultad de atraer los asuntos de competencia de los Estados y municipios. Suena interesante.
El problema es que se plantea si este organismo no será solamente uno más de los muchos que existen para el combate de todo tipo de ilícitos, tanto dentro como fuera de la administración pública y que hasta el momento han tenido una nula efectividad para atajar, frenar y frenar la corrupción en México. Más burocracia y más gasto público inútil.
Y si alguien piensa que la corrupción en México, es algo de menor importancia, deben saber que, apenas en julio pasado, según el Barómetro Global de la Corrupción 2013, que es una encuesta aplicada por Transparencia Internacional para medir la percepción de los ciudadanos respecto al aumento de la corrupción, se determinó que México, es uno de los países con mayor corrupción a nivel mundial .
El fenómeno de la corrupción, requiere de dos, uno que ofrece y otro que recibe. El 33 por ciento de la población mexicana encuestada aceptó haber ofrecido dinero a cambio de algún servicio, de forma tal que el soborno es la forma de corrupción más común en México. Las familias más pobres deben emplear hasta un tercio de sus ingresos en sobornos, pero el porcentaje es significativo incluso entre quienes reciben ingresos medios o altos, alcanzando el 14 por ciento del gasto familiar.
De acuerdo con dicho reporte, México es un país de corruptos y corruptores. A diciembre del año pasado, nuestro país se ubica en la posición 105 en el Indice de Percepción de la Corrupción 2012, con calificación de 34 puntos, de una escala donde 0 es “muy corrupto” y 100 es “muy limpio”.
El informe fue presentado por Transparencia Internacional y analizó los niveles de corrupción en 176 países, ubicando a México como una de las naciones más corruptas de América, por debajo de países como Canadá, Barbados, Estados Unidos y Chile, los cuales incluso están colocados entre los mejores 20 evaluados.
Cabe observar que, durante el sexenio pasado, la Secretaría de la Función Pública (SFP) impuso distintas sanciones a más de 49 mil personas por actos de corrupción, lo que dá una idea del grave problema. Hace unos días, un funcionario de la ONU, dijo que la corrupción continúa siendo un fenómeno que impacta de manera importante a México.
Y si alguien supone que la nueva Fiscalía Anticorrupción corregirá o acabará las conductas corruptas de los mexicanos, deben saber que Edgardo Buscaglia, autor del libro “Vacios de Poder en México”, uruguayo especialista en el tema, en noviembre pasado, entrevista para el portal de noticias “SinEmbargo”, dimensionó el alcance de la corrupción en México.
Dijo que México tiene una corrupción tan grande, que ni siquiera puede organizarla y tener una reacción ante este fenómeno, lo que genera vacíos de Estado. Enfatizó que México pisó una mina y esa mina explotó, provocando una corrupción generalizada y desorganizada que ni el Estado puede controlar.
El especialista manifestó que eso es lo que legó Calderón Hinojosa a Peña Nieto, y subraya que hoy, pedazos de Estado han caído en manos de delincuentes, gobernadores, empresarios, policías.
Definitivamente, la corrupción en México no es una cuestión de meras reformas estructurales. Se requiere voluntad política para prevenir y castigar severamente a los corruptos. Es una tarea de replantear los valores humanos, para que la corrupción deje de ser algo común y corriente entre los mexicanos.
Bajo el dicho aquel de que “el que no tranza, no avanza”, muchos mexicanos constantemente están buscando cómo violar la ley para lograr un beneficio y el gobierno solapa y protege a los corruptos. Como que esto de crear organismos anticorrupción es simplemente un simulacro. Los corruptos no son tan tontos de ponerse la soga al cuello.
