Palco de Prensa
Durante las negociaciones en torno a la propuesta hacendaria del Presidente Enrique Peña Nieto, surgió algo que se conoce como Fondo de Capitalidad –dicen que fue el precio que se pagó por el voto del PRD- consistente en recursos especiales que el gobierno federal proporcionará al de la Ciudad de México, para compensar los gastos que le implica el ser la capital del país. Un alto índice de inmigración y constantes manifestaciones de reclamo, incrementan los gastos del gobierno capitalino.
Dicho fondo, implicará mayor presupuesto para los servicios públicos que presta la ciudad de México, por el simple hecho de ser la capital del país. El Distrito Federal, sin duda alguna, es el centro de atracción de fuerte corriente migratoria de muchos mexicanos que ven en la Ciudad de México la oportunidad de lograr mejores condiciones de vida.
Otros, consideran el DF, siendo sede de los poderes federales, además de los de dicha entidad, como centro predilecto para realizar todo tipo de manifestaciones. Los profesores de la CNTE, tienen meses apoderados de las principales vialidades capitalinas.
Bueno, y si al Distrito Federal le asignan este Fondo de Capitalidad, por los gastos adicionales que le genera el solo hecho de ser la capital del país, Baja California, y en especial Tijuana, merecen un Fondo de Migralidad, pues al ser el punto de atracción de grandes corrientes migratorias, en esta zona del país se agudizan los problemas socioeconómicos.
Los presupuestos de los gobiernos bajacalifornianos, agotados por estar en manos de gobernantes con nula capacidad administrativa, resultan insuficientes para atender los reclamos sociales de los nativos de esta región, aunados a los de miles de mexicanos que constantemente están llegando a esta frontera, con la intención de cruzar hacia los Estados Unidos, en busca de mejores condiciones de vida.
La cuestión es que muchos llegan aquí “de paso”, y se asientan, dizque temporalmente en Baja California, en tanto logran internarse a la Unión Americana, o regresan a sus lugares de origen. Muchos, no logran, ni lo uno, ni lo otro. Entonces, incrementan las necesidades de servicios públicos, de empleos, de viviendas, de atención médica, hasta que llega el caos.
La de Baja California, es una comunidad de migrantes. Se dice que al menos la mitad de los habitantes de esta entidad, son migrantes. Hasta hace poco, era difícil encontrar nativos de la entidad, en un determinado grupo social.
Esos mexicanos, que llegan aquí, son expulsados de diversas entidades, que no son capaces de retenerlos. Que no tienen fuentes de empleo para ellos, centros de estudio, economías solventes que les permitan desarrollarse y aspirar a mejores condiciones de vida. Por eso llegan a Baja California. Unos dizque de paso. Otros para quedarse aquí definitivamente.
La lista de entidades federativas expulsoras de migrantes, la encabeza el Distrito Federal, seguido del Estado de México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas, Chihuahua, Nuevo León, Guanajuato, Tabasco, Hidalgo, Coahuila, San Luis Potosí y otros más.
Al expulsar a sus desempleados, dichas entidades alivian en parte sus problemáticas locales, pero no aportan ni un centavo para auxiliar a Baja California a fin de que esta entidad pueda apoyarlos. De pocos en pocos, en esta entidad los migrantes mexicanos representan un problema serio para los gobiernos de esta entidad. Básicamente, requieren escuelas para sus hijos, viviendas, transporte, empleos para ellos.
Es a partir de esto, que surge la idea de crear un Fondo de Migralidad para Baja California, que le permita resolver, al menos en parte, la problemática social que le genera el ser punto de atracción de la migración mexicana. Si al Distrito Federal le asignaron el Fondo de Capitalidad, ¿por qué no otorgarle a Baja California un Fondo de Migralidad?
Pero conste, esto no tiene nada que ver con el llamado fondo compensatorio, propuesto o prometido por Manlio Fabio Beltrones, coordinador parlamentario de los priístas en la Cámara de Diputados Federales, dizque para aliviar en parte los efectos negativos de la homologación del IVA. No, esa es una mera postura política, no para rescatar a Baja California por los daños del centralismo, sino para rescatar al PRI, en lo general, y a sus legisladores, en lo particular, por haberle dado la espalda a los residentes de la frontera, al avalar dicha propuesta.
El Fondo de Migralidad, explica Salomón Faz, uno de los iniciadores de esta propuesta, sería un fondo federal del presupuesto público, para apoyar a la frontera de Baja California en el gasto propiciado por los miles de paisanos mexicanos que migran de sus estados de origen, buscando empleo y bienestar, a los que hay que proporcionarles vivienda, servicios públicos y transporte.
Salomón observa que a esta problemática se agregan, no solamente los que llegan del centro del país, con la intención de cruzar hacia la Unión Americana, muchos de los cuales se quedan aquí al fracasar en su intento, sino también aquellos que son deportados, luego de cumplir largas condenas, por cometer todo tipo de delito. La presencia de ellos, incrementa el índice delictivo y aumenta el gasto público para su combate.
¿Por qué no alcanzan los recursos públicos en Baja California? Pregunta Faz, y responde que básicamente es porque los bajacalifornianos soportan el gasto de miles de migrantes mexicanos. Que el gobierno federal debe reconocer este esfuerzo adicional de los gobiernos locales y por lo tanto debe instituir el Fondo de Migralidad, como una necesidad urgente para atender la problemática socioeconómica de esta región.
Ahí está la propuesta. Falta que los sectores le den forma. Es justa y equitativa.
