Palco de Prensa
Por : Gilberto LAVENANT
El martes 27 de diciembre de 2011, bajo el título de “Protego Asesores”, aquí en Palco de Prensa, el columnista comentaba un tema que hoy, a dos años de distancia, cobra actualidad.
Decía entonces, que el lunes 19 de septiembre, en el periódico capitalino La Jornada, se publicó una información muy interesante para los tijuanenses, pero que evidentemente pasó desapercibida. Se hizo referencia, decía, a las actividades de una empresa, identificada como Protego Asesores, de Pedro Aspe Armella, quien fue Secretario de Hacienda durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Recordaba que se trataba de la empresa que asesoró al XX Ayuntamiento de Tijuana, que encabeza el Alcalde Carlos Bustamante Anchondo, en el proceso de refinanciamiento de los adeudos que heredó. Lo interesante del asunto, y lo advertía entonces, es que quien fuese uno de los principales socios de dicha empresa, Luis Videgaray, es el Secretario de Hacienda, de la administración del Presidente Enrique Peña Nieto. Hagan sus conjeturas.
Hacía hincapié, en que la nota periodística reveló, que el mecanismo ideado desde la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, para dotar de mayores fuentes de financiamiento a los gobiernos estatales, e incluso a los gobiernos municipales, se convirtió en filón de negocio para grupos privados, entre ellos el del señor Aspe. Decía el columnista que parecía algo irónico, que para muchos vivillos, las crisis financieras de gobiernos estatales y municipales, se convirtieron en un negociazo. Algo así como un “filón de oro”.
Lo interesante, apuntaba el columnista, es que los pasivos estatales, en lugar de resolverse y disminuir, se dispararon en los años recientes. Concretamente, entre el 2000 y el 2011, se triplicaron, y en la nota periodística se destacó que esto ocurrió incluso con la asesoría de empresas como Protego, cuya participación debería servir precisamente para reducir la carga de la deuda en las haciendas públicas. Asesoría que, obviamente, se convirtió en un gran negociazo.
El columnista observaba, hace dos años, que prácticamente todos los gobiernos estatales, y muchos de nivel municipal, de todo el país, estaban “endrogados hasta el gorro”. Que las crisis financieras que afrontaban –y que siguen afrontando-, se agudizaron, con la intervención de empresas como Protego. Y claro, que Pedro Aspe y su gente, se llenaron los bolsillos de dinero, por sus “servicios de asesoría”.
Estas observaciones, fueron casi un año antes de las elecciones presidenciales del 2012. El columnista advertía que, seguramente, Protego Asesores se convertiría en una de las empresas más prosperas del país, pues en sus labores de reestructuración de adeudos de los gobiernos estatales y municipales del país, contaría con el aval y apoyo de quien fue uno de sus principales socios y directivos, el señor Luis Videgaray, titular de la SHCP.
Entonces, el columnista concluía, señalando que empresas como Protego, que aparentemente están para auxiliar a los gobiernos en crisis, son como aves de rapiña, que revolotean en el aire, en espera de que su próxima víctima perezca, para hacer labor de carroñeras.
Pues será por aquello de que los malos ejemplos cunden, o bien porque Protego Asesores, ha sido muy prolífica, o sea que ya generó muchas empresitas similares, o hizo escuela y muchos de sus “alumnos”, ya se dedican a lo mismo, hoy podemos decir que ante las dificultades financieras que afrontarán, sin duda alguna, los alcaldes que entrarán en funciones el día 1 de diciembre próximo, hay muchos “moscones”, ofreciendo sus asesorías para renegociar deudas públicas, mediante sus “módicos honorarios”. Ni modo que fuera gratis.
Al estilo de Protego Asesores, de Pedro Aspe, numerosos grupos de dizque expertos en finanzas públicas, recorren el país en busca de víctimas. Bueno, ellos les llaman clientes. A los que les ofrecen auxiliar para renegociar deudas, bajo “atractivas condiciones”.
Lo primero que hacen, es establecer contacto con amigos, compadres o allegados de las nuevas autoridades, estatales o municipales, para que estos, a cambio de jugosas propinas, les consigan cita con los responsables de finanzas o directamente con gobernadores o alcaldes.
Como los merolicos, que se paran en media calle y empiezan a ofrecer sus “productos milagrosos”, presentan sus “esquemas de trabajo”, son hábiles para el manejo de los números, recurren a las gráficas en las que teóricamente muestran los “beneficios” de sus asesorías y finalmente los montos de sus honorarios. Del 20% al 30% de lo que el gobierno se ahorre con la renegociación. Como los adeudos son millonarios, los honorarios también.
Obviamente, los honorarios se cubren con recursos públicos. Los recursos públicos provienen de impuestos, cargas y derechos que aportan los ciudadanos. Los mismos que al final de cuentas pagarán los adeudos y los intereses que se generen. Y no estaría mal, si esto llevara a un buen fin. Todo mundo que asesora a alguien, tiene derecho a cobrar por esos servicios. El problema es que los adeudos no terminan, sino que crecen, como una bola de nieve en una pronunciada pendiente.
Y el negocio es tan atractivo, que se dan el lujo de ofrecer fuertes gratificaciones a los intermediarios, sean estos quienes establecen el contacto y la cita inicial, sean incluso los políticos de la administración a la que pretenden asesorar. Dá para todos.
Así es que si ven a un grupo de fuereños, trajeados y con ínfulas de científicos, haciendo antesala en las oficinas de los alcaldes electos, no dude que son de ese tipo de moscones que vienen a hacer negocios con las penurias financieras de los ayuntamientos de la entidad. Parecen una plaga. Revolotean en el aire, como los zopilotes, listos para atacar a su próxima víctima. Vienen a sangrar aún más la economía de los gobiernos locales.
