Por: Juan Manuel Salazar Pimentel
La campaña electoral de 2012 se distinguió, más que nada, por la consideración popular que de hecho la conceptuó como un certamen de belleza y simpatía.
La imagen acicalada y jovial de uno de los candidatos logró el propósito de capturar la preferencia de una mayoría superior a los dieciocho millones de electores que se impuso al histrionismo del candidato de la izquierda y a la femenil sensibilidad de la candidata del entonces partido en el poder.
Por lo menos desde hace dos sexenios se ha insistido en la necesidad de reformas estructurales o de fondo en las materias laboral, educativa, fiscal o hacendaria, energética y política. Fox las exigió constantemente y en todos los tonos, recibiendo siempre irritadas respuestas del bloque priísta en el Congreso. Salvo el caso de la ley laboral, Calderón no tuvo mejor suerte.
En toda contienda electoral, es obligación legal de los partidos políticos contendientes formular y registrar una plataforma electoral, que según explica el IFE, es la expresión de la oferta política de cada partido político a la ciudadanía; lo que es igual a anunciar aquello que el partido se propone ejecutar llegando al poder.
Si en vez de distraer la atención sólo en la vista de las imágenes, de las caras y los gestos, cada elector dedica tiempo a conocer las pretensiones del partido, las cuales, en caso de triunfo, ejecutarán sus candidatos al convertirse en gobernantes, entonces todos estaremos en posibilidad de hacer una decisión bien informada y daremos nuestro voto al partido cuya propuesta sea más conveniente a nuestros propósitos y a nuestras necesidades.
¿Habrían votado por la propuesta priísta los más de 3.2 millones de electores que en los estados de la frontera Norte prefirieron a su candidato presidencial, si claramente se les hubiera dicho que se homologaría el IVA, elevándolo al 16%?
En el portal del IFE está todavía disponible la Plataforma Electoral que el PRI registró ante ese organismo desde el 15 de febrero de 2012.
En el Capítulo III, titulado “Crecimiento Económico, Competitividad y Empleo”, queda claro que el gobierno priísta elevará los impuestos, pues se ha propuesto “…cambiar el sentido de las actuales políticas gubernamentales y adoptar una nueva estrategia para el desarrollo económico de México.”
En ese documento se anuncia como un propósito fundamental el reducir las desigualdades sociales y la pobreza, y se estima que una sociedad desigual y con pobreza es menos productiva y crece a ritmos mediocres. Propugna por más igualdad entre regiones. Aspira a que el crecimiento económico se base en nuestras propias fuerzas, en los motores internos del crecimiento, con un amplio y vigoroso mercado interno.
Anuncia un nuevo concepto de competencia “conforme al cual nuestra planta productiva, nuestros trabajadores y empresarios sean capaces de competir y conservar el mercado interno y, al mismo tiempo, ganar más mercados en el exterior.”
Entre sus Líneas de Acción anota una Reforma Hacendaria Integral para “Captar lo estrictamente necesario para atender las funciones públicas.”, y apunta que “Actualmente padecemos una situación hacendaria que se caracteriza por ingresos tributarios insuficientes, con una perniciosa dependencia de los ingresos petroleros, que se gastan de manera ineficiente, con gran opacidad, escasa evaluación de resultados y limitada rendición de cuentas.”
Acusa que en la última década en los intentos de reforma fiscal se incurrió en el error de no precisar las necesidades de gasto público que se pretendía financiar ni los resultados económicos que se esperaba lograr, y entre los criterios de su reforma hacendaria incluyó el de “Una adecuada mezcla entre impuestos a la renta y riqueza de las personas y los indirectos al consumo así como eliminar los privilegios.”
Frente a los ojos del resto de los mexicanos que pagan por impuesto al consumo la tasa del 16%, no puede ser visto sino como un privilegio el régimen de excepción por el que los consumidores de la zona fronteriza pagamos sólo el 11%.
Así que si el PRI se dolió de ingresos tributarios insuficientes y se pronunció por eliminar los privilegios, más cantado no podía quedar el que en su gobierno todos pagaríamos el impuesto al consumo sobre la misma tasa del 16% que paga todo el resto de México.
Ahora, la realidad en la frontera plantea otros retos que se deben resolver: Crear un amplio y vigoroso mercado interno; generar empleos mejor pagados; conservar a los consumidores; ser competitivos, pero compitiendo no únicamente con los productores nacionales, sino con los del otro lado de la frontera, cuyo impuesto al consumo será cincuenta por ciento menor que el nuestro.
En la Plataforma Electoral del PRI, no hay fórmulas ni criterios propuestos para esos casos.
Por cierto, en muchas de sus líneas, esa Plataforma Electoral del actual partido del gobierno parece un acto de contrición, de arrepentimiento por sus actos de antes.
Claro que en toda su Plataforma se muestra insistente en atribuir a lo que llama los gobiernos de la alternancia, todos los males que sufre el país, los cuales alega que se originaron en la última década.
Atribuye a tales gobiernos de la alternancia –a los dos del PAN, pues- la exigüidad, la insuficiencia del salario; también la dependencia perniciosa de los recursos petroleros, y su gasto deficiente y opaco, con su escasa evaluación de resultados y limitada rendición de cuentas. Afirma que los ingresos petroleros deben servir para la modernización energética de México, Etc.
Digo que esa plataforma parece un acto de contrición, de arrepentimiento por su culpa pasada, porque todos esos problemas que el PRI en ella menciona, fueron su creación que nos impuso por medio de sus gobiernos de la revolución.
Ninguno de esos flagelos nació en la última década; el salario mínimo que durante más de medio siglo nunca rebasó el tope de los cuatro dólares diarios, lo controló a través de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
La muy costosa dependencia de los ingresos petroleros alcanzó su máxima y más dolorosa expresión en los gobiernos de Echeverría y López Portillo. El proceso contra el veracruzano Merino dejó al descubierto que los recursos petroleros se usaron en campañas priístas, y para satisfacer caprichos personales de políticos.
Afirma que el crecimiento económico del país no debe descansar sobre el bajo salario de los trabajadores; pero, ese régimen fue puesto en práctica en la época de los gobiernos de la imposición priísta, constituyendo el salario bajo uno de los mayores atractivos para la industria de la maquila.
México carece hoy, como antes también, de lo que tendría que ser un amplio y vigoroso mercado interno, cuyos motores de crecimiento interno el PRI nunca pudo activar ni mantener.
En el enlace http://www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/DEPPP/DEPPP-PlataformasElectorales/2012/Plataforma_PRI.pdf se puede consultar la Plataforma Electoral del PRI. Hay que ponerle atención, porque allí podemos anticipar mucho de lo que está por venir.
Allí encontraremos, por ejemplo, que otro de los criterios de la Reforma Hacendaria Integral, consiste en: “Desarrollar plenamente el potencial del impuesto predial municipal.” ¿Será este el anuncio de otro incremento en ese renglón? No hay que olvidar que ahí se dice que el crecimiento económico debe estar basado principalmente en nuestras propias fuerzas.
La reciente discusión del tema hacendario, mandó a un segundo plano el nivel de atención sobre el importante tema de la Reforma Energética, del cual poco se ha sabido en estos días. Lo que no significa que las negociaciones al respecto se hayan detenido.
Hay que disipar la densa capa de humo que el IVA le echó al petróleo.
La plataforma del PRI establece que los ingresos petroleros deben servir para la modernización y seguridad energética de México, maneja el concepto de renta petrolera, y demás que se han plasmado en la iniciativa del Ejecutivo. Si se quiere saber lo que pasará con nuestro petróleo y con PEMEX nuestra empresa, hay que echarle un ojo a la propuesta priísta.
No sea que todo se arregle para que el petróleo se siga exportando, y los mexicanos sigamos pagando una gasolina y demás productos que con el mismo se refinan y producen en las refinerías del extranjero.
